La desigualdad generada por acumulación legítima conduce al progreso para todos

La desigualdad social existe desde que existe la historia escrita. Pero también, la desigualdad era mucho más aguda. Solo una pequeña minoría era rica: los monarcas, nobles, aristócratas y autoridades religiosas. Esa minoría tenía acceso a cosas que a la gran mayoría estaban vedadas. La desigualdad económica y social en las sociedades pre modernas era extremadamente alta y la persona promedio vivía en condiciones que hoy llamaríamos pobreza extrema. El crecimiento económico en los primeros milenios de la historia humana fue mínimo, por lo que los unos pocos extraían su riqueza de la mayoría.

No es sino hasta con la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII que empieza a crecer rápidamente la creación de riqueza y las grandes masas empiezan a mejorar su nivel de vida. El pastel a repartir creció y aunque siempre hubo ricos que sacaban una tajada mayor, el resto también vio aumentada su parte. Pero es a partir de 1900 que la producción crece más rápidamente y se ha ido acelerando, Como consecuencia, el tiempo necesario para que se dupliquen los ingresos se ha venido reduciendo, pasando de 107 años de 1800 a 1900, a 23.5 años en los años transcurridos desde 2000 hasta 2014. De continuar la tendencia, para 2030 el ingreso per-cápita se estaría duplicando cada 14 años, o menos.

La consecuencia de tal crecimiento ha sido la reducción de la pobreza extrema del 90% en 1820 al 10% en 2015, y paralelamente la reducción de la mortalidad, el aumento de la esperanza de vida, el nivel de educación, el acceso a una mayor diversidad de bienes y servicios, en fin, la elevación del nivel de vida en el mundo. Todo gracias a los avances tecnológicos. Sin embargo, mientras la mayoría de países pudieron sacar a millones de la pobreza, la tasa de pobreza en zonas afectadas por fragilidad, conflictos y violencia ha subido. Arturo J. Solórzano. La evidencia del progreso en el mundo.

Como puede verse en la siguiente tabla, en los últimos 36 años el aumento de los ingresos reales en el 50% más pobre ha sido de 94%, de 43% para los que están en el medio y del 70% para el 10% más rico.

Otra consecuencia es que el mundo se encamina hacia una convergencia de ingresos entre países ricos y pobres, impulsada por la globalización, lo que la evidencia estadística muestra.

El crecimiento económico cada vez más acelerado, la reducción de la pobreza y la convergencia de ingresos entre países pobres y países ricos han ocasionado resultados diferentes en el nivel de desigualdad de ingresos a lo interno de los países. En términos generales, mientras en los países de alto ingreso tal desigualdad ha aumentado, en los países de menores ingresos, ha disminuido.

El informe del Banco Mundial World Inequality Report 2018 abunda en datos y gráficos que miden el progreso del ingreso según estratos de ingresos por regiones y países. En resumen, se deduce que (1) el ingreso real ha aumentado a nivel mundial; (2) el 50% de menores ingresos ha tenido un aumento real a una tasa mayor que el 10% de más altos ingresos y sustancialmente mayor al 40% de ingresos medios; (3) la brecha de ingresos entre el 50% inferior y el 10% inferior se ha reducido; (4) los mayores aumentos de ingreso se concentran en Asia Oriental y algunos otros países no desarrollados.

Usando las variaciones de ingreso del World Inequality Report 2018 y aplicándolas a un ingreso promedio mundial de $10,000 en 1980 para ejemplificar qué ha pasado con la brecha entre altos y bajos ingresos, resulta que la brecha de ingresos se ha reducido de 6.1 a 5.4 veces.

Como antes se dijo, la evidencia estadística muestra que el mundo se encamina hacia una convergencia de ingresos entre países ricos y pobres, ya que la revolución tecnológica se propaga continuamente hacia más países debido a la globalización, de modo que hoy en los países menos desarrollados el consumidor tiene acceso al uso de tecnologías que incrementan su productividad y mejoran su nivel de vida y las nuevas empresas que se instalan incorporan en sus procesos de producción y distribución las últimas tecnologías, de mayor productividad y mayor capacidad para generar valor agregado.

En este artículo, Dan Mitchell refuta con datos a los que aseguran que el crecimiento económico solamente beneficia a los ricos.

“Repetidamente he argumentado que un crecimiento más rápido es la única forma efectiva de ayudar a los menos afortunados. La guerra de clases y la redistribución , por el contrario, no son efectivas . Dichas políticas se basan en la falacia de que la economía es un pastel fijo, y los defensores de este punto de vista se fijan en la desigualdad porque creen erróneamente que un ingreso adicional para los ricos significa menos ingresos para los pobres.

Hoy, veamos algunos números que prueban que una fijación en la desigualdad es errónea. La Oficina del Censo publicó su informe anual sobre Ingresos y pobreza en los Estados Unidos . Esa publicación incluye datos que muestran ganancias anuales ajustadas por inflación por quintil de ingresos entre 1967-2017.

Para ver si mis amigos izquierdistas tienen razón acerca de que los ricos se hacen más ricos a expensas de los pobres, calculé el cambio porcentual anual para cada quintil. He aquí, los datos muestran que hay un patrón muy claro que muestra cómo todos los quintiles de ingresos tienden a aumentar y disminuir al mismo tiempo.

Evolución del ingreso por quintiles en EEUU

La lección de estos datos es clara. Si desea políticas que ayuden a los pobres, también serán políticas que ayuden a la clase media y a los ricos. Y si odias a los ricos, debes darte cuenta de que las políticas que los perjudiquen seguramente también perjudicarán a los menos afortunados. Otra lección es que a todos los quintiles de ingresos les fue particularmente bien durante los años ochenta y noventa, cuando prevalecieron las políticas de libre mercado.” Dan Mitchell. One Image that Underscores Why Growth Is the Most Effective Way to Help the Poor.  Sept. 2018.

Más información sobre la relación entre crecimiento económico y reducción de pobreza puede encontrar en el Apéndice: La riqueza ha aumentado y la pobreza ha disminuido

La desigualdad entre países ricos y pobres y la desigualdad dentro de los países se explica principalmente por la concentración de empresas de gran tamaño. Este tipo de empresas están principalmente en los países ricos, que venden a mercados globales. El crecimiento de las empresas es imprescindible para el crecimiento económico, y este a su vez, para reducir la pobreza.

La acumulación de capital implica desigualdad, pero también es la única manera de elevar el nivel de vida de todos, como lo expresó Mises hace más de 70 años:

“El principio fundamental de aquellos economistas verdaderamente liberales que hoy en día son generalmente abusados como ortodoxos, reaccionarios y realistas económicos, es este: no hay medios para elevar el nivel de vida general que no sea acelerar el aumento del capital en comparación con la población. Todo lo que el buen gobierno puede hacer para mejorar el bienestar material de las masas es establecer y preservar un entorno institucional en el que no haya obstáculos para la acumulación progresiva de nuevo capital y su utilización para la mejora de los métodos técnicos de producción. El único medio para aumentar el bienestar de una nación es aumentar y mejorar la producción de productos.

…La desigualdad de ingresos y fortunas es esencial en el  capitalismo. Los progresistas consideran las ganancias como objetables. La existencia misma de las ganancias es, a sus ojos, una prueba de que las tasas salariales podrían aumentarse sin dañar a nadie más que a los parásitos ociosos. Hablan de ganancias sin lidiar con su corolario, la pérdida. Las ganancias y pérdidas son los instrumentos por medio de los cuales los consumidores mantienen un estricto control sobre todas las actividades empresariales. Una empresa rentable tiende a expandirse, una no rentable tiende a reducirse.

…La tendencia inherente de la evolución capitalista es elevar las tasas de salarios reales de manera constante. Este resultado es el efecto de la acumulación progresiva de capital mediante la cual se mejoran los métodos tecnológicos de producción. Cada vez que se detiene la acumulación de capital adicional, esta tendencia se detiene.

…No hay medios para elevar la altura de las tasas salariales y el nivel de vida general más que acelerando el aumento de capital en comparación con la población. El único medio para aumentar las tasas salariales de forma permanente para todos aquellos que buscan trabajo y ansiosos por ganar salarios es aumentar la productividad del esfuerzo industrial al aumentar la cuota per cápita de capital invertido.

…La filosofía que subyace al sistema de impuestos progresivos es que los ingresos y la riqueza de las clases acomodadas se pueden aprovechar libremente. Lo que los defensores de estas tasas impositivas no se dan cuenta es que la mayor parte de los ingresos gravados no se habrían consumido, sino ahorrado e invertido. De hecho, esta política fiscal no solo evita la acumulación adicional de nuevo capital. Provoca la desacumulación de capital.»  Ludwig von Mises. Planning for Freedom. 1952, 1974, 2017.

La desigualdad en la era post industrial surge, a diferencia de la era anterior, no por tomar partes más grandes de un pastel limitado, sino por tomar partes de un pastel en crecimiento, que se vuelven más grandes en la medida que el pastel crece.  La desigualdad se produce por el crecimiento del tamaño de los activos de las empresas y del tamaño de sus ingresos. Solo empresas grandes, con economías de escala, pueden reducir precios para servir mercados globales. Las empresas pequeñas no pueden hacerlo.

En efecto, aquellas empresas líderes en la implementación de cambios tecnológicos encuentran una demanda mundial ávida de consumir los nuevos bienes y servicios y es el gran tamaño de la demanda el que hace surgir y crecer rápidamente a grandes empresas. La riqueza concentrada está pues, invertida principalmente en esas grandes empresas. No está almacenada en una bóveda de Rico McPato. Está en los activos de las empresas multinacionales.

Y esas empresas multinacionales no han estado ahí toda la vida, han venido surgiendo con el tiempo, debido principalmente a innovaciones. Otras han perecido, desplazadas del mercado. No hay monopolios que puedan ser eternos. El proceso de destrucción creativa en el capitalismo, del que hablaba Schumpeter, es inexorable.

Un popular meme que circula por Internet es ilustrativo de la innovación para satisfacer al cliente como fuente del nacimiento y crecimiento de las empresas y la desaparición de otras:

La dinámica del capitalismo es la continua creación de riqueza, impulsada por la innovación. La obtención de ganancias es el indicador de que una empresa está realmente satisfaciendo las necesidades de los consumidores. Las que no lo hacen tienen pérdidas y desaparecen. La desigualdad de ingresos es consecuencia natural de la actividad empresarial. La acumulación continua de ganancias conduce a la concentración de capital, resultando desigualdad de riqueza acumulada, pero al mismo tiempo, es la fuente de la inversión, de nuevos y más variados bienes y servicios, más baratos y de mejor calidad y también la fuente de mejores salarios.

(Este es un segmento del artículo Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza)

Teorías y propuestas recientes que atacan la desigualdad de ingresos y riquezas y sus falacias

Ninguna economía puede crecer y desarrollarse sino crecen también las empresas, la unidad básica de toda economía. En la dinámica económica global, las empresas más grandes son las que alcanzan las economías de escala necesarias para competir en los mercados y ofrecer bienes y servicios para más consumidores con mayor calidad y menores precios. No todas lo logran ni todas necesariamente compiten en mercados globales. Las pequeñas y medianas empresas sirven mercados locales con bienes y servicios también necesarios y muchas también son parte de las cadenas internacionales de suministro.  La desigualdad de tamaños de las empresas no es un problema, cada una tiene un papel en el engranaje económico y en conjunto crean la riqueza e impulsan el desarrollo económico.  Por qué entonces habría de ser un problema la desigualdad de ingresos o de riqueza?  

Por otra parte, mientras más grandes las empresas, mejor remunerados son los que en ellas trabajan. La evidencia estadística lo confirma.

La riqueza no está almacenada en una bóveda de Rico McPato, está en forma de activos de empresas. No se puede redistribuir sin destruir el tejido económico. Pretender reducir la desigualdad de ingresos y riqueza pasa por hacer desaparecer a las empresas multinacionales y las empresas grandes. Suponer que la economía podría funcionar sin ellas es una ingenuidad. Es como suponer que el cuerpo humano puede funcionar extirpando las arterias y venas más gruesas.

Intentar reducir la desigualdad de riqueza solo sirve para apaciguar el sentimiento de envidia de los que propugnan por reducirla. No sirve para sacar a las personas de la pobreza.

No han faltado quienes pretenden justificar las bondades del igualitarismo y acusar a la desigualdad de todos los males con supuestos estudios científicos. El siguiente es uno de esos intentos.

Desde que el colapso de los estados socialistas en todo el mundo expuso a Karl Marx como un falso profeta, las tribus perdidas del socialismo internacional han estado vagando por los pasillos de las universidades del mundo en busca de otro mesías. En 2009, pensaron que habían encontrado uno.

…Lo que la izquierda necesitaba, por lo tanto, era un nuevo Marx, alguien que pudiera proporcionarles un riguroso análisis “científico” que pudiera sustentar una vez más sus creencias éticas. Querían que un científico social les diera la evidencia que obligaría a los oponentes a ceder ante el poder de sus argumentos. Simplemente apelar por una mayor igualdad no los llevaba a ninguna parte. Lo que anhelaban era un nuevo mesías que pudiera demostrar que una mayor igualdad no solo era deseable sino una necesidad urgente para el futuro de la humanidad. En 2009, Richard Wilkinson y Kate Pickett publicaron The Spirit Level, un libro que parecía ofrecer a los intelectuales socialistas todo lo que ansiaban.

… La tesis central de The Spirit Level es que entre las sociedades modernas, aquellos con distribuciones de ingresos más estrechas tienen un mejor desempeño en casi todos los indicadores sociales y psicológicos que aquellos con una mayor disparidad de ingresos. En una serie de gráficos, los autores mostraron cómo las personas en países más iguales parecen vivir más, menos asesinados, las tasas de alfabetización son más altas, las enfermedades mentales son más bajas y la confianza es más fuerte. Estos hallazgos fueron reforzados por su análisis de los 50 estados de EE. UU., Que aparentemente mostraron que aquellos con la mayor desigualdad de ingresos generalmente tienen los peores resultados sociales y psicológicos.

El punto crucial en la afirmación de Wilkinson y Pickett fue que casi todos se benefician de una mayor igualdad. No son solo los pobres cuyas vidas se ven reforzadas por la redistribución radical del ingreso, los ricos también ganan porque los seres humanos evolucionaron para compartir. En las sociedades capitalistas modernas, la naturaleza humana está distorsionada por la competencia y la adquisición, lo que resulta en una gran frustración, agresión e infelicidad.2 La igualdad es la solución y beneficia a las personas en toda la sociedad, de arriba a abajo.

Este análisis pareció quitar la alfombra de debajo de los pies de los conservadores de los pequeños estados y los liberales del laissez-faire por igual. ¿Cómo podría alguien oponerse a la redistribución radical del ingreso si se puede demostrar, con evidencia científica, que aumenta la felicidad de todos?

…Pero cuando llegué a mirar la evidencia de Wilkinson y Pickett poco después de que se publicara The Spirit Level, pronto me di cuenta de que el libro está construido sobre los cimientos más endebles. No soy estadístico, pero sí entiendo las reglas básicas de correlación y regresión (los procedimientos en los que se basan los autores). Los errores estadísticos en The Spirit Level son obvios y fundamentales. O los comentaristas de izquierda y los expertos no se dan cuenta de esto, o no les importa.

…La distribución del ingreso es un tema legítimo para el debate político. Pero el debate no debe estar contaminado por estadísticas inestables y correlaciones espurias. Como sostuve en el Capítulo I, existen fuertes argumentos éticos a favor y en contra de una redistribución de ingresos más igualitaria, y es apropiado que estos argumentos sean transmitidos y examinados críticamente. Sin embargo, lo que no debe permitirse es que los científicos sociales se adelanten a este debate con afirmaciones espurias de que los problemas pueden resolverse mediante la manipulación de algunas estadísticas.

… Todo esto solo confirma mi creencia de que su libro es más una obra de propaganda que una ciencia social seria, ya que incluso cuando sus hallazgos han sido refutados, siguen repitiéndolos. Peter Saunders, When Prophecy Fails. 2011.

Hoy tenemos la versión 2.0 de El Capital de Marx, El Capital en el siglo XXI de Piketty. que ha tenido una amplia difusión mundial, con sus predicciones de un futuro de alta concentración de la riqueza y sus recomendaciones de política, que incluyen un impuesto mundial al capital y una alta tasa de impuesto sobre la renta.

A diferencia de Marx, Piketty no aboga por eliminar a los capitalistas, sino por confiscar la mayor parte de sus ganancias. Para la izquierda, provee la justificación teórica actualizada para su lucha contra el capitalismo.

“El Capital en el siglo XXI” es sin duda un gran libro -tanto en su extensión de 700 páginas, como en sus ambiciones – y es en muchas formas varios libros diferentes en uno: una revisión histórica de la evolución y composición del producto, el ingreso y el stock de capital de un grupo de países desarrollados desde el siglo XVIII; un tratado puramente teórico acerca de la dinámica de la [relación capital-ingreso] ( K / Y) en el muy largo plazo; una revisión de la evolución de la distribución del ingreso (especialmente de la concentración de los más ricos); y, por último, un compendio de la razón capital-ingreso y recomendaciones de política de alcance global.

… Piketty se acomete a mostrar como los ricos concentran su riqueza y cómo ha sido su evolución a través del tiempo. Además, el autor, al explicar las condiciones para que la desigualdad exista, persista, desaparezca y vuelva a existir, insiste que el origen de la desigualdad proviene de la riqueza heredada. En concreto, argumenta que habría dos formas de alcanzar una sociedad muy desigual. La primera es a través de una “sociedad híper patrimonial” o “sociedad de rentas”, en la primera la herencia es muy importante y la concentración es extrema, como por ejemplo, la Belle Époque en Francia. La segunda forma de alcanzar la desigualdad extrema fue creada en las últimas décadas en Estados Unidos y es explicada por las sociedades híper meritocráticas, de “súper estrellas” o de “súper manager”. Este tipo de sociedad se caracteriza por que algunos pocos reciben salarios muy altos. El rompecabezas parece completo, y la consecuencia evidente: … el mundo será cada vez más desigual, en palabras del autor: “una espiral desigualitaria” que podría poner en jaque la sociedad democrática. Frente a este preocupante futuro presenta una de las recomendaciones de su trabajo que más han llamado la atención: un impuesto global al capital. En un mundo globalizado, donde el capital se mueve de país en país, el autor estima que la única forma de gravarlo “adecuadamente” sería a través de un impuesto global, para el cual todos los países compartirían registros, de manera de conocer el patrimonio total de los individuos sin importar el lugar donde este pueda encontrarse invertido. Esto, tal como inmediatamente reconoce el autor, no es aplicable o realista en el contexto actual. Paulina Henoch, Francisco Klapp. “Resumen y Críticas a “El Capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty, 2015.

Más allá de las críticas a las conclusiones de Piketty en base a los datos utilizados, la crítica central que se le hace es ignorar en su obra el aumento del nivel de vida y la reducción de la pobreza en el mundo, centrándose en un análisis de la distribución de la riqueza en países desarrollados.

La primera de estas falencias es a nivel conceptual incluso antes de entrar en la pertinencia de sus modelos y proyecciones, expuesto con erudición en McCloskey (2014), es que el libro se preocupa exclusivamente por la desigualdad en la distribución de la riqueza y los ingresos, prácticamente olvidando el salto en el nivel de vida -sin precedentes- de la mayor parte de los ciudadanos, pero especialmente de los más pobres. En la lógica del autor, pareciese que “El Gran Enriquecimiento”, como denomina McCloskey al aumento del estándar material de vida que ha ocurrido en el mundo desde la revolución industrial, fuese prácticamente irrelevante y un fenómeno secundario en comparación al potencial aumento en la participación del capital que socavaría las bases de las democracias avanzadas (pero que aún no habría ocurrido).

A esto se agrega un segundo problema, Piketty parece estar sólo preocupado por la -aparente o potencial- desigualdad al interior de los países más ricos del mundo, olvidando que a nivel de los individuos el mundo parece ser un lugar cada vez más igualitario. La apertura del comercio mundial puede haber destruido empleos industriales en el mundo desarrollado, pero también ha logrado que cientos de millones de trabajadores del mundo en vías de desarrollo se integren a los mercados mundiales, con la consecuente reducción mundial de la más extrema pobreza. Sala-i-Martin (2006) y (2010) presenta distribuciones de ingreso a nivel mundial con una inequívoca conclusión: a nivel mundial se aprecia convergencia. Piketty nunca presenta su ética que justificaría el mirar sólo al interior de los países más prósperos del mundo, en desmedro de la humanidad completa, al estudiar el fenómeno de la desigualdad. Paulina Henoch, Francisco Klapp. “Resumen y Críticas a “El Capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty, 2015,

En efecto, el análisis concentrado en los países ricos no deja apreciar que la reducción de la pobreza se ha concentrado fuertemente en Asia Oriental, particularmente China por su tamaño. Cienes de millones ha salido de la pobreza en esos países, de modo que el “derrame” de riqueza ha sido desde occidente hacia oriente principalmente.

Una crítica aún más fuerte acusa a Piketty y otros destacados críticos de la desigualdad de sostener posiciones sesgadas en una publicación de mayo de 2019:

Piketty y Oxfam
… ¿Cuáles son sus motivos? Bueno, es una muy buena pregunta. Su motivo es sencillo. Esta es la nueva frontera ideológica, y por eso la considero como una cuestión que ahora necesita la mayor parte de la atención de los intelectuales, especialmente de los que nos preocupamos por las libertades [liberty] y la libertad [freedom] humana y el progreso humano y el bienestar humano. Pero permítanme decirles lo reprobables que son lo que yo llamo los adictos a la desigualdad – Piketty y Oxfam siendo los dos más famosos, pero por supuesto hay muchos otros. Observan mil millones de seres humanos que surgen de la indigencia. En ninguna parte de su literatura, en las 600 páginas de Piketty o en el sitio web de Oxfam, hacen una pregunta muy simple: ¿qué fue lo que llevó a esto? Si están interesados en la pobreza, ¿empezarán diciendo: dónde se ha aliviado más la pobreza, qué ha pasado, qué ha provocado esto? No tienen ningún interés en esa pregunta. Por el contrario, si hicieran esa pregunta, descubrirían que es debido a las políticas de libre mercado, la liberalización, la privatización, la reducción del gasto público, la reducción del papel del gobierno y la liberación de los mercados. Eso no les interesa, porque va en contra de su sesgo ideológico. Oxfam tiene la temeridad de decirle a los países del mundo cómo gravar y cómo distribuir la riqueza, especialmente en los países donde hay menos pobreza, los países a los que todos los más pobres del mundo quieren emigrar.

Este es el último tambor ideológico a batir para los oponentes de la libertad. Hasta hace poco era el cambio climático. Antes de eso eran debates anticuados: capitalismo versus socialismo. Esta es la nueva frontera ideológica. Están mintiendo sobre la desigualdad, generando – ni siquiera puedo llamarlo exageraciones. Es simplemente un idiota. Es una completa tontería. Leon Louw. “Should We Be Obsessed with “Inequality”? En “AOC is Wrong” por Tom Woods.

Piketty vuelve a la carga con un nuevo libro “Capital e ideología” recién publicado en septiembre de 2019 y que parece responder a Louw al afirmar que la desigualdad tiene un origen ideológico y político.

“La desigualdad no es económica ni tecnológica: es ideológica y política. Esta es quizás la conclusión más obvia de la investigación histórica presentada en este libro. En otras palabras, el mercado y la competencia, los beneficios y los salarios, el capital y la deuda, los trabajadores cualificados y no cualificados, los nacionales y los extranjeros, los paraísos fiscales y la competitividad, no existen como tales. Son construcciones sociales e históricas que dependen enteramente del sistema legal, fiscal, educativo y político que elegimos implementar y de las categorías que establecemos. Estas elecciones se refieren ante todo a las representaciones que cada sociedad tiene de la justicia social y de la economía justa, y de las relaciones de fuerza político-ideológicas entre los diferentes grupos y discursos implicados. Lo importante es que estas relaciones de fuerza no son sólo materiales: son también y sobre todo intelectuales e ideológicas. En otras palabras, las ideas y las ideologías importan en la historia. Permiten constantemente imaginar y estructurar nuevos mundos y  ociedades diferentes. Múltiples trayectorias son siempre posibles.” ‘La desigualdad es ideológica y política’, afirma Piketty en su nuevo libro

La propuesta de Piketty, no tiene ninguna viabilidad razonable, por más que haya escrito 700 páginas de información y estadísticas que varios críticos han calificado de contener serios errores y sesgos. Hay que recordar que igualmente la voluminosa obra de Marx, que lleva casualmente el mismo nombre, tampoco pudo sostener como válidas las tesis centrales de sus teorías y mucho menos de sus recomendaciones que fueron probadas en la práctica y resultaron un descomunal fracaso.

En efecto, Piketty propone un impuesto mundial a la riqueza del 90% para repartirla. Esto lo dice en una entrevista:

Propone un impuesto del 90% sobre el patrimonio de los más ricos. ¿Por qué el 90% y no expropiarlos?
R. El objetivo es hacer circular la propiedad, permitir que todo el mundo acceda a ella. El impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de 120.000 euros a los 25 años. Ahora la mitad de la población no posee patrimonio. Aunque uno tenga un buen diploma y un buen salario, puede que una parte importante del salario sirva para pagar toda la vida un alquiler a hijos de propietarios y carezca de medios para crear su propia empresa.
P. ¿Todos propietarios?
R. Quiero una sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de euros, y en la que algunos que crean empresas y tienen éxito tengan unos millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero, francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya al interés general. Hoy tenemos muchos más ricos con mil millones o más en Estados Unidos que en los años sesenta, setenta u ochenta. Thomas Piketty: “Thomas Piketty: “Propongo un impuesto que permita dar a todo el mundo 120.000 euros a los 25 años

En el Apéndice hay un artículo escrito por Piketty defendiendo su teoría y otro refutándola. En esta publicación pueden verse otras de las críticas: “Las mejores críticas al trabajo de Thomas Piketty sobre la desigualdad,

La propuesta ha sido rechazada por connotados economistas. No podía ser de otra forma, pues no tiene sustento en los principios de funcionamiento del sistema económico. Es una idea descabellada y puramente ideológica. Su objetivo es dar un sustento intelectual a los movimientos radicales en el mundo, guiados por la ideología y no por la ciencia. Cualquier economista, empresario grande o pequeño o en general, cualquier persona con sentido común y razonamiento lógico visualizaría el desastre que tal idea provocaría en el caso hipotético de llevarse a cabo: acabar con cualquier incentivo para nuevas inversiones y por tanto con el proceso de creación continua de riqueza.

Aunque tal propuesta es prácticamente imposible llevarla a cabo, sus consecuencias serían desastrosas. Se pararía la inversión en investigación y desarrollo que requiere de grandes sumas de dinero por largos períodos de tiempo. El ritmo de innovación tecnológica caería en picada. Especialmente, acabaría con las inversiones en proyectos grandes y empresas que requieren economías de escala para producir y vender en el mercado internacional. El mundo retrocedería a los mercados locales, donde las empresas pequeñas y medianas pueden sobrevivir. Sería el fin del comercio internacional y el regreso a la autarquía.

La propuesta es conformar un fondo de capital universal que daría a cada persona 120,000 euros al cumplir los 25 años. Una vez repartida la riqueza de los multimillonarios, esta se gastaría principalmente en consumo. Por un tiempo el aumento del consumo podría aumentar la producción, pero una vez agotado, las nuevas inversiones caerían estrepitosamente en el mundo y las economías se derrumbarían, incrementando el desempleo y la pobreza.

Por qué digo que es prácticamente imposible llevar a cabo tal propuesta?

El problema práctico es: ¿qué se va a repartir?. La mayor parte de esa riqueza no es dinero líquido. Son los activos de las empresas grandes. Son los activos de las empresas grandes. ¿Cómo se convertirían en liquidez para repartir? ¿Se van a repartir los activos de esas empresas grandes? ¿Las máquinas, equipos, instalaciones, patentes, acciones, etc.? ¿A quiénes se le venderán para convertirlo en dinero y luego distribuirlo? Tendrían que venderse muy por debajo de su valor. ¿Quiénes querrían comprar esos activos? Solamente otros igual de ricos y para utilizarlos para el mismo fin. Pero si son igual de ricos, ¿no serían también objeto del impuesto? De lo que se deduce que no habría nadie quien los comprara.

Como vimos antes, el valor de los activos en sí mismo no es riqueza que pueda consumirse, hasta que los mismos sean liquidados y siempre a un valor mucho menor del que tenían para el propietario.  Piense en las ventas de bienes embargados por créditos no recuperados que los bancos hacen . Se venden a un menor valor y algunos no logran ser vendidos cuando no se encuentra alguien que ofrezca pagar por ellos. Eso indica que el valor depende de la necesidad y del uso que se le da al activo.  En ese proceso de cambio de dueño, los activos pierden valor y se destruye riqueza.

Pero, para qué querría alguien comprar tales activos estando vigente una ley que prohíbe la acumulación de capital? No tiene sentido. No podrían venderse y la destrucción de riqueza es absoluta. También pregúntese, en el hipotético caso de que pudiera hacerse: ¿Qué pasaría con toda la gente que trabaja en esas empresas grandes reducidas a una fracción? Quedarían en el desempleo. ¿Qué pasaría con la producción de esas empresas al ser cercenadas y cuál el efecto en la oferta de bienes y servicios en todo el mundo?   ¿Sabe usted cuántos y cuáles bienes y servicios que consume provienen de esas empresas, integradas en cadenas globales de valor con miles de otras pequeñas y medianas empresas? Ninguna empresa multinacional está integrada verticalmente como para producir autónomamente. En fin, es una completa locura sin pies ni cabeza. La producción sería mínima o cero pues desparecerían las escalas de producción que las hace funcionar.  Su oferta de bienes y servicio desaparecería.

Tendría algún resultado benéfico confiscar, como propone Piketty, hasta un 90%, de esa riqueza invertida? Aunque teóricamente fuera posible repartir esa riqueza, que como vimos antes, no lo es, solo duraría para el tiempo en que todos a los que se la reparte la consuman. Tampoco sería mucho para cada uno.  Piketty estima 120.000 euros. Pero la realidad es que las economías no tendrían capacidad para ofrecer en el mercado bienes de consumo para esa nueva demanda.  Aunque suena maravilloso que se aumente el consumo de toda la población al contar con esa cantidad de dinero en sus manos, es imposible en la realidad. Veamos por qué.

Aun suponiendo que no pasaría nada, hay otro pequeño detalle, una verdad del tamaño de un elefante. Toda economía tiene una relación determinada entre el stock de bienes de capital y el de bienes de consumo que esos bienes de capital pueden producir. Si por efecto de la desafortunada propuesta mencionada estamos reduciendo el stock de bienes de capital al confiscar la riqueza invertida, el resultado será menos bienes de consumo disponibles, no más. Menos capital invertido significa menos producción. Y ya sabemos qué resulta de una demanda incrementada versus menor disponibilidad de bienes en el mercado: inflación, que al final convertirá los 120.000 euros en cero euros en muy poco tiempo. El balance final será cero aumento en el consumo de las personas y destrucción de la capacidad productiva, que en el mediano plazo significa aumentar el nivel general de pobreza.

Un análisis sobre esta relación entre bienes de capital y de consumo y la desigualdad inherente a la misma puede verse en el artículo del cual extraigo el siguiente párrafo.

La única forma de crear más bienes de consumo es crear más bienes de capital, y a medida que la economía crece, se deben producir más bienes de capital en comparación con los bienes de consumo. Esos bienes de capital son propiedad de alguien, ya sea un pequeño número de personas ya ricas, personas recientemente ricas o un gran número de inversores de clase media. No es necesariamente el caso de que esto produzca más desigualdad en el patrimonio neto, pero puede deberse a que la capacidad de producir bienes de capital y bienes de consumo no se distribuye de manera uniforme: los que son buenos en esto terminan teniendo más.” Robert Blumen. La desigualdad es exagerada y sobrevalorada.

Otro asunto sería no confiscar la riqueza, ya que es a todas luces impráctico y autodestructivo, sino gravar más los ingresos de los más ricos. Pero de nuevo, ¿quiénes son esos? Las mismas empresas de las que estamos hablando. Actualmente, en términos absolutos, son los mayores contribuyentes al fisco. Aumentarles el impuesto a los ingresos, digamos de 30% a 60%, solo ocasionaría frenar el proceso de inversión, ya que se reduce el incentivo para invertir, con el consecuente impacto negativo en el crecimiento económico a mediano y largo plazo y en la reducción de pobreza, que es lo que importa al final.

Para ilustrar sobre el tema de los impuestos a los ingresos y sus consecuencias, transcribo estos párrafos de Dan Mitchel sobre el tema.

“Cuando los políticos intentan castigar a los ricos, somos los demás los que pagamos el precio. Como Winston Churchill dijo  “para una nación, ponerse impuestos para prosperar, es como un hombre parado en un balde y tratando de levantarse de la agarradera”.

En segundo lugar, las altas tasas impositivas sobre los ricos no generarán muchos ingresos. Como explicamos en nuestra serie de videos sobre la curva de Laffer, las altas tasas impositivas desalientan a las personas a trabajar ahorrando e invirtiendo. Esto significa que producen menos ingresos imponibles. Las altas tasas impositivas también alientan a las personas a esconderse en refugios fiscales y declarar sus ingresos de manera insuficiente. Y esta evasión fiscal también reduce los ingresos imponibles. Y si los ingresos imponibles caen lo suficiente, pueden compensar por completo el impacto de la tasa impositiva más alta, lo que significa menos ingresos.

Veamos un ejemplo del mundo real: en 1980, cuando las personas ricas fueron golpeadas con una tasa impositiva del 70%, los datos del IRS muestran que las personas que ganaron más de $ 200,000 reportaron 36 mil millones en ingresos y pagaron 19 mil millones en impuestos. Para 1988, cuando la tasa impositiva cayó al 28%, la cantidad de ingresos reportados por encima de 200,000 saltó a más de 350 mil millones de dólares, y las personas ricas pagaron 99 mil millones en impuestos, cinco veces más que cuando la tasa impositiva era mucho más alta. 

En la mayoría de los casos, aunque los aumentos de impuestos conducen a más ingresos, pero no tanto como los políticos esperan, lo que plantea la pregunta de por qué están dispuestos a imponer un gran daño a la economía, cuando obtienen tan pocos ingresos.

Por supuesto, a veces a los políticos les gustan las tasas impositivas más altas únicamente por razones de rencor. El presidente Obama dijo durante la campaña, por ejemplo, que quería aumentar la tasa de impuestos sobre las ganancias de capital incluso si el gobierno recaudaba menos dinero.

Tercero, las tasas impositivas más altas sobre los ricos no ayudarán a la clase pobre. Los tipos de la guerra de clases asumieron erróneamente que la economía es un pastel fijo, por lo que alguien como Bill Gates o Tiger Woods está ganando una gran cantidad de dinero, lo que significa que el resto de nosotros obtiene menos.” Dan Mitchell.  Five Key Reasons to Reject Class-Warfare Tax Policy.

A continuación el segmento del video con las palabras de Dan Mitchell y de la campaña de Obama al que se refiere.

¿Escuchaste a Obama?  Gravar más a los ricos no es para el propósito de recaudar dinero para aumentar los ingresos del gobierno (porque no hay tal ingreso  de ganancias sino pérdidas). Es solo por “justicia social”,

En pocas palabras, para apaciguar los sentimientos de los envidiosos.

Pero no es así como funciona el mundo real. La mejor manera de ayudar a los pobres es un crecimiento más rápido. El gráfico muestra que el PIB percápita ha aumentado dramáticamente con el tiempo. Algunas personas, por supuesto, se enriquecen más rápido que otras en una economía dinámica, pero eso no tiene nada de malo, si las personas ganan dinero con honestidad.

Aún así, en las democracias, la presión que la mayoría, los que están en los niveles bajos de ingresos, ejercen sobre los gobiernos, termina por hacer muy necesario el análisis de cuál es el balance óptimo entre crecimiento económico y desigualdad.

Como se mencionó al inicio de este artículo, “Podemos usar el sistema del gobierno, los impuestos y las transferencias para trasladar los ingresos de los ricos a los pobres, pero ese sistema es un “cubo con fugas”. Parte del dinero se pierde a medida que se mueve. Esta filtración no debería impedirnos tratar de redistribuir, … porque valoramos la igualdad. Pero debido a que también nos preocupa la eficiencia, la filtración nos detendrá antes de igualar completamente los recursos económicos.

La ineficiencia del Estado es histórica. Hay Estados más eficientes que otros en el manejo de los recursos. Eso depende en buena parte de la cultura. de cada país. Las evidencias de que el Estado en América Latina es un gran despilfarrador de recursos salieron a luz con la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de su informe insignia  “Mejor Gasto para Mejores Vidas. Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018) que muestra que cada año, la ineficiencia en el gasto de los Gobiernos de América Latina y el Caribe genera un despilfarro total de 220.000 millones de dólares, el equivalente a un 4,4% del PIB. «Esa cifra, bien invertida, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema en la región» asegura Alejandro Izquierdo, economista jefe del BID.  Para ampliación sobre este tema ver: El Estado, un problema o solución?

El marco formal que utilizan los economistas modernos para abordar este problema es el propuesto por Mirrlees (1971). En el modelo estándar de Mirrlees, las personas obtienen la utilidad del consumo C y la desutilidad del esfuerzo de trabajo L. Difieren solo de acuerdo con su productividad W. En ausencia de la redistribución del gobierno, el consumo de cada persona sería WL. Aquellos con mayor productividad tendrían mayor consumo, mayor utilidad y menor utilidad marginal. Luego, el gobierno se presenta como un planificador social benevolente con el objetivo de maximizar la utilidad total en la sociedad (o, a veces, una función de bienestar social más general que podría depender de manera no lineal de las utilidades individuales). El planificador social quiere mover los recursos económicos de aquellos con alta productividad y baja utilidad marginal para aquellos con menor productividad y mayor utilidad marginal. Sin embargo, esta redistribución es difícil de lograr, porque se supone que el gobierno no puede observar la productividad W; en cambio, solo observa ingresos WL, el producto de la productividad y el esfuerzo. Si redistribuye los ingresos demasiado, los individuos de alta productividad comenzarán a actuar como si fueran individuos de baja productividad. Los formuladores de políticas públicas se ven forzados a renunciar al primer resultado igualitario para una segunda mejor solución compatible con incentivos. Al igual que un gobierno armado con el cubo con fugas de Okun, el planificador social mirrleesiano se redistribuye hasta cierto punto, pero también permite que permanezca cierta desigualdad.

En particular, la redistribución óptima depende del grado en que el esfuerzo laboral responda a los incentivos. Si la oferta de esfuerzo es completamente inelástica, entonces el balde no tiene fugas y el planificador social puede alcanzar el resultado igualitario. Si la elasticidad es pequeña, el planificador social puede acercarse. Pero si el esfuerzo laboral responde sustancialmente a los incentivos, entonces el cubo es más como un tamiz, y el planificador social debería intentar una redistribución escasa o nula. Por lo tanto, mucho debate entre los economistas sobre la redistribución óptima se centra en la elasticidad de la oferta laboral. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

Esa elasticidad del esfuerzo depende mucho de la cultura. Hay sociedades donde se valora más el ocio,  el goce del tiempo libre en el presente y el consumo inmediato, y hay otras donde se valora más el trabajo y el ahorro para el futuro.  Incrementos en la tributación a los ingresos de negocios y capital tendrán menor efecto en las primeras y causarán mayor desincentivo en las segundas.  También, el efecto será distinto en sociedades más homogéneas o más heterogéneas. En las primeras, el impuesto se percibe más como una contribución con la que se está de acuerdo, mientras que en la segunda, se percibe más como una obligación impuesta con la que poco se está de acuerdo.

También depende del grado de confianza que los agentes económicos tienen en la eficiencia del manejo de los recursos por parte del Estado. Si la percepción es que existe mucha filtración por corrupción y uso inefectivo de los recursos en la redistribución hacia los sectores de menores ingresos, hay mayor resistencia a los impuestos y mayor nivel de evasión fiscal. Dependerá entonces de cuántos y qué tan grandes sean los huecos del balde en el ejemplo de Okun que ocasionan la fuga de recursos.

De ahí que no hay recetas que funcionen igual para todos los países, cuando se trata de determinar el nivel impositivo óptimo que no perjudique el crecimiento de la economía.

Intentar reducir la desigualdad de ingresos y de riqueza cuando esta proviene de las ganancias que las empresas logran en el mercado de manera legítima,  solo sirve para apaciguar el sentimiento de envidia de los que propugnan por reducirla. No sirve para asegurar el crecimiento económico y sacar a las personas de la pobreza.

En resumen, la gran mayoría de los ataques a la desigualdad de ingresos y a la concentración de la riqueza tienen más bien un origen ideológico y carecen de un análisis científico integrado que permita abordar el tema de manera racional, para llegar a definir políticas y líneas de acción viables que conduzcan a elevar el nivel de vida de todos.

(Este es un segmento del artículo El factor cultural como explicación del desarrollo económico)

Desigualdad: algunos enfoques relevantes

Impulsores de mercado, estructurales y de políticas en la desigualdad

Los cambios en la distribución del ingreso pueden provenir de múltiples fuentes. Las tendencias demográficas, como la estructura de edad de la población, la inmigración, el nivel educativo y la estructura del hogar pueden afectar significativamente la desigualdad (Robling y Pareliussen 2017, Danish Economic Council 2016 y NOU 2009). Las tendencias del mercado que influyen en la distribución de salarios e ingresos de capital, como el cambio tecnológico sesgado por las habilidades y la globalización ofrecen una perspectiva adicional (Danish Economic Council 2016 y Piketty 2014). Común a las dos categorías es que no se basan principalmente en políticas, a pesar de que las políticas influyen tanto en las tendencias como en la medida en que afectan la desigualdad. La redistribución a través de impuestos y transferencias altera directamente la distribución del ingreso disponible, pero también puede influir indirectamente en los ingresos del mercado al afectar los incentivos de las personas para trabajar y ahorrar (Bargain y Callan 2010). Todos los factores anteriores están interrelacionados. Como ejemplo, el envejecimiento normalmente aumentará la desigualdad de ingresos, ya que las pensiones son generalmente más bajas que las ganancias y la dispersión de las ganancias es generalmente más alta en las cohortes más antiguas, pero el efecto final depende de manera crítica del sistema de impuestos y transferencias, ahorros de pensiones y decisiones individuales de jubilación. Dada esta multitud de factores interrelacionados, cualquier análisis de las fuerzas impulsoras detrás de las tendencias de desigualdad es necesariamente solo parcial y brinda una perspectiva particular sobre la desigualdad. La desigualdad de ingresos debe verse a la luz de todos estos factores y de cómo interactúan. Los nórdicos se caracterizan por una distribución de ingresos comprimida combinada con un alto empleo. Y este alto empleo, junto con una recaudación de impuestos relativamente alta, financia las transferencias y los servicios públicos.

… La creciente dispersión salarial, especialmente para los hombres, se identifica como un fuerte impulsor común de la desigualdad en los países de la OCDE (OCDE 2011). Una lista no exhaustiva de explicaciones a este fenómeno incluye un cambio tecnológico sesgado por habilidades y tareas junto con la globalización, el debilitamiento del poder de negociación de los trabajadores, el aumento del trabajo no estándar, la naturaleza cambiante del trabajo y el debilitamiento del seguro de desempleo y la legislación de protección del empleo.

El cambio tecnológico sesgado por la habilidad donde el crecimiento del empleo se concentra en ocupaciones de alta y baja habilidad tal vez se entienda mejor como un cambio tecnológico sesgado por tareas o (rutina). Los trabajos de rutina a menudo se concentran en la parte media de la distribución de habilidades y salarios, por ejemplo en la fabricación, y se reemplazan más fácilmente por máquinas que los trabajos no rutinarios. Al mismo tiempo, los individuos altamente calificados son complementarios a las nuevas tecnologías, aumentando su productividad. Esta tendencia se ha identificado como uno de los impulsores más importantes del aumento de la dispersión salarial y, por lo tanto, de la desigualdad de ingresos en las últimas décadas (ver, por ejemplo, Autor y Dorn 2009, Goldin y Katz 2008, Goos et al. 2009 y Goos et al. 2014 ) Los avances tecnológicos aumentan la prima salarial para las personas calificadas en trabajos no rutinarios, y pueden reducir la demanda de trabajadores con tareas rutinarias de baja y media habilidad, que son relativamente fáciles de reemplazar por máquinas. El comercio, la externalización y la globalización financiera pueden tener efectos relativamente similares en la distribución del ingreso. Además, la tecnología facilita la globalización, y la globalización acelera la difusión de la tecnología. Las tareas que involucran la interacción social (por ejemplo, dentro de la atención médica o las ventas) se externalizan o reemplazan con menos facilidad por la tecnología, incluso cuando requieren habilidades bastante bajas. Los estudios empíricos generalmente encuentran efectos menos pronunciados de la globalización que del cambio tecnológico, pero la globalización puede tener efectos negativos persistentes en las regiones y comunidades afectadas (Förster y Tóth 2015, Eurofound 2017 y OECD 2017b). Un patrón de polarización, en el que las ocupaciones con salarios medios pierden su participación en el empleo por ocupaciones con salarios bajos y altos, está relativamente bien documentado en los Estados Unidos (Wright y Dwyer 2003, y Autor y Dorn 2013) y el Reino Unido (Goos y Manning 2007) . Se puede encontrar una imagen mucho más diversa en los países europeos, con polarización en algunos países (por ejemplo, Países Bajos, Francia y Alemania), y mejora en otros, con crecimiento principalmente en ocupaciones con altos salarios (por ejemplo, Italia, Portugal y Luxemburgo) hasta 2007. Durante los años de recesión de 2008 a 2013, la polarización se generalizó en todos los países europeos (Eurofound 2017).

Recientemente, el impacto del aumento del comercio con China en el empleo regional ha atraído mucha atención, especialmente en los Estados Unidos (Autor et al. 2013).

La negociación colectiva puede reducir la desigualdad al reducir la distribución salarial y al asegurar una mayor proporción del valor agregado para los trabajadores debido al mayor poder de negociación. El efecto de la negociación colectiva sobre el desempeño económico y la desigualdad depende de las características específicas del sistema de cada país, cómo interactúan con otras instituciones del mercado laboral, como la protección del empleo, el seguro de desempleo y la legislación del salario mínimo (OCDE 2017c). Sin embargo, el efecto igualador sobre los ingresos de la negociación salarial coordinada no reduce automáticamente la desigualdad de ingresos, especialmente porque la negociación salarial puede tener efectos negativos en el empleo. Los análisis empíricos encuentran efectos negativos, positivos o no concluyentes según la metodología y la cobertura del país (Förster y Tóth 2015).

A medida que la negociación colectiva comprime la estructura salarial, las primas de habilidades son relativamente bajas en los países nórdicos, pero los niveles de educación y habilidades siguen siendo determinantes poderosos del empleo (Figura 9, OCDE 2015b). Los logros educativos han aumentado sustancialmente en todos los países de la OCDE en las últimas décadas. En los países nórdicos, la gran mayoría de los jóvenes de entre 25 y 34 años ya llegaron a la educación secundaria superior en el Nordic Economic Policy Review 33 1980 y 1990 (OCDE 2017e), mientras que la expansión educativa más reciente ha tenido lugar en el nivel terciario (Figura 10 ) El impacto del aumento del logro educativo en la desigualdad es ambiguo en teoría debido a la interacción entre los efectos compositivos y la tasa de rendimiento (salario) (Knight y Sabot 1983). Las economías avanzadas generalmente han reducido la desigualdad al reducir el número de personas con solo educación básica. Un aumento en la participación con la educación superior puede aumentar la desigualdad al principio, antes de amortiguarla cuando la mayoría obtiene niveles más altos de educación (el efecto de composición). Una oferta creciente de trabajadores altamente calificados también reducirá la prima salarial (el efecto salarial). Goldin y Katz (2008) describen una “carrera entre educación y tecnología”, donde el cambio tecnológico aumenta la demanda de trabajadores con educación terciaria (ver la discusión anterior sobre el cambio tecnológico sesgado por habilidades), y la prima salarial de los trabajadores calificados aumenta si el crecimiento de su oferta no se mantiene al día con el cambio tecnológico. El aumento del capital humano es, por lo tanto, un baluarte importante contra los efectos des-igualadores del cambio tecnológico sesgado por las habilidades. El efecto general de expandir la educación superior sobre la desigualdad es, por lo tanto, una cuestión empírica, y la mayoría de los estudios, incluidos los países de la OCDE, encuentran un efecto ambiguo o igualador de los logros de educación superior (Förster y Tóth 2015, OCDE 2011, Fournier y Koske 2012 y OCDE 2017a).

Los estudios empíricos generalmente encuentran que un mercado laboral más equitativo de género reduce la desigualdad. El creciente empleo de las mujeres, las horas de trabajo y una mayor proporción de mujeres que trabajan en trabajos calificados en conjunto han frenado la desigualdad en casi un punto de Gini en promedio en un subconjunto de países de la OCDE, sin incluir a los países nórdicos (OCDE 2011).

Los países de la OCDE han visto cambios demográficos significativos en las últimas décadas, y los países nórdicos no son la excepción. El envejecimiento, el cambio de las estructuras familiares, el apareamiento selectivo, el aumento del nivel educativo (ver sección anterior) y la inmigración han afectado la distribución de los ingresos, pero con una variación considerable en el momento y la fuerza de estas tendencias. Además, estas tendencias interactúan con las fuerzas del mercado, las instituciones y la redistribución, de modo que la desigualdad resultante de las tendencias demográficas comparables no es uniforme en todos los países, incluso en los países nórdicos.

El número de hogares de un solo adulto ha crecido sustancialmente en la mayoría de los países de la OCDE (Figura 12). Esto tiende a aumentar la desigualdad, ya que estos hogares a menudo tienen ingresos relativamente bajos y porque reduce la distribución general de ingresos entre los miembros del hogar. En los países nórdicos, la proporción de hogares de un solo adulto y hogares de parejas sin hijos ha aumentado desde niveles iniciales altos desde principios de la década de 1990, especialmente en Suecia y Finlandia. Se ha demostrado que el cambio en la composición de los hogares contribuye significativamente a la desigualdad en estudios individuales para los Estados Unidos, Alemania y Canadá (Förster y Tóth 2015), y también ha aumentado sustancialmente la desigualdad en los países nórdicos de 1995 a 2013, con el mayor impacto en Noruega (Pareliussen y Robling 2018).  . Increasing Income Inequality in the Nordics. Nordic Economic Policy Review 2018.

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No es fácil desenredar la compleja red de factores detrás de la brecha creciente entre ricos y pobres. Los cambios estructurales en juego incluyen cambios tecnológicos, una mayor integración del mercado, cambios institucionales (regulación del mercado de productos) y cambios sociales (como el envejecimiento y las nuevas formas de hogar).

La globalización ha sido muy debatida como la principal causa de la ampliación de las desigualdades. Desde un punto de vista político, los sentimientos proteccionistas se han visto impulsados ​​por la observación de que los beneficios de los aumentos de productividad en las últimas dos décadas se acumularon principalmente, en algunos casos, exclusivamente, a trabajadores altamente calificados y altamente educados en los países de la OCDE, dejando a las personas con menos ingresos. habilidades que luchan. Junto a la globalización, hay otras explicaciones igualmente plausibles para la creciente desigualdad en la distribución del ingreso del mercado. El progreso tecnológico en particular se cita a menudo. Por ejemplo, los avances en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a menudo se consideran sesgados por las habilidades y, por lo tanto, factores que aumentan la desigualdad.

Los mercados laborales se han transformado profundamente por la interacción de la globalización, el cambio tecnológico y las reformas regulatorias. Estos cambios han tenido un gran impacto en las ganancias y los ingresos, el motor más importante de la desigualdad de ingresos [4]. Las personas con habilidades en sectores de alta demanda como TI o finanzas han visto aumentar sus ganancias significativamente, especialmente en el extremo superior de la escala, donde los salarios y bonos basados ​​en el rendimiento se han generalizado. Mientras tanto, en el otro extremo de la escala, los salarios de los trabajadores con bajas habilidades no se han mantenido.

Los cambios en los ingresos y en las condiciones del mercado laboral se han identificado como los impulsores directos más importantes de las crecientes desigualdades de ingresos [4]. Esto está relacionado, en particular, con los cambios en la distribución de los salarios brutos, que se han dispersado en la mayoría de los países de la OCDE en los últimos 25 años. Sin embargo, también está vinculado a los cambios en los patrones de empleo, las condiciones de trabajo y las estructuras del mercado laboral. Por ejemplo, los niveles crecientes de trabajo no estándar, como el trabajo a tiempo parcial, el trabajo informal y el trabajo con contratos temporales, pueden ayudar a explicar el rompecabezas de la creciente desigualdad a pesar del crecimiento agregado del empleo antes de la crisis económica mundial.

El período también ha sido testigo de reformas de los sistemas impositivos que han reducido las tasas impositivas marginales para los que ganan más. Además, los impuestos y los beneficios han tendido a redistribuir menos en el período comprendido entre mediados de la década de 1990 hasta la crisis (ver más abajo). Estos factores, junto con una serie de tendencias demográficas y sociales, son clave para comprender el aumento a largo plazo de la desigualdad de ingresos en los países de la OCDE [2,4]. Celine Thévenot. Inequality in OECD countries. Scandinavian Journal of Public Health, 2017; 45(Suppl 18): 9–16.

Las consecuencias de los altos niveles de Desigualdad

La desigualdad de ingresos alta y a menudo creciente en tantos países ha renovado el interés de los encargados de formular políticas. Los altos niveles de desigualdad pueden ser motivo de preocupación por razones éticas (justicia) o políticas (falta de confianza). Pero los altos niveles de desigualdad también pueden ser una preocupación por razones económicas, más allá de su impacto en los resultados sociales.

La evidencia empírica se ha mezclado hasta hace poco sobre cuál de las fuerzas opuestas domina y en qué país. La investigación en la OCDE [2] encuentra evidencia consistente de que el aumento a largo plazo en la desigualdad de los ingresos disponibles observado en muchos países de la OCDE ha frenado significativamente el crecimiento a largo plazo. Además, muestra que los esfuerzos para reducir la desigualdad a través de la redistribución, por lo general, ciertas formas de impuestos y beneficios, no conducen a un crecimiento más lento (confirmando resultados similares en [6]). El análisis de la OCDE, que se basa en datos de 31 países de la OCDE, que abarca el período 1970-2010, encuentra que la desigualdad de ingresos tiene un impacto considerable en el crecimiento. Entre 1985 y 2005, por ejemplo, la desigualdad aumentó en más de 2 puntos Gini en promedio en 19 países de la OCDE (de 0.29 a 0.31), un aumento estimado que redujo 4.7% del crecimiento acumulado entre 1990 y 2010 [2].

El mayor factor encontrado para el impacto de la desigualdad en el crecimiento es la brecha entre los hogares de bajos ingresos y el resto de la población. Esto es cierto no solo para las personas con ingresos más bajos, el 10% inferior, sino para una franja mucho más amplia de personas con bajos ingresos, el 40% inferior. Por lo tanto, contrarrestar el efecto negativo de la desigualdad en el crecimiento no se trata solo de abordar la pobreza sino de abordar los bajos ingresos de manera más amplia.

El mecanismo dominante a través del cual la desigualdad parece afectar el crecimiento es frenar las oportunidades para los pobres y las clases medias bajas. A las personas cuyos padres provienen de grupos socioeconómicos bajos les va peor en la escuela que las personas de grupos socioeconómicos más altos. Y esto es cierto en al menos tres áreas, a saber, nivel educativo, habilidades y empleo.

A medida que aumenta la desigualdad, los resultados de las personas de los grupos inferiores disminuyen aún más (Figura 4). En promedio, alrededor del 40% de las personas con antecedentes de educación parental alta y alrededor del 30% de un nivel medio de educación parental se gradúan de la universidad. Celine Thévenot. Inequality in OECD countries. Scandinavian Journal of Public Health, 2017; 45(Suppl 18): 9–16.

Las desigualdades de hoy son signos de que el capitalismo democrático está bajo amenaza

También pensaremos en cómo podríamos abordar las inquietudes sobre la desigualdad y qué inquietudes deben abordarse. Si la preocupación por la desigualdad es simplemente envidia, como a menudo afirma la derecha, quizás sea mejor abordar la preocupación que la desigualdad. Si la desigualdad proviene de incentivos que funcionan para unos pocos pero benefician a muchos, entonces es posible que queramos documentar mejor la necesidad de incentivos y lo que hacen para la economía en general. Si los trabajadores están perdiendo porque el gobierno corporativo está establecido para favorecer a los accionistas sobre los trabajadores, o porque la disminución de los sindicatos ha favorecido el capital sobre el trabajo y está socavando los salarios de los trabajadores a expensas de los accionistas y ejecutivos corporativos, entonces tenemos que cambiar las normas. ¿Por qué las innumerables diferencias entre hombres y mujeres son tan persistentes y tan difíciles de borrar?

… A riesgo de grandiosidad, creo que Las desigualdades de hoy son signos de que el capitalismo democrático está amenazado, no solo en los EE. UU., donde las nubes de tormenta son más oscuras, sino en gran parte del mundo rico, donde una o más políticas, economías y salud están cambiando de manera preocupante. No creo que el capitalismo democrático sea irreparable ni que deba ser reemplazado; Soy un gran creyente de lo que ha hecho el capitalismo, no solo para los miles de millones de personas que han sido sacados de la pobreza en el último medio siglo, sino también para todos los demás que también hemos escapado de la pobreza y las privaciones durante los últimos años. dos siglos y medio. También proporciona nuestros trabajos y la abundancia de bienes y servicios que damos por sentado. Y Milton Friedman, cuya visión del capitalismo con ojos estrellados tiene mucho de qué responder, no estaba completamente equivocado cuando ensalzó la libertad que los mercados libres pueden brindar.

….La desigualdad ha aumentado no solo debido a la generación de riqueza a partir de la innovación o la creación, sino también a través de transferencias ascendentes de los trabajadores. No es la desigualdad en sí la que perjudica a las personas, sino los mecanismos de enriquecimiento.

…Creo que las personas que se hacen ricas es algo bueno, especialmente cuando trae prosperidad a los demás. Pero el otro tipo de hacerse rico, “tomar” en lugar de “hacer”, buscar rentas en lugar de crear, enriquecer a unos pocos a expensas de muchos, sacar la libertad de los mercados libres, es burlarse de la democracia. En ese mundo, la desigualdad y la miseria son compañeros íntimos. Sir Angus Stewart Deaton. “Today’s Inequalities Are Signs That Democratic Capitalism Is Under Threat” (2019)

Hacia la superación del capitalismo

La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”, escribían Engels y Marx en 1848 en el Manifiesto del Partido Comunista. La afirmación sigue siendo pertinente, pero tengo la tentación de reformularla de la siguiente manera como resultado de esta investigación: la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de las ideologías y de la búsqueda de la justicia. Dicho de otro modo, las ideas y las ideologías cuentan en la historia. La posición social, por muy importante que sea, no basta para forjar una teoría de la sociedad justa, una teoría de la propiedad, una teoría de las fronteras, una teoría de la fiscalidad, de la educación, de los salarios o de la democracia. Sin respuestas concretas a estas cuestiones complejas, sin una estrategia clara de experimentación política y de aprendizaje, las luchas sociales no conducen a un resultado político definido; en ocasiones pueden conducir, una vez en el poder, a construcciones políticas e ideológicas todavía más opresivas que las que se pretendía dejar atrás.

La historia del siglo XX y del desastre comunista obliga hoy a un estudio minucioso de los regímenes desigualitarios y de sus respectivas justificaciones, sobre todo de los mecanismos institucionales y de los modos de organización socioeconómica que permiten realmente la emancipación individual y social. La historia de la desigualdad económica no se reduce a la eterna confrontación entre los opresores del pueblo y sus orgullosos defensores. De un lado y de otro, la historia de la desigualdad se apoya en construcciones intelectuales e institucionales sofisticadas que no siempre están exentas de cierta hipocresía y de la voluntad, por parte de los grupos dominantes, de perpetuarse. A diferencia de la lucha de clases, la lucha de ideologías está basada en el conocimiento y las experiencias compartidas, en el respeto al otro, en la deliberación y en la democracia. Nadie tendrá jamás la verdad absoluta sobre cómo se define la riqueza justa, las fronteras justas, la democracia justa, la fiscalidad justa o la educación justa. La historia de las sociedades humanas es también la historia de la búsqueda de la justicia. Sólo el análisis minucioso de las experiencias históricas y personales, abierto a la más amplia deliberación, puede hacer que se progrese en esa dirección.

Ahora bien, la lucha de las ideologías y la búsqueda de la justicia pasan también por la manifestación de posiciones claramente definidas y de antagonismos asumidos. Partiendo de las experiencias analizadas en este libro, estoy convencido de que es posible superar el capitalismo y la propiedad privada y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social. Esto pasa principalmente por desarrollar un régimen de propiedad social y temporal que repose, por una parte, en la limitación y la distribución (entre accionistas y asalariados) de los derechos de voto y de poder en las empresas y, por otra parte, en una fiscalidad fuertemente progresiva sobre la propiedad, en una dotación universal de capital y en la circulación permanente de la riqueza. También pasa por la fiscalidad progresiva sobre la renta y por un sistema de regulación colectiva de las emisiones de carbono que contribuya a la financiación de los seguros sociales y de una renta básica, así como por la transición ecológica y un sistema educativo verdaderamente igualitario. La superación del capitalismo y la propiedad privada también pasa por organizar la mundialización de otra manera, con tratados de cooperación al desarrollo que giren en torno a objetivos cuantificados de justicia social, fiscal y climática, cuyo cumplimiento condicione el mantenimiento de los intercambios comerciales y de los flujos financieros. Una redefinición del marco legal como ésta exige la retirada de un cierto número de tratados en vigor, en particular los acuerdos de libre circulación de capitales puestos en marcha desde los años 1980-1990 y su sustitución por nuevas reglas basadas en la transparencia financiera, la cooperación fiscal y la democracia transnacional. Algunas de estas conclusiones pueden parecer radicales. En realidad, son una continuación del movimiento hacia el socialismo democrático que se inició a finales del siglo XIX y que ha supuesto una profunda transformación del sistema legal, social y fiscal. La fuerte reducción de las desigualdades observada a mediados del siglo XX fue posible gracias a la construcción de un Estado social basado en una relativa igualdad educativa y en un cierto número de innovaciones radicales, como la cogestión germánica y nórdica o la progresividad fiscal a la anglosajona. La revolución conservadora de la década de 1980 y la caída del comunismo interrumpieron este movimiento y contribuyeron a que el mundo entrase, a partir de los años 1980-1990, en un periodo de fe indefinida en la autorregulación de los mercados y casi de sacralización de la propiedad. La incapacidad del movimiento socialdemócrata para superar el marco del Estado nación y renovar su programa, en un contexto caracterizado por la internacionalización de los intercambios comerciales y por la terciarización educativa, también ha contribuido al hundimiento del sistema izquierda-derecha que permitió la reducción de las desigualdades durante la posguerra.

Frente a los desafíos que plantean tanto el aumento histórico de la desigualdad como el rechazo a la mundialización y el desarrollo de nuevas formas de repliegue identitario, la toma de conciencia de las limitaciones del capitalismo mundial desregulado se ha acelerado tras la crisis financiera de 2008. Las reflexiones orientadas a poner en marcha un nuevo modelo económico, que sea equitativo y al mismo tiempo sostenible, han retomado su curso. Los elementos reunidos en este libro bajo la etiqueta de socialismo participativo y de federalismo social en gran medida no hacen más que retomar las transformaciones en curso en diferentes partes del mundo y ubicarlas en una perspectiva histórica más amplia.

La historia de los regímenes desigualitarios muestra hasta qué punto esas transformaciones políticas e ideológicas no deben abordarse de manera determinista. Siempre son posibles diferentes trayectorias, en función de los equilibrios de fuerza entre, por una parte, el curso de los acontecimientos en el corto plazo y, por otra, los cambios de mentalidad de más largo plazo (que a menudo surgen como verdaderos catálogos de ideas en los momentos de crisis). El riesgo de una nueva oleada de competencia exacerbada y dumping fiscal y social es desgraciadamente real, con un posible endurecimiento del repliegue nacionalista e identitario, que es visible tanto en Europa y en Estados Unidos como en la India, Brasil o China.

Thomas Piketty. Hacia la superación del capitalismo. Nov. 2019.

Desigualdad y Concentración del Capital

“El Capital en el siglo XXI” es sin duda un gran libro -tanto en su extensión de 700 páginas, como en sus ambiciones – y es en muchas formas varios libros diferentes en uno: una revisión histórica de la evolución y composición del producto, el ingreso y el stock de capital de un grupo de países desarrollados desde el siglo XVIII; un tratado puramente teórico acerca de la dinámica de la razón capital-ingreso ( K /Y ) en el muy largo plazo; una revisión de la evolución de la distribución del ingreso (especialmente de la concentración de los más ricos); y, por último, un compendio de recomendaciones de política de alcance global.

La obra, que comienza con una definición de las variables relevantes (PIB, Ingreso, Capital) que estudiará y sobre las que eventualmente construirá sus conclusiones, rápidamente y con cierta grandilocuencia, presenta lo que el autor denomina “La Primera Ley Fundamental del Capitalismo”, la participación de las rentas del capital dependen de la rentabilidad y la cantidad relativa del mismo, la cual denota con la formula:

α = r * β

Donde α es la participación del capital en el ingreso nacional (“lo que se llevan del ingreso nacional los capitalistas”), β la razón capital-ingreso (K /Y ), y r la tasa de retorno (neta) del capital. Naturalmente se trata de una identidad contable más, pero que jugará un importante rol en la narrativa que construirá el autor.

Al definir capital supone:

Capital Nacional= Tierra Agrícola + Viviendas + Otro Capital Doméstico + Capital Neto Extranjero

Donde las Viviendas incluyen el terreno sobre el cual son construidas; Otro Capital Doméstico incorpora las construcciones y terrenos usados en negocios maquinaria, computadores, patentes y otros; y Capital Neto Extranjero, que se refiere a propiedad de nacionales sobre activos en el extranjero menos los activos de extranjeros en el país

Tras esto se introduce otro de los elementos que definirán las conclusiones y preocupaciones del autor en lo que resta del libro: sus proyecciones para el escenario central del crecimiento mundial del producto y la población para el siglo XXI. Éstas son construidas por Piketty a partir de las tasas de crecimiento de la población estimadas por Naciones Unidas, además de suponer un proceso de convergencia para el crecimiento de los países menos desarrollados que implica que en 2050 igualarían la velocidad de crecimiento del mundo desarrollado –frontera tecnológica-, la cual el autor estima ligeramente por encima del 1%, basado en sus largas serie de datos. Aquí nos aclara Piketty, como hará repetidas veces a través del libro, que las elevadas tasas de crecimiento observadas especialmente desde 1950, son absolutamente irrepetibles y excepcionales, pues no son más que un fenómeno de convergencia de Europa con EE.UU. tras la destrucción de la I° y II° Guerra Mundial, a lo que se ha sumado el proceso de convergencia de las economías menos desarrolladas como China y Asia Emergente.

Habiendo presentado la evolución de la razón capital-ingreso, y para intentar responder la pregunta respecto al comportamiento de ésta en el largo plazo, postula lo que denomina “La Segunda Ley Fundamental del Capitalismo”, la cantidad relativa de capital dependerá del ahorro e inversamente del crecimiento, que define como:

β = s / g

Donde β, al igual que en la “Primera Ley”, es la razón capital-ingreso; es la tasa de ahorro neta como porcentaje del ingreso y es la tasa de crecimiento real de la economía. Así, un país donde s = 12% y g = 2%, convergería a β = 6.00%.

Para testear su teoría, el autor, se enfoca especialmente en el período de aumento en el stock de capital … ocurrido desde los años 70 en una serie de países desarrollados, los cuales con una combinación de bajo crecimiento económico y relativamente alto ahorro, serían a grandes rasgos consistentes con la “Segunda Ley”.

Razón capital ingreso mundial

Así, armado con sus dos “Leyes” (α = r * β y β = s / g) y habiendo presentados series históricas y estimaciones para s y g (y por lo tanto β), comienza su indagación respecto a las últimas dos variables faltantes: α y r .Para esto, el autor presenta series desde fines del siglo XIX, tanto para α, la participación del capital en el ingreso, como 1 – α , la participación del trabajo, para Francia como Inglaterra.

Con estas series es capaz de despejar a partir de α = r * β, “el retorno promedio real – r -” del capital. Aquí Piketty reflexiona en torno a los elementos que definen la tasa de retorno r en el tiempo, a saber, la tecnología y la abundancia (o escasez) relativa de capital, lo que podría resumirse como el producto marginal del capital, es decir, el producto adicional que se obtiene de una unidad adicional de capital.

Y, tal como lo plantea el autor, la pregunta relevante no es respecto a si existen retornos decrecientes para el capital, lo que es bastante esperable, sino cuán rápido estos se manifiestan. Aquí apoyado en su trabajo previo, el autor asevera que aumentos importantes en la cantidad de capital prácticamente no afectarían la rentabilidad del mismo, puesto que siempre habría muchos usos, especialmente en el largo plazo.

A esta altura, el autor ya tiene su instrumental listo para adelantar conclusiones en un mundo donde g es bajo, s es relativamente constante, el ratio K /Y será alto y dado que r es relativamente insensible, la participación del capital no hará más que crecer (figura 5.8). Ahora, si el capital estuviera atomizado o cambiara sistemáticamente de manos, esto sería irrelevante.

Con esto en mente, Piketty se acomete a mostrar como los ricos concentran su riqueza y cómo ha sido su evolución a través del tiempo. Además, el autor, al explicar las condiciones para que la desigualdad exista, persista, desaparezca y vuelva a existir, insiste que el origen de la desigualdad proviene de la riqueza heredada. En concreto, argumenta que habría dos formas de alcanzar una sociedad muy desigual. La primera es a través de una “sociedad híper patrimonial” o “sociedad de rentas”, en la primera la herencia es muy importante y la concentración es extrema, como por ejemplo, la Belle Époque en Francia. La segunda forma de alcanzar la desigualdad extrema fue creada en las últimas décadas por Estados Unidos y es explicada por las sociedades híper meritocráticas, de “súper estrellas” o de “súper manager”. Este tipo de sociedad se caracteriza por que algunos pocos reciben salarios muy altos. El rompecabezas parece completo, y la consecuencia evidente: mientras haya r > g el mundo será cada vez más desigual, en palabras del autor: “un espiral desigualitario” que podría poner en jaque la sociedad democrática. Frente a este preocupante futuro presenta una de las recomendaciones de su trabajo que más han llamado la atención: un impuesto global al capital. En un mundo globalizado, donde el capital se mueve de país en país, el autor estima que la única forma de gravarlo “adecuadamente” sería a través de un impuesto global, para el cual todos los países compartirían registros, de manera de conocer el patrimonio total de los individuos sin importar el lugar donde este pueda encontrarse invertido. Esto, tal como inmediatamente reconoce el autor, no es aplicable o realista en el contexto actual.

Frente a este preocupante futuro presenta una de las recomendaciones de su trabajo que más han llamado la atención: un impuesto global al capital. En un mundo globalizado, donde el capital se mueve de país en país, el autor estima que la única forma de gravarlo “adecuadamente” sería através de un impuesto global, para el cual todos los países compartirían registros, de manera de conocer el patrimonio total de los individuos sin importar el lugar donde este pueda encontrarse invertido. Esto, tal como inmediatamente reconoce el autor, no es aplicable o realista en el contexto actual.

Piketty plantea dos objetivos para este nuevo gravamen: uno redistributivo y otro de incentivos.

El primero de éstos, se basa en la noción del autor de que al gravar con impuestos personales, sin importar cuán progresivas las tasas sean, sólo se logra afectar la parte de los ingresos efectivamente retirados o distribuidos por el dueño del capital. Así, en busca de mayor progresividad un sistema -de acuerdo a Piketty- debería combinar un impuesto global al capital, el cual plantea podría alcanzar incluso el 10% anual para las mayores fortunas, además de un impuesto progresivo que alcance tasas “confiscatorias” para salarios considerados exorbitantes, complementado con un impuesto progresivo a la herencia. Aquí el autor olvida por completo la existencia de impuestos a las utilidades de las empresas en las que el capital está invertido, más allá de los impuestos personales.

En cuanto al segundo objetivo, los incentivos, de acuerdo a Piketty un impuesto al stock de capital obliga a sus dueños a buscar los mejores usos para el mismo. Así, continúa el autor, el impuesto resultaría mucho más oneroso para una persona que se queda “cómodamente” con una rentabilidad del 2% ó 3%, mientras que un emprendedor que obtiene el 10%, sortearía mejor este impuesto. De acuerdo a esta lógica, el autor estima que el capital terminaría en los inversionistas más dinámicos, puesto que los que no obtengan suficiente retorno deberán ir vendiendo gradualmente sus activos para ir pagando el nuevo impuesto al capital. En este punto el autor matiza, afirmando que el retorno no sólo depende del talento del manager sino también de diversos shocks económicos, y que así este impuesto pondría demasiada presión sobre empresas con resultados negativos, sea cual sea la razón de los mismo, y por eso es importante que conviva con un impuesto a la renta.

Adicionalmente, el autor valora que un sistema unificado mundial para estimar la riqueza de los individuos que permita cobrar este impuesto, expondría al capital a lo que este denomina “escrutinio democrático”. Lo que teoriza, permitiría a las personas mejorar sus decisiones respecto al tipo de sociedad y sistema tributario con el que desean vivir.

[Hay varias críticas a la obra, aseveraciones y propuestas de Piketty, por ejemplo:]

La primera de estas falencias es a nivel conceptual incluso antes de entrar en la pertinencia de sus modelos y proyecciones, expuesto con erudición en McCloskey (2014), es que el libro se preocupa exclusivamente por la desigualdad en la distribución de la riqueza y los ingresos, prácticamente olvidando el salto en el nivel de vida -sin precedentes- de la mayor parte de los ciudadanos, pero especialmente de los más pobres. En la lógica del autor, pareciese que “El Gran Enriquecimiento”, como denomina McCloskey al aumento del estándar material de vida que ha ocurrido en el mundo desde la revolución industrial, fuese prácticamente irrelevante y un fenómeno secundario en comparación al potencial aumento en la participación del capital que socavaría las bases de las democracias avanzadas (pero que aún no habría ocurrido).

A esto se agrega un segundo problema, Piketty parece estar sólo preocupado por la -aparente o potencial- desigualdad al interior de los países más ricos del mundo, olvidando que a nivel de los individuos el mundo parece ser un lugar cada vez más igualitario. La apertura del comercio mundial puede haber destruido empleos industriales en el mundo desarrollado, pero también ha logrado que cientos de millones de trabajadores del mundo en vías de desarrollo se integren a los mercados mundiales, con la consecuente reducción mundial de la más extrema pobreza. Sala-i-Martin (2006) y (2010) presenta distribuciones de ingreso a nivel mundial con una inequívoca conclusión: a nivel mundial se aprecia convergencia. Piketty nunca presenta su ética que justificaría el mirar sólo al interior de los países más prósperos del mundo, en desmedro de la humanidad completa, al estudiar el fenómeno de la desigualdad.

… Acemoglu y Robinson (2014) demuestran la desigualdad parece estar más vinculada a trayectorias institucionales, más que a la fuerza de r>g. …Al comparar las medidas de participación, tanto del 1% como del 5% superior, con otras medidas de desigualdad, que son dos series para el índice de Gini, la historia de la desigualdad parece no estar relacionada con las supuestas leyes generales del capitalismo y los cambios en r y g, sino más bien a los cambios institucionales, donde el punto de inflexión fue el proceso de democratización.

… Según Acemoglu y Robinson (2014) son las instituciones económicas los determinantes de la desigualdad a lo largo de la historia y más aún en la actualidad. También influyen, a través de la regulación de los precios y de la estructura del mercado, a través de impuestos, o por el impacto de la capacidad de negociación de los diferentes factores de la producción y las personas, los bienes y precios de los factores.

… Por último, es discutible la implicancia entre r-g y un bajo crecimiento. Acemoglu y Robinson muestran que el crecimiento responde de manera endógena a otras variables tales como tecnología, instituciones y otros procesos, más que una simple relación estadística.

… Piketty continúa -al menos en un comienzo- su excelente trabajo reconstruyendo la evolución histórica de variables económicas relevantes, en este caso: las tasas marginales máximas de impuesto a la renta, las herencias y la carga tributaria. Sin embargo, rápidamente pasa a presentar recomendaciones de política que poco tiene que ver con los datos históricos presentados en las tres secciones anteriores, o siquiera con sus -equivocadas-predicciones acerca del siglo XXI.

[Respecto a la propuesta sobre gravar el capital y que una consecuencia de esto es que el capital terminaría en los inversionistas más dinámicos, también provocaría que el capital se concentre en financiar operaciones especulativas de alto rendimiento en lugar de buena parte de la producción donde los rendimientos son menores].

…Si realmente está aumentando la desigualdad al interior de los países, lo que no resulta demasiado claro a partir de los datos de Piketty, y si la desigualdad y no la pobreza es el problema más apremiante, una solución adecuada debe corregir el problema de fondo que como hemos visto poco tiene que ver con r  > g. Estudios como los de Goldin y Katz (2010) o Berman, Bound y Machin (1998), sugieren de manera convincente que las desigualdades, en EE.UU. y otros países desarrollados se atribuyen más bien a un cambio tecnológico que ha aumentado el premio para los más educados. Para lo cual la respuesta es indudablemente un mayor acceso a educación que se complemente con el cambio tecnológico y no un impuesto al capital.

Paulina Henoch, Francisco Klapp. Resumen y Críticas a “El Capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty, 2015,

Desigualdad y Calidad de Vida

El aumento más asombroso de los niveles de vida de los miles de millones más pobres del mundo se ha producido en la última generación. Es absolutamente impresionante. Y no sólo eso, sino que el cierre de la brecha entre ricos y pobres también ha sido bastante asombroso como resultado de dos causas principales, una de las cuales creo que a ambos nos gustará. La tecnología ha hecho que una persona más pobre tenga una brecha mucho menor en la calidad de vida de la persona más rica que hace 20, 30, 100 años.

Y la otra cosa, que a ninguno de nosotros le puede gustar, es [la ayuda gubernamental para] el bienestar. El Estado de bienestar ha provocado un enorme nivel de igualdad de acceso a la atención de la salud, la educación, la infraestructura y las pensiones, etc.

Así que el mundo se ha vuelto mucho, mucho más igualitario por cada medida objetiva: la cantidad de alimentos que tienen las personas, el acceso a la atención de la salud, las tasas de alfabetización, la esperanza de vida, etc. Por cada criterio objetivo, el mundo se ha vuelto espectacularmente más igualitario entre los llamados ricos y pobres, y la pobreza se ha aliviado en una escala inimaginable. Hemos superado los ambiciosos Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Sólo para dar un buen número con el que todos pueden relacionarse: en la década de 1970, la pobreza se definió por primera vez objetivamente como vivir con el equivalente a 1 dólar al día. Poco menos que un tercio de toda la humanidad fueron consideradas por esa definición pobres. Si ajustamos la inflación a ese dólar, hoy es menos del 5%. En otras palabras, para fines prácticos, la pobreza como la que teníamos hace 30, 40, 50 años, cuando el programa de televisión típico mostraba a gran escala miles y miles de millones de personas hambrientas, de seres humanos que morían de hambre. Los jóvenes nunca han visto eso, porque ha desaparecido. Desapareció del planeta virtualmente (aunque por supuesto no del todo) completamente.

Así que hemos alcanzado el mayor nivel de igualdad y bienestar para la humanidad que ha ocurrido, y fue tan poco como hace una generación, esencialmente inconcebible. Hasta ahora, lamentando la desigualdad, deberíamos celebrar el alivio de la indigencia y la pobreza a una escala espectacular: mil millones de seres humanos que surgen de la indigencia.

Piketty y Oxfam … ¿Cuáles son sus motivos? Bueno, es una muy buena pregunta. Su motivo es sencillo. Esta es la nueva frontera ideológica, y por eso la considero como una cuestión que ahora necesita la mayor parte de la atención de los intelectuales, especialmente de los que nos preocupa por la libertad y la libertad humana y el progreso humano y el bienestar humano. Pero permítanme decirles lo reprobables que son lo que yo llamo los adictos a la desigualdad – Piketty y Oxfam siendo los dos más famosos, pero por supuesto hay muchos otros. Observan mil millones de seres humanos que surgen de la indigencia. En ninguna parte de su literatura, en las 600 páginas de Piketty o en el sitio web de Oxfam, hacen una pregunta muy simple: ¿qué fue lo que llevó a esto? Si están interesados en la pobreza, ¿empezarán diciendo: dónde se ha aliviado más la pobreza, qué ha pasado, qué ha provocado esto? No tienen ningún interés en esa pregunta. Por el contrario, si hicieran esa pregunta, descubrirían que es debido a las políticas de libre mercado, la liberalización, la privatización, la reducción del gasto público, la reducción del papel del gobierno y la liberación de los mercados. Eso no les interesa, porque va en contra de su sesgo ideológico. Oxfam tiene la temeridad de decirle a los países del mundo cómo gravar y cómo distribuir la riqueza, especialmente en los países donde hay menos pobreza, los países a los que todos los más pobres del mundo quieren migrar.

Este es el último tambor ideológico a batir para los oponentes de la libertad. Hasta hace poco era el cambio climático. Antes de eso eran debates anticuados: capitalismo versus socialismo. Esta es la nueva frontera ideológica. Están mintiendo sobre la desigualdad, generando – ni siquiera puedo llamarlo exageraciones. Es simplemente un idiota. Es una completa tontería.

… Deberíamos darnos cuenta de que las comodidades de la vida, como yo los llamo, el acceso a las comunicaciones, el transporte motorizado, la comida, la vajilla, los cubiertos, el entretenimiento, la televisión, se ha disparado como un cohete para las personas más pobres del mundo. Pero tome más: transporte motorizado. Cuando era niño, sólo gente muy, muy rica tenía un auto. No lo hicimos. Usamos autobuses y bicicletas y usamos carros de caballos. Me llevaron a la escuela en un carro de caballos. Y ahora, prácticamente toda la humanidad conduce por el mismo camino que Peter Thiel, que sé que es uno de sus amigos o colegas, o Elon Musk o alguien, a la misma velocidad, llega al destino casi al mismo tiempo, pero lo hace un poco menos lujoso.

Esto es todo lo que nos fijamos: acceso a la electricidad, acceso a la información, acceso a la alfabetización, acceso a servicios bancarios y financieros, acceso al crédito, etc. Cada cosa que determina la calidad de vida no sólo ha tenido un crecimiento asombroso para las masas del mundo, los pobres, sino que ha acercado cada vez más a los pobres a los ricos.
Probablemente lo más importante de todo es la esperanza de vida. Desde tiempos bíblicos, las personas más ricas vivieron durante tres años y diez, 70 años. Eso ha permanecido igual. Es más o menos así ahora, un poco más. Ha subido a tal vez 80. Mientras tanto, los pobres que vivían en algo así como 25, 30, 40 años de esperanza de vida están ahora en 65. Se están poniendo al día. Así que los pobres ahora viven tanto como los ricos. Ahora, ¿qué te dice eso? Te dice que tienen agua potable. Tienen condiciones de vida sanitarias. Tienen atención médica. Tienen analgésicos. Tienen antibióticos, etc.

Así que los pobres están cerrando la brecha sobre los ricos. Tomemos, por ejemplo, que tú y Peter Thiel. Peter Thiel (o Bill Gates o alguien) es mucho más rico que tú. ¿Qué tan diferente es realmente su día a día? Te sientas en una silla cómoda. Usas un microondas. Usas un teléfono móvil bueno y de calidad. Vas a las mismas películas. Ves los mismos eventos deportivos del mundo. Tu calidad de vida ha alcanzado a alguien con ingresos como los de Bill Gates. Y el obrero que limpia la calle fuera de tu edificio te ha alcanzado a un ritmo asombroso. Así que esta idea de que la desigualdad está creciendo es clara y objetivamente absurda. Es refutado por cada índice objetivo de la calidad de vida: metros cuadrados de vivienda, acceso al agua potable, uso del transporte motorizado, acceso a pensiones, atención sanitaria, etc.

Y ten en cuenta que la razón por la que Donald Trump quiere un muro, ¿por qué? Porque los pobres del mundo saben que el mejor lugar para el pobre es donde están las personas más ricas del mundo. Los pobres del mundo correrán el riesgo y a menudo perderán la vida para emigrar al lugar del mundo donde están más multimillonarios. Ahí es donde quieren ir. Nadie está tratando de huir del Sur a Corea del Norte. Nadie está tratando de huir de América a Cuba. Lo que quieres hacer si eres una persona pobre es ir donde hay mucha gente rica y donde la llamada brecha de ingresos está en su punto más alto. La razón es que el potencial de movilidad ascendente es mayor en esas condiciones.

Leon Louw. Should We Be Obsessed with “Inequality”? En “AOC is Wrong” por Tom Woods.

Ver el artículo principal: Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza.

Desigualdad y Globalización

La critica estelar del movimiento anti globalización al actual estado de la economía mundial es que, según dicen, las desigualdades de riqueza en el mundo son cada vez mayores. Se repite hasta la saciedad que los veinte hombres más ricos del mundo tienen tanto como los 3.000 millones más pobres (aunque, curiosamente, no se repite con la misma insistencia que esos mismos 20 personajes pagan más impuestos que los 4.000 millones más pobres). Se insiste en que en 1960, los cinco países más ricos tenían una renta per cápita veinte veces mayor que la de los cinco más pobres y que esa diferencia habla subido a 35 en 1995. Las diferencias de renta en el mundo habían, pues, subido enormemente en cuestión de 35 años. Ni que decir tiene que los causantes de tanta desgracia son la globalización y la economía liberal de mercado. Si no se para el proceso globalizador, nos advierten, las diferencias seguirán subiendo hasta el infinito.

En las acusaciones que acabo de enumerar hay cuatro puntos distintos que se deben analizar separadamente. Primero, se dice que hasta ahora las desigualdades de renta entre países han ido en aumento. Segundo, se afirma que las diferencias de renta entre personas también han crecido. Tercera, se apunta que los responsables de esas disparidades crecientes son la globalización y la economía liberal de mercado. Y cuarta, se avisa que si no se para el proceso de globalización, las desigualdades de renta seguirán creciendo.

A continuación discutiremos estos cuatro aspectos por separado. Vaya por delante la conclusión: los globófobos se equivocan en tres de las cuatro afirmaciones. Solamente aciertan en la primera.

Desigualdades entre países y entre personas

Con el advenimiento de la revolución industrial en Inglaterra a finales del siglo XVIII comenzó un proceso de crecimiento, desarrollo y creación de riqueza generalizada que, como hemos visto en el capítulo 2, llevó al ciudadano medio a disfrutar de unos lujos que los reyes franceses no podían ni imaginar. Durante el siglo XIX, unos cuantos países europeos y norteamericanos se apuntaron al carro del progreso. Pero no fue hasta el siglo XX cuando el desarrollo económico alcanzó a un número importante de países: desde el sudeste asiático —Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Malaisia, Tailandia o Taiwán— hasta los países más pobres de Europa occidental —Grecia, Portugal, Irlanda o España—. Todos ellos alcanzaron niveles de bienestar considerables. Estos éxitos económicos se han conseguido adoptando la economía de mercado —en la que, no lo olvidemos, el gobierno debe desempeñar un papel muy importante— y abriendo la economía al comercio internacional, a las inversiones de las multinacionales extranjeras, a los capitales internacionales y a la tecnología procedente de las sociedades más avanzadas. Es decir, exponiéndose a las fuerzas de la globalización. Puede parecer curioso que, por mucho que se busque, sea imposible hallar ningún ejemplo de país que haya conseguido progresar manteniendo la economía cerrada a las influencias exteriores.

Y, claro está, si unos países crecen, se desarrollan y se enriquecen mientras otros se quedan rezagados, las desigualdades en el mundo se incrementan. Y eso es lo que ha sucedido durante el siglo XX: sin lugar a dudas, las diferencias de renta media entre países han ido en aumento.

Indices de desigualdad en el mundo

… a pesar de que las diferencias de renta entre países van en aumento, las desigualdades económicas entre personas empezaron a reducirse en 1978. Decir que vivimos en un mundo donde las desigualdades crecen explosivamente, afirmación en la que se basan gran parte de las quejas del movimiento antiglobalización, es simplemente una falsedad. Una falsedad, sin embargo, que no quiere decir que el mundo esté exento de problemas o que no exista mucha pobreza, especialmente en África, contra la que debemos luchar.

… Ahora bien, sospecho que cuando nos dicen que la globalización y la economía de mercado son los causantes de las desigualdades mundiales, no se refieren al hecho de que permiten que los países ricos cada día lo sean más, sino también al hecho de que los pobres cada vez sean más pobres. En realidad, en la cabeza tienen la idea de un mundo en el que los países ricos cada día se enriquecen más porque explotan a los pobres que, como consecuencia de la explotación, son cada día más pobres. Y eso es lo que es falso: los países pobres lo son por una serie de razones que no tienen nada que ver con la globalización. Primero, algunos han tenido la mala suerte de tener lideres políticos desastrosos que les han sumergido en guerras y conflictos bélicos como los que han devastado Africa desde su independencia a mediados del siglo XX. Segundo, otros son pobres porque han implementado políticas socialistas de planificación que han acarreado desastres, desde Cuba hasta Tanzania, pasando por Egipto, Laos, Vietnam, Bulgaria, Etiopia, Corea del Norte y una larga lista. Finalmente, otros no se han desarrollado porque han sufrido gobiernos dictatoriales que han preferido robar la riqueza natural del país antes que construir escuelas o infraestructuras. Todo esto es cierto, y nada tiene que ver con el hecho de que Corea, España o Irlanda hayan crecido y progresado. ¡Si estos países no se hubieran desarrollado, las regiones pobres del Tercer Mundo seguirían siendo igual de pobres!

Aquí es cuando debemos volver a recordar uno de los principios fundamentales de la economía de mercado que hemos descrito …: «Cuando dos personas intercambian cosas libre y voluntariamente en una economía de mercado, las dos salen ganando con ello». Esta afirmación es cierta, incluso cuando las dos personas viven en países o continentes distintos. La idea marxista de que si una de las partes sale ganando, la otra tiene que salir perdiendo o está siendo explotada es una idea equivocada y falsa. De hecho, hasta cierto punto el problema de los países pobres es que ni la globalización ni la economía de mercado les han llegado aún. Y eso es muy importante porque significa que, a medida que vayan introduciendo las instituciones que les permitan operar en una economía de libre mercado y a medida que vayan abriéndose al comercio internacional y a las inversiones extranjeras y adopten las tecnologías inventadas en los países avanzados, también empezarán a crecer sin que ello vaya a representar un perjuicio para terceros países.

… permítanme que analice el cuarto aspecto de la crítica apocalíptica del movimiento antiglobalización a las desigualdades mundiales: si no se frena la globalización, las desigualdades aumentarán sin cesar. Para llevar a cabo este análisis, utilizaré una especie de ejemplo, de parábola que puede contribuir a visualizar el funcionamiento del proceso de convergencia económica entre países.

Imaginemos un planeta donde todos los países eran pobres y miserables, hundidos por unos regímenes económicos y unas instituciones pseudo medievales ineficientes que no les permitían progresar. Era como si fueran prisioneros de su propia historia y sus pies estuvieran ligados a unas bolas de hierro que les impedían caminar. Existía un globo aerostático que simbolizaba la riqueza. Los países que estaban dentro de él subían hacia el cielo, se desarrollaban y mejoraban su bienestar. Los otros seguían en tierra, ligados al suelo por las bolas de hierro, condenados a ser pobres. Poco a poco, gracias a la revolución industrial, los países europeos empezaron a subirse al globo y éste comenzó a tomar altitud. La distancia, la desigualdad, entre estos países y los que estaban ligados al suelo empezaba a aumentar. La mayoría de países seguía en tierra, pero todos ellos mantenían la esperanza de poder llegar a subir algún día al aerostático. Para facilitar la subida, contaban con unas cuerdas elásticas que pendían del globo, las cuerdas del mercado y de la globalización. Algunos países se agarraban a ellos pero no lograban elevarse porque las bolas de hierro seguían atadas a sus pies. Era imperioso deshacerse de esa carga que les impedía progresar. Para ello había unas llaves que abrían sus cerraduras. Dichas llaves eran una serie de instituciones, entre las que destacaba el gobierno, que permitían un funcionamiento eficiente de los mercados. Países como Japón, Alemania o Italia las encontraron, se libraron de las bolas de hierro, y en pocos momentos las cuerdas elásticas los izaron hasta el globo: la tasa de crecimiento era enorme y el proceso de convergencia hacia los países ricos, que seguían ascendiendo con el globo, era relativamente rápido. Poco a poco, otros países siguieron el mismo proceso: a los pequeños dragones se sumaron los grandes tigres del sudeste asiático y, finalmente, China, que, con sus más de 1.200 millones de ciudadanos, también empezó a zafarse de las bolas de hierro y las cuerdas elásticas tiraron de ellos con fuerza hacia el globo. Todos experimentaron espectaculares procesos de crecimiento que les permitieron recortar diferencias con los países ricos.

Mientras todo eso sucedía, los observadores económicos medían las distancias, las desigualdades entre los países que estaban en el globo y los que seguían atados al suelo. La conclusión era de-soladora porque la distancia era cada vez mayor. Algunos de los analistas antiglobalización,  horrorizados por la creciente desigualdad, hacían predicciones catastróficas diciendo que éstas aumentarían sin parar. Para solucionarlo, proponían recortar las cuerdas elásticas de los mercados y de la globalización. Ésa era una propuesta suicida, puesto que la única esperanza que tenían los pobres era no soltar las cuerdas que los unían al globo, las cuerdas de la globalización. Si había un modo seguro de quedarse pegado al suelo ése era cortar los lazos con los países ricos. Pero los críticos argumentaban que la evidencia histórica mostraba que había muchos países que se habían agarrado a las cuerdas sin por ello haber conseguido alcanzar el globo. Y ponían como ejemplo estelar la Rusia de Yeltsin. Pero no se daban cuenta de que el problema no eran las cuerdas que ligaban a los pobres con los ricos sino las bolas de hierro que los ataban al suelo de la miseria. Para que las cuerdas del mercado y de la globalización los izasen hacia el globo era necesario encontrar las llaves, las instituciones y los gobiernos eficientes que permitieran librarse de las pesadas bolas. Y una vez lo tuvieron claro, más y más países consiguieron liberarse. Poco a poco, a lo largo del siglo XXI, los países africanos, centroamericanos y el resto de países asiáticos y del este de Europa fueron creando las instituciones públicas y privadas que los liberaban de las bolas de hierro, y las cuerdas elásticas hicieron el resto, tirando de ellos hacia el globo de los ricos. A principios del siglo XXII todos los países del mundo volvían nuevamente a ser iguales. La desigualdad se había reducido. Pero ahora no eran pobres, sino ricos.

… Es de esperar, pues, que tarde o temprano todos los países acaben desarrollándose, a pesar de que en la actualidad las distancias entre los países ricos y los pobres sean cada día mayores.

Xavier Sala i Martín. Economía liberal para no economistas y no liberales. 2001

Ver el artículo principal: Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza.

Un nuevo enfoque de la pobreza

  • La impresión que obtenemos sobre la prevalencia de la pobreza, su tendencia temporal, sus factores de riesgo y remedios, depende en gran medida de cómo definimos y medimos la pobreza. La elección de una medida de pobreza no es simplemente un detalle técnico; establece términos de debate y da forma a la política.
  • Las medidas de pobreza más utilizadas hoy en día son las medidas de “pobreza relativa”. Estos no miden la privación física, sino la falta de ingresos en relación con los demás. Con estas medidas, los niveles de vida de todas las personas en una sociedad pueden aumentar, ¡mientras que la pobreza medida puede aumentar!
  • El uso de puntos de referencia relativos se ha llevado más allá en publicaciones recientes como The Spirit Level, que afirman que todo el consumo de material más allá de un nivel mínimo es completamente inútil en sí mismo, y no tiene otro propósito que señalar la condición social. Pero la forma en que estos autores recurren a la literatura sobre “bienestar subjetivo” es extremadamente selectiva.
  • La evidencia sugiere que el nivel de ingresos que las personas necesitan para participar de manera digna en una sociedad determinada se ve afectado por los ingresos de los demás. Sin embargo, los grupos de referencia relevantes no son simplemente los habitantes del territorio nacional. Los grupos de referencia generalmente consisten en personas con características socioeconómicas similares. El ingreso que los pobres necesitan para participar en la sociedad de manera digna también dependerá de otros factores (como el cambio de tecnología y los precios de bienes y servicios particulares).
  • Todas las medidas de pobreza basadas en el ingreso tienen fallas de varias maneras. Estas fallas surgen, entre otras fuentes, de la subdeclaración de beneficios, las fluctuaciones temporales de ingresos, las diferencias en el acceso a los beneficios en especie y las diferencias regionales de precios.

Los datos de gastos conducen a una historia bastante diferente sobre el desarrollo de la pobreza en las últimas décadas.

  • La mayoría de las medidas actuales de pobreza, ya sean relativas o absolutas, dirigen indebidamente el enfoque de la política hacia los ingresos nominales de aquellos en el extremo inferior de la distribución del ingreso. Desvían la atención de la política de las opciones de política mucho más simples y baratas de reducción de la pobreza, como la relajación de las restricciones del lado de la oferta en los mercados de productos clave.
  • Las personas no están de acuerdo cuando se les pregunta, en términos abstractos, qué constituye la pobreza. Pero cuando se le pregunta, de manera más tangible, qué es realmente necesario para llevar una vida decente, hay un consenso más sólido. Una medida de pobreza debe basarse en la capacidad de comprar bienes y servicios que, según se cree, son necesarios para llevar una vida digna. Esto incorporaría automáticamente información sobre desarrollos relevantes en los mercados de productos.
  • Las medidas de pobreza defectuosas conducen a serias fallas en las políticas en el ámbito de la reforma fiscal y de beneficios.
  • Una medida realista de pobreza apuntaría a soluciones de política, como la reforma del sistema de impuestos y beneficios para incluir la simplificación de beneficios; la eliminación de las sanciones a la formación familiar; bajas tasas de retiro de beneficios; y un requisito de trabajo a tiempo completo para beneficios en el trabajo.
  • Las reformas más importantes serían las reformas del lado de la oferta, como la liberalización exhaustiva del sistema de planificación del uso de la tierra. Esto permitiría una mayor movilidad laboral y un menor costo de la vivienda. Las reformas del lado de la oferta mejorarían las condiciones materiales de los menos acomodados, no solo directamente sino a través de muchos canales diferentes.

Christian Niemietz. A New Understanding of Poverty.

Desigualdad económica y desigualdad de ingresos

La desigualdad económica, inequidad económica, economía de la desigualdad o desigualdad de ingresos comprende todas las disparidades en la distribución de bienes e ingresos económicos, entre ellas muy especialmente la distribución de la renta que procede tanto del capital como del trabajo (brecha salarial). El término se refiere normalmente a la desigualdad entre individuos y grupos en el interior de una sociedad, pero también se puede referir a la desigualdad entre países. La desigualdad económica está relacionada con la idea de igualdad de oportunidades y la igualdad de resultados.

Uno de los retos históricos actuales, ante el aumento histórico de las desigualdades, es establecer cuáles son las alternativas posibles para reducir la desigualdad cuando el nivel de desigualdad es excesivo y pone en riesgo la supervivencia de personas, sociedades y naciones.

Desigualdad Gini World Map

‘Desigualdad de económica o de ingresos’ dentro de cada país en el año 2013, medidas según el coeficiente de Gini: 0 corresponde a la perfecta igualdad (todos tienen la misma riqueza), y 1 la desigualdad perfecta (donde una persona poseería todo). Los países coloreados de rojo son los más desiguales y los de color verde los más igualitarios. En gris los países sin datos. Wikipedia

El nivel de desigualdad en un país es una dimensión importante de bienestar con importantes consecuencias para la capacidad de un país de reducir la pobreza. Aunque la desigualdad se utiliza en una gran variedad de contextos, las mediciones más comunes se refieren a la distribución del ingreso al interior de la población de un país. Esta es una dimensión importante del bienestar, ya que toma en consideración las diferencias en el ingreso al interior de toda la población, a diferencia de otros indicadores de bienestar que solo se enfocan en un grupo particular…

Desde el punto de vista de la riqueza, el mundo sigue siendo desigual. En los países de ingreso alto miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la riqueza per cápita es 52 veces mayor, medida a tipos de cambio de mercado, que la de los países de ingreso bajo.

En más de dos docenas de países la riqueza per cápita se redujo o se estancó. La disminución de la riqueza per cápita implica que pueden agotarse activos que son esenciales para generar futuros ingresos, un hecho que no siempre se ve reflejado en las cifras de crecimiento nacional del PIB. Esto incluyó varios países grandes de ingreso bajo, algunos países de Oriente Medio ricos en carbón y algunos países de ingreso alto miembros de la OCDE afectados por la crisis financiera de 2009.

En los países de ingreso bajo, la riqueza prácticamente se duplicó, registrándose un mayor aumento que el crecimiento promedio mundial de 66 %. Pero el alto aumento de la población en muchos países de ingreso bajo implica que, en esos países, la riqueza per cápita con frecuencia creció a un ritmo más lento que el promedio mundial. Esto es especialmente cierto en el caso de África al sur del Sahara, donde se ha avanzado poco en materia de riqueza per cápita desde 1995.

Riqueza mundial por grupos de ingreso

Banco Mundial.

A quién no le gusta la desigualdad

A los agentes de nuestro modelo les gusta el consumo pero no les gusta la desigualdad. Las personas pueden preferir la igualdad por varias razones. La igualdad ayuda a prevenir el crimen y preservar la estabilidad social. La desigualdad causa ansiedad de estado en todos los niveles de ingresos, lo que conduce a problemas sociales y de salud (Wilkinson y Pickett 2009, 2018). En las encuestas, las personas que enfrentan menos desigualdad informan que son más felices (por ejemplo, Morawetz et al. 1977, Alesina et al. 2004, Ferrer-i-Carbonell y Ramos 2014). Los resultados experimentales también apuntan a preferencias igualitarias (por ejemplo, Dawes et al. 2007).

Medimos la desigualdad por la varianza de las cuotas de consumo entre los agentes. Dados nuestros otros supuestos de modelado, el consumo de equilibrio desarrolla una distribución sesgada hacia la derecha entre los agentes. Como resultado, la desigualdad es impulsada por el alto consumo de los ricos en lugar del bajo consumo de los pobres. La aversión a la desigualdad refleja así la envidia hacia las élites económicas en lugar de la compasión por los pobres. Lubos Pastor, Pietro Veronesi. “A rational backlash against globalisation” (2018)

Ver el artículo principal: Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza.

Arturo J. Solórzano
Julio, 2020

La riqueza ha aumentado y la pobreza ha disminuido

Antes de 1800, prácticamente todos eran pobres. Estaba la realeza, estaban esos grandes terratenientes, pero ellos constituían una pequeña minoría, y prácticamente todas las personas vivían en la pobreza. Además, todos vivían muy vinculados a sus tierras. Esa era la historia de la humanidad. Por cierto, hubo algunos cambios enormes, como la agricultura. Antes de que surgiera la agricultura, la mayor parte de las personas eran cazadores y recolectores. Y luego, con la agricultura, la producción de alimentos llegó a las personas, y no viceversa. La gente no tenía que salir a buscar alimentos. Había lugares donde sabían que se generaría un suministro constante.

Pero la riqueza estaba ligada a la tierra, y quienes controlaban la tierra, controlaban gran parte de la riqueza del mundo. La dificultad estaba en el transporte o el traslado de todo: artículos, ideas, personas. Era muy difícil movilizar cualquier cosa, por lo que no había mucho comercio. Así, el costo de trasladar cosas era un aspecto realmente importante y configuró la manera en que se formaron las sociedades.

En el siglo XVII, solamente 3000 barcos europeos navegaban a Asia. En el siglo XVIII, durante los 100 años siguientes, lo hacían alrededor de 6000 embarcaciones. Era muy difícil transportar todo tipo de artículos.

Ahora bien, entre 1800 y 1820 aproximadamente, hubo acontecimientos muy importantes. Y los dos más significativos que suele estudiar la mayoría de los historiadores son la Revolución Industrial y el descubrimiento del vapor. Alrededor de 1820, el vapor hizo posible el transporte de bienes, y el transporte de bienes impulsó la industrialización, el comercio y el crecimiento económico.

Pero justo alrededor de esa época, con el advenimiento de la Revolución Industrial y el vapor, también se inició lo que una de las grandes economistas, Deirdre McCloskey, denominó la “gran divergencia”, lo que significó que ciertas áreas, en especial Europa y Estados Unidos, se hicieron ricas muy rápidamente.

Ella habla de la fundación, la formación de la denominada burguesía. Y la burguesía la constituían antiguos campesinos suficientemente cercanos a la realeza que querían vivir de esa manera. Por eso, ella considera el surgimiento de la burguesía como un acontecimiento muy importante, porque fue la precursora de la clase media.

En los dos siglos transcurridos desde 1820 hasta ahora, la disponibilidad de bienes y servicios sencillamente explotó. No se trató de cambios menores: hubo enormes cantidades de cambios, porque antes de 1820, las personas nacían y morían prácticamente en el mismo mundo. Desde que nacían hasta que morían, el mundo no cambiaba mucho. Pero a partir de 1820, comenzó a transformarse vertiginosamente.

Hace dos siglos, en Estados Unidos, cuatro de cada cinco adultos trabajaban para cultivar alimentos para sus familias. En la actualidad, un agricultor alimenta a 300 personas.

La razón por la que menciono esto es que debemos poner las cosas en perspectiva. Tenemos que poner la evolución del progreso humano —el desarrollo, que es a lo que nos dedicamos en el Banco Mundial— en la perspectiva de lo que sucedió antes.

El presidente de China, Xi Jinping, habla de miles de años de gran éxito. Y, ciertamente, Asia y Oriente Medio fueron la cuna de gran parte de la innovación antes de 1800. Sin embargo, a menudo él dice que los 200 años siguientes a 1800 no fueron tan prósperos para China, aunque sin duda ese país crece aceleradamente en la actualidad.

Pero recuerden que, antes de 1800, prácticamente todos eran pobres.

Jim Yong Kim, Presidente del Grupo Banco Mundial. Discurso en American University. Washington, 10 de abril de 2018

Nunca, en toda la historia de la humanidad, al planeta Tierra había tenido una tasa de pobreza extrema tan baja como la que tenemos en el 2015. La tasa de pobreza extrema mundial se ha dividido por 5 desde 1970 y se ha dividido por 2 desde 1990. Es decir, los objetivos del milenio que pedían que la pobreza se dividiera por dos entre 1990 y 2015 se consiguieron. El éxito fue tan rotundo que a septiembre de 2015, las Naciones Unidas propusieron un nuevo objetivo para la humanidad: erradicar la pobreza extrema en 2030. Xavier Sala i Martin. Economía en Colores (2015)

Veamos otros datos del Banco Mundial:

La riqueza mundial creció aproximadamente un 66 % entre 1995 y 2014 (de USD 690 billones a USD 1140 billones en dólares estadounidenses constantes de 2014 a precios de mercado). La proporción de la riqueza mundial de los países de ingresos medianos está creciendo: pasó del 19 % al 28 % entre 1995 y 2014, mientras que la proporción de la riqueza mundial de los países de ingreso alto de la OCDE disminuyó del 75 % al 65 %.

Riqueza total por grupo de países

La buena noticia es que la riqueza general está aumentando. Los países de ingreso mediano acortan la brecha con los países de ingreso alto y ahora tienen una mayor participación en la riqueza. Más de 20 países de ingreso bajo, donde el capital natural era el componente predominante de la riqueza general, pasaron a ser de ingreso mediano, en parte invirtiendo de manera prudente ganancias derivadas de los recursos naturales en sectores como el de infraestructura y educación. Sin embargo, no todo es positivo ya que el valor de los bosques productivos disminuyó y la riqueza per cápita se redujo o se estancó en más de dos docenas de países. Banco Mundial.

Los avances logrados en la reducción de la pobreza han sido notables en las últimas décadas. El mundo cumplió la meta del primer objetivo de desarrollo del milenio de disminuir a la mitad para 2015 la tasa de pobreza registrada en 1990, lográndolo en 2010, cinco años antes del plazo previsto. Pero pese a los avances en la reducción de la pobreza, la cantidad de personas que viven en condiciones de pobreza extrema en el mundo sigue siendo inaceptablemente alta. Además, si se tienen en cuenta los pronósticos del crecimiento mundial, el ritmo de reducción de la pobreza tal vez no sea suficientemente rápido para alcanzar la meta de poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030.

    • De acuerdo con las últimas estimaciones, el 10 % de la población mundial vivía con menos de USD 1,90 al día en 2015, en comparación con el 11 % en 2013. Esta proporción es inferior al valor de casi 36 % registrado en 1990.
    • En la actualidad, casi 1100 millones de personas menos viven en la pobreza, en comparación con 1990. En 2015 había 736 millones de personas que vivían con menos de USD 1,90 al día, cifra inferior a los 1850 millones de 1990.

Si bien las tasas de pobreza han disminuido en todas las regiones, los avances no han sido uniformes:

    • Dos regiones, Asia oriental y el Pacífico (47 millones de personas extremadamente pobres) y Europa y Asia central (7 millones) han reducido la pobreza extrema a menos del 3 % y han alcanzado la meta de 2030.
    • Más de la mitad de la población extremadamente pobre vive en África al sur del Sahara. De hecho, la cantidad de pobres de esa región aumentó en 9 millones, por lo que en 2015 había 413 millones de personas que vivían con menos de USD 1,90 al día, cifra superior a la de todas las demás regiones en conjunto. Si esta tendencia se mantiene, para 2030 prácticamente 9 de cada 10 personas extremadamente pobres vivirán en África al sur del Sahara.
    • La mayoría de las personas pobres del mundo viven en zonas rurales y tienen escasa instrucción, trabajan principalmente en el sector de agricultura y son menores de 18 años.

Aún queda mucho por hacer para poner fin a la pobreza extrema, y siguen existiendo muchos desafíos. Las proyecciones más recientes muestran que, si se mantiene el rumbo actual, el mundo no será capaz de erradicar la pobreza extrema para 2030. Eso se debe a que cada vez es más difícil llegar a quienes todavía viven en la pobreza extrema, dado que con frecuencia se encuentran en países en situación de fragilidad y zonas remotas. El acceso a buena educación, atención de la salud, electricidad, agua salubre y otros servicios fundamentales sigue estando fuera del alcance de muchas personas, a menudo por razones socioeconómicas, geográficas, étnicas y de género.

El enfoque multidimensional —en el cual se incluyen otros aspectos, tales como la educación, el acceso a servicios básicos, la atención de la salud y la seguridad— revela un mundo en el que la pobreza es un problema mucho más generalizado y arraigado. La proporción de pobres, según una definición multidimensional que abarca el consumo, la educación y el acceso a servicios básicos, es alrededor del 50 % más alta que cuando se mide teniendo en cuenta exclusivamente la pobreza monetaria. Es más, el progreso frecuentemente es temporal para quienes han logrado salir de la pobreza: las crisis económicas, la inseguridad alimentaria y el cambio climático amenazan con quitarles aquello que han conseguido con tanto esfuerzo y con hacerlos caer nuevamente en la pobreza. Será fundamental encontrar formas de enfrentar estos problemas a medida que se avanza hacia 2030. Banco Mundial. Pobreza: panorama general (2019)

No hay mejor ejemplo que el de China para verificar que la desigualdad puede aumentar y eso no tiene absolutamente ningún impacto negativo en la pobreza, sino al contrario. China es uno de esos países donde se pasó de un sistema económico socialista a uno capitalista.

“El capitalismo de libre mercado con propiedad privada y asignación de bienes y servicios determinada por el mercado a menudo se le atribuye la generación de crecimiento económico y altos ingresos promedio. Pero los críticos sostienen que una economía de mercado no ayuda lo suficiente a los pobres. El socialismo, que combina la propiedad estatal de gran parte de los medios de producción con una asignación sustancial determinada centralmente, es defendido por ser más benévolo que el capitalismo de libre mercado.

Gran parte de la literatura analiza el bienestar relativo. La benevolencia se mide a menudo por la desigualdad o por cómo les va a los ricos en relación con los pobres, pero la desigualdad no es una buena medida de qué tan bien les va a los pobres en general.

China es quizás el mejor ejemplo de ello. Es probable que se extraigan inferencias completamente diferentes con respecto al bienestar de los pobres dependiendo de la medida elegida. La Figura 1 muestra lo que sucedió con la desigualdad de ingresos en China desde 1980 cuando la economía pasó de un control estricto a uno más orientado al mercado con una propiedad privada significativa y flexibilidad empresarial. El aumento de la desigualdad es enorme. La relación entre el ingreso promedio de los que se encuentran en el decil superior y el ingreso promedio de los del decil inferior pasó de ocho en la década de 1980 a alrededor de cuarenta, y solo comenzó a revertirse en los últimos años. Presentado solo, este hecho sugiere que, aunque el movimiento hacia el mercado ha beneficiado a los ricos en China, no ha ayudado a los pobres.

El gráfico 2, que rastrea el ingreso mensual absoluto del decil más bajo de China a lo largo del tiempo, sugiere una conclusión diferente. Aunque tomó una década, a mediados de la década de 1990, los ingresos de los más pobres de China comenzaron a crecer y la tasa de crecimiento repuntó en la última década. Hoy en día, los chinos más pobres ganan cinco veces más que apenas dos décadas antes. A lo largo de la década de 1980 y antes, una gran parte de la población china vivía en la pobreza extrema. Los pobres de hoy en China siguen siendo pobres según los estándares de los países desarrollados, pero no se puede negar que están mucho mejor que hace dos décadas. De hecho, el rápido levantamiento de tantas personas del peor estado de pobreza es probablemente el mayor cambio en el bienestar humano en la historia mundial.

La experiencia de China es quizás la más pronunciada e importante porque muchos se ven afectados. Pero no es único. India, con una población casi igual a la de China, experimentó un fenómeno similar, aunque en menor medida. La relación entre los ingresos de los que se encuentran en el decil superior y los del decil inferior pasó de dieciséis a veinte durante las últimas tres décadas. Al mismo tiempo, el ingreso absoluto del decil más pobre se duplicó aproximadamente. La desigualdad aumentó, pero los pobres se hicieron sustancialmente más ricos. India también adoptó reformas de mercado a fines de los años ochenta y noventa.

…El caso chino es una prueba de que la creciente desigualdad no implica una caída de los ingresos entre los pobres. Más allá de China, existe evidencia general sobre el tema derivada de muchos países y durante varios años. Los resultados de ese análisis se pueden resumir.

Primero, no hay evidencia de que, en general, los grupos de altos ingresos se beneficien más de un movimiento hacia el capitalismo que los grupos de bajos ingresos. El efecto de cambiar la propiedad estatal y la libertad económica sobre los ingresos no es mayor para los ricos que para los pobres. En segundo lugar, el crecimiento de los ingresos se correlaciona positivamente entre los deciles. La situación se acerca más a una marea alta que levanta todos los barcos que a que el gordo engorda al adelgazar al delgado. Por último, no existe evidencia consistente en el gran número de países y períodos examinados de un vínculo fuerte y generalizado entre el crecimiento de los ingresos y la desigualdad. Hay ejemplos, como China, donde el crecimiento de los ingresos se combinó con grandes aumentos de la desigualdad, pero otros como Chile, donde se produjo un fuerte crecimiento de los ingresos sin grandes cambios en la desigualdad, y Corea del Sur,

Las transferencias y la redistribución presentan el cuadro más complejo de la participación estatal.

Las transferencias de ricos a pobres a través del sistema tributario son un lujo que solo los países ricos parecen poder permitirse y no son un producto del socialismo per se. Existe una correlación muy alta (-.67 en 2010) entre la renta mediana contemporánea y el bajo índice de transferencia entre países.

Los países de alta transferencia como los de Escandinavia y otras partes ricas de Europa tienen principalmente propiedad privada y libertad económica más parecida a la que prevalece en Estados Unidos que en los países socialistas. Los pobres definitivamente —y como era de esperar— parecen beneficiarse de transferencias más altas en un momento determinado. Pero los altos impuestos que generalmente acompañan a las transferencias dan como resultado un crecimiento de ingresos bajos para los grupos de ingresos medios y altos dentro de un país determinado a lo largo del tiempo. Edward Paul Lazear.  Socialism, Capitalism, And Income.

Concluyendo, los datos muestran que el capitalismo ha elevado los ingresos sustancialmente para los más pobres, aunque la desigualdad se haya mantenido o aumentado. Los ingresos son una medida importante porque se traducen  en consumo. Al aumentar sus ingresos, los pobres pueden disfrutar del acceso a bienes y servicios, en una buena parte comunes a los que disfrutan los más ricos, aumentan por tanto su riqueza. La riqueza, como lo manifiesta Michael Munger no es el dinero, ni los activos que se poseen, la riqueza es poder consumir bienes y servicios, o más bien la riqueza es el uso de cosas y el acceso a los servicios.

Ver el artículo principal: Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza.

Arturo J. Solórzano
Julio, 2020