La Necesidad de un Modelo Económico de Largo Plazo

Sin duda que el mundo, los valores, el orden económico mundial, la política, y la filosofía de las instituciones no serán las mismas, después de los efectos ocasionados por la pandemia del Covid-19 y la eminente crisis económica mundial que se está originando, con altas posibilidades de derivar en una depresión tan profunda o quizás más por el alcance mundial, que la misma Gran Depresión de 1929. Estas dos realidades han desnudado lo vulnerable que es nuestro país, en lo social y en lo económico.

En lo social, aunque solo es una de las variables analizadas, no contamos con las condiciones sanitarias y de equipamiento necesarios para afrontar este tipo de epidemias masivas, la inversión pública en salud y su capital humano, no pasan de ser un slogan; ya que en términos reales la salud en nuestro país parecería que se quedó estancada como a principios del siglo XX. Se nos hizo creer que el modelo Económico Social Comunitario y Productivo del MAS en 14 años había logrado, lo que el neoliberalismo en 30 años no lo hizo; pasar de ser una Economía y Sociedad pobre a ser una de clase media con un ingreso per cápita de $us.4.000 gracias a la intervención del Estado en lo económico y prácticamente en todas las actividades productivas, la realidad social y económica que dio a la luz esta pandemia y la crisis muestran lo contrario.

En lo Económico, las variables macroeconómicas de la actividad real, muestran claramente que desde el 2014, el crecimiento económico se ha ralentizado. Si comparamos el promedio de la tasa de crecimiento económico del periodo neoliberal (3.5%) con el promedio del periodo Estatal (3,9%) concluimos que ninguno de estos modelos ha contribuido significativamente a nuestro País para encarar una senda sostenible de crecimiento y bienestar económico, peor aún el construir un patrón de desarrollo a largo plazo.  El modelo neoliberal aplicado desde 1985-2005, también nos hizo creer que el crecimiento económico y el bienestar de la población debería fundamentarse en el comercio exterior, la libertad irrestricta de las fuerzas del mercado, la voluntad y la propiedad privada, donde el estado debería ser reducido a su mínima expresión, tanto así que inclusive los servicios básicos deberían ser privatizados.  Los resultados de este modelo no han sido favorables en lo social ni en lo económico, la ansiada industrialización vía capital privado no llego a ser el motor del crecimiento, ya que la estructura económica boliviana seguía siendo primaria exportadora.

En el periodo del MAS 2006-2919, las cosas no cambiaron cualitativamente, el estado creció hasta sobredimensionarse, creando ineficiencias en la asignación de recursos, despilfarro de los recursos, corrupción; el estado se volvió competidor con la empresa privada, al extremo de reemplazar a esta en cuanto más se pudo, se crearon empresas estatales; ineficientes y deficitarias con administración más sesgada a lo político y bastante centralizada en la toma de decisiones. La situación económica no fue de las mejores porque seguimos dependiendo de los ciclos económicos externos y de precios internacionales, ¿qué cambió en 14 años?, cualitativamente nada. Nuestra historia nos enseña que los modelos aplicados en Bolivia no han sido las herramientas que generaron crecimiento económico y bienestar sino que estos dependen del ciclo económico mundial.

En estos dos modelos lo evidente es la visión de corto plazo, y la carencia de una visión de largo plazo. No se han sentado las bases de un patrón de desarrollo, que integre la justicia y equidad social con el equilibrio macroeconómico y la propiedad privada.

Las medidas de política pública actualmente aplicadas en nuestro país para sobrellevar esta pandemia, incentivar la demanda, principalmente el consumo de los hogares más vulnerables para generar aumentos de producción y empleo, son adecuadas como soluciones inmediatas y de corto plazo. La acción del Estado para invertir en infraestructura hospitalaria, insumos y recursos humanos lo propio. En esos temas hay consenso nacional y mundial. Ahora las preguntas más importantes a responder son: ¿Qué modelo o paradigma económico-social-político será viable y pertinente aplicar en nuestro país para hacer frente a la inminente recesión económica que está por llegar? ¿Se tiene alguna propuesta de modelo o paradigma económico-social-político, de largo plazo?

La historia reciente nos enseña que, la industrialización de la mano del estado, mediante la creación de empresas estatales, no es la solución adecuada, dejar todo en manos del mercado tampoco.

La propuesta de modelo o paradigma económico-social-político con visión de largo plazo tendría que ser aquella que integre la justicia social con la libertad económica; que fortalezca la empresa privada y regular cuando sea necesario las imperfecciones del mercado y los cuellos de botella en la asignación eficiente de los recursos; o las deficiencias propias de algunos sectores económicos privados, cuando estos no tengan la suficiente fuerza para competir. El Estado debe ser fuerte pero no grande, transparente y eficaz, con cero tolerancia a la corrupción. Un modelo económico-social-político, que se fundamente en incrementar la demanda con bonos o con gasto fiscal no es la solución de largo plazo. La demanda sustentada en un crecimiento sostenible del salario real y el empleo es más importante, eso se logra promoviendo la innovación, el conocimiento, la técnica, el respeto a la propiedad intelectual. Debe haber complementariedad entre el Estado y el Sector privado. Se debe cambiar el patrón de desarrollo basado en los recursos naturales y dar paso al conocimiento, la libertad económica, la ciencia. Favorecer la formación de capital humano. Un modelo que anule las inequidades regionales. En la actualidad las regiones se clasifican por su vocación productiva, y no se da lugar al desarrollo de otras capacidades. En concreto necesitamos un modelo no solo economicista, sino integrador de lo social y económico.

Willy Omar Pastrana
Profesor de Economia en la UATF
Boliviano