El Estado, ¿un problema o solución?

Los dos enemigos del pueblo son los criminales y el gobierno. Atemos al segundo con las cadenas de la Constitución para que no se convierta en la versión legalizada del primero.

Thomas Jefferson

 

Cuando la corrupción es rampante, más recursos en manos del Estado significa menos recursos para los ciudadanos.

“El estado ocupa una posición especial en la sociedad porque tiene el monopolio de la fuerza armada, pero eso solo hace que sea más vital que no sea sacrosanto. El poder del gobierno no solo debe estar limitado por la ley si los ciudadanos deben ser libres, eso también lo sabían Platón y Aristóteles, sino que debe estar limitado por otros poderes. Debe considerarse como una de esas fuerzas sociales de cuyo equilibrio depende una sociedad libre. Cuando el estado crece demasiado, la actitud de los anarquistas se vuelve, dentro de límites sensibles, relevante y correcta; Así como cuando los banqueros se hinchan y presumen de dirigir un país, la actitud de los marxistas, salvo su reclamo de verdad universal, es correcta.” Max Eastman. Reflections on the Failure of Socialism. 1940. 

“En el mercado libre, es un hecho feliz que la maximización de la riqueza de una persona o grupo redunda en beneficio de todos; pero en el ámbito político, el reino del Estado, una maximización de los ingresos y la riqueza solo puede acumularse parasitariamente para el Estado y sus gobernantes a expensas del resto de la sociedad”. Murray N. Rothbard.

“El Estado utiliza sus ingresos coercitivos, no solo para monopolizar y proporcionar servicios genuinos de manera ineficiente al público, sino también para construir su propio poder a expensas de sus sujetos explotados y acosados.” Murray N. Rothbard.

Ronald Reagan .. “El Gobierno es el problema”

… “El gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema. De vez en cuando hemos tenido la tentación de creer que la sociedad se ha vuelto demasiado compleja para ser administrada por el auto gobierno, que el gobierno de un grupo de élite es superior al gobierno para, por y del pueblo “.

… “O creemos en nuestra capacidad de auto gobierno, o abandonamos la Revolución Estadounidense, y confesamos que una pequeña élite intelectual en una capital lejana puede planear nuestras vidas mejor que nosotros mismos”.  Ronald Reagan.

¿Qué es el Estado?

Las personas tienen ideas o conceptos diferentes sobre qué es el Estado. Para los efectos de este artículo, recojo lo que al respecto dice Murray Rothbard en su introducción al tema:

El Estado es considerado casi universalmente como una institución de servicio  público. Algunos teóricos veneran al Estado como la apoteosis de la sociedad;  otros lo consideran como una amigable, aunque algunas veces ineficiente,  organización para el logro de fines sociales; pero casi todos lo consideran como  un medio necesario para lograr los objetivos de la humanidad, un medio a ser  contrapuesto al “sector privado” y que usualmente gana en esta competencia por  recursos. Con el surgimiento de la democracia, la identificación del Estado con  la sociedad se ha redoblado, hasta el punto que es común escuchar la expresión  de sentimientos que virtualmente violan todos los principios de la razón y el  sentido común, tales como “nosotros somos el gobierno”. El útil término colectivo  “Nosotros” ha permitido que un camuflaje ideológico haya sido extendido sobre  la realidad de la vida política. Si“nosotros somos el gobierno”, entonces todo lo  que un gobierno le haga a un individuo no es sólo justo y no-tiránico, sino también  voluntario de parte del individuo involucrado.

 

…Debemos entonces enfatizar que “nosotros” no somos el gobierno, el  gobierno no es “nosotros”. El gobierno no representa en ningún sentido preciso,  a la mayoría del pueblo. Pero aún si lo hiciera, aún si el 70% de la población  decidiera asesinar al restante 30%, eso sería de todas formas asesinato y no  suicidio voluntario de parte de la minoría masacrada. A ninguna metáfora  organicista ni calmante irrelevante de que “todos somos parte del otro” debe  permitírsele oscurecer este hecho básico.

Si, entonces, el Estado no es “nosotros”, si no es la familia humana juntándose  para decidir sobre sus problemas comunes; si no es una reunión de una logia o “Country Club”; ¿qué es el Estado? Brevemente, el Estado es aquella  organización en la sociedad que intenta mantener un monopolio sobre el uso de  la fuerza y la violencia en una determinada área territorial; en particular, el Estado  es la única organización que obtiene sus ingresos, no a través de contribuciones  voluntarias o el pago por servicios prestados, sino a través de la coerción.  Mientras que otros individuos o instituciones obtienen sus ingresos por medio de la producción de bienes y servicios y por la venta voluntaria y pacífica de dichos  bienes y servicios a otros individuos, el Estado obtiene su renta mediante el uso de la compulsión, es decir, la amenaza de la cárcel y la bayoneta. Luego de usar  la fuerza y la violencia para obtener sus ingresos, pasa a regular las demás  acciones sus súbditos individuales. Uno pensaría que la simple observación de todos los Estados a lo largo de la historia y sobre todo el globo terráqueo, sería  suficiente prueba de esta afirmación; pero el aura de mito ha envuelto por mucho  tiempo las actividades del Estado, que cierta elaboración es necesaria. Murray N. Rothbard. Capítulo 3 de El igualitarismo como una revuelta contra la Naturaleza y otros ensayos. (Auburn: Mises Institute, 2000 [1974]), pp. 55-88.

No es difícil encontrar personas que piensan que el Estado tiene la obligación de proveerles no solo salud, educación y seguridad pública gratuita, lo usual en la mayoría de los Estados modernos, sino también otra lista de “derechos” como empleo, vivienda, subsidios, etc.

Tal parece que 75 años después, y aún antes, el análisis que Friedrich Hayek hizo en 1944, sigue teniendo vigencia, advirtiendo del peligro que conlleva sacrificar libertad por seguridad económica y social, que va de la mano con la alteración de los valores que forjaron la democracia y el progreso económico y social en gran parte del mundo, excepto, claro está, donde tales valores no han echado raíces.

  “El empeño general de lograr seguridad por medidas restrictivas, tolerado o favorecido por el Estado, ha producido con el transcurso del tiempo una progresiva transformación de la sociedad, una transformación en la que, como en tantas otras direcciones, Alemania ha guiado y los demás países han seguido. Se ha acelerado esta marcha por otro efecto de la enseñanza socialista: el deliberado menosprecio de todas las actividades que envuelven riesgo económico y el oprobio moral arrojado sobre las ganancias que hacen atractivo el riesgo, pero que sólo pocos pueden conseguir. No podemos censurar a nuestros jóvenes porque prefieran una posición asalariada segura mejor que el riesgo de la empresa, cuando desde su primera juventud han visto aquélla considerada como ocupación superior, más altruista y desinteresada. La generación más joven de hoy ha crecido en un mundo donde, en la escuela y en la prensa, se ha representado el espíritu de la empresa comercial como deshonroso y la consecución de un beneficio como inmoral, y donde dar ocupación a cien personas se considera una explotación, pero se tiene por honorable el mandar a otras tantas. Los viejos quizá consideren esto como una exageración de la situación actual, pero la diaria experiencia del profesor universitario apenas le permite dudar que, como resultado de la propaganda anti capitalista, la alteración de los valores va muy por delante del cambio hasta ahora acontecido en las instituciones británicas. La cuestión es si, al cambiar nuestras instituciones para satisfacer las nuevas demandas, no destruiremos inconscientemente unos valores que todavía cotizamos muy alto.

…Si es dudoso que el espíritu de libertad pueda en algún sitio extirparse por la fuerza, no es seguro que otro pueblo pueda resistir con éxito al proceso por el cual fue lentamente sofocado en Alemania. Allí donde categoría social y distinción se logran casi exclusivamente convirtiéndose en un sirviente a sueldo del Estado, donde la ejecución de un deber asignado se considera más laudable que la elección por sí de su campo de utilidad, donde todas las actividades que no dan acceso a un lugar reconocido en la jerarquía oficial o derecho a un ingreso fijo, se consideran inferiores e incluso algo deshonrosas, sería excesivo esperar que muchos prefieran largo tiempo la libertad a la seguridad. Y donde la alternativa frente a la seguridad en una posición dependiente es la más precaria posición, en la que a uno se le desprecia tanto si triunfa como si fracasa, pocos serán los que resistan a la tentación de salvarse al precio de la libertad. Cuando las cosas han llegado tan lejos, la libertad casi se convierte realmente en objeto de burla, puesto que sólo puede adquirirse por el sacrificio de la mayor parte de las cosas agradables de este mundo. En tal situación, poco puede sorprender que sean cada vez más las gentes que empiezan a sentir que sin seguridad económica la libertad «carece de valor» y están dispuestas al sacrificio de su libertad para ganar la seguridad.

…Sin embargo, como se ha sugerido ya en estas páginas, no es con la Alemania actual, sino con la de hace veinte o treinta años, con la que muestran un parecido cada vez mayor las condiciones británicas. Hay muchos rasgos que fueron entonces considerados como «típicamente alemanes» y que son ahora igualmente familiares en Inglaterra, y muchos síntomas que apuntan a un futuro desarrollo en la misma dirección. Hemos mencionado ya el más significativo: la creciente semejanza entre los criterios económicos de derechas e izquierdas y su común oposición al liberalismo que era la base común a la mayoría de los políticos ingleses. … La creciente veneración del Estado, la admiración del poder y de lo grande por ser grande, el entusiasmo por la «organización» de todo (ahora lo llamamos planificación) y aquella «incapacidad para dejar algo al simple poder del crecimiento orgánico»” Friedrich A. von Hayek Camino de servidumbre. (1944) © 2008 de Unión Editorial, S.A.

“El libro de Hayek generó controversia puesto que explicaba de manera sencilla y clara la relación entre la libertad individual y la planificación económica centralizada. Para Hayek, las ideas colectivistas —ya sean de izquierda o de derecha — no conducen a una utopía sino que al darle cada vez más poder al Estado para controlar la economía, inevitablemente conducen a horrores como los de la Alemania Nazi y la Italia Fascista.” Liberty Fund, Inc. y el Cato Institute.

Aunque todos saben que el dinero para proveer los servicios que el Estado ofrece proviene de los impuestos que pagan los ciudadanos, pocos saben que el gobierno también se endeuda y la inmensa mayoría no tiene una noción precisa de la estructura de los ingresos ni de la estructura de los gastos, es decir no saben de dónde sale el dinero, ni a cuánto asciende ni cómo se gasta ese dinero.

Aun así, pocos se preocupan sobre el tema. La mayoría asume que el Estado es un buen administrador de los recursos que se le confían, pues para eso el pueblo ha elegido a las personas que están al frente del mismo –o al menos así piensan los votantes que lo eligieron, que en las democracias se supone que es la mayoría, dictaduras aparte-.

De tal modo que no es raro escuchar o leer propuestas para crear nuevas dependencias estatales, nuevos programas y proyectos, nuevas reglamentaciones y leyes, que significan contratar más funcionarios para administrar y ejecutar y al fin de cuentas realizar más gastos. De dónde saldrá el dinero para eso? Es lo de menos, se piensa. Ya se inventará un nuevo impuesto o tarifa o se buscará un préstamo. Lo importante es que se realicen obras o se ofrezcan más servicios.

A los políticos les encanta mostrar que están haciendo algo por el pueblo para mantener contentos a los votantes o conseguir más votos para permanecer en el poder. No importa si lo que se hace tiene o no prioridad para el desarrollo del país. Se anuncia y difunde por los medios de comunicación con bombos y platillos para mostrar los “logros” del gobierno de turno, mientras se compara con administraciones anteriores a las que se culpa de todas las desgracias del país.

Pero, ¿quiénes son estos políticos? Algunos han saltado al poder después de ser conocidos empresarios o profesionales, otros eran líderes sindicales, otros eran figuras de diversas ocupaciones lanzadas a la popularidad por los medios de comunicación, pero la mayoría han sido personas con larga carrera en partidos y movimientos políticos, políticos de profesión. Algunos de estos con la sincera voluntad de hacer algo bueno por el país –y que lamentablemente muchos no logran hacerlo- pero otros son guiados por su interés personal egoísta, por el interés de enriquecerse o por los beneficios del poder.

En cualquiera de los casos, una vez que llegan al poder, se rodean de sus más fieles seguidores, Designan en los más altos puestos no a los más idóneos para ellos, sino a los que considera más leales, a aquellos que han contribuido a llevarlos al poder, a los que deben favores o que han contribuido con dinero a su campaña política, y a menudo a familiares y amigos cercanos, no importa si tienen méritos para ocupar dichos puestos. Son nombrados ministros, secretarios, directores, magistrados o presidentes de entidades públicas. Pronto piden nuevos vehículos para transportarse, escoltas, asesores, asistentes, secretarias y remodelar sus oficinas. Piensan que se lo merecen después de años de estar en la llanura.

Estos, a su vez, hacen lo mismo en las dependencias estatales que administran. Si los puestos están ocupados, no faltará un sinfín de pretextos para despedir a los que los ocupaban antes de su llegada, no importando si se trata de personal calificado o idóneo para los puestos. Si es un partido político antagónico el que gobernaba anteriormente, la “barrida” de empleados públicos es general. Hay que dar empleo a los militantes del partido y simpatizantes y privar del empleo a los adversarios, a veces considerados como “enemigos”. También hay que dar empleo a los familiares y a los amigos. El nepotismo se vuelve rampante. El resultado es que entonces el Estado se llena de un ejército de funcionarios y empleados públicos sin experiencia ni calificación y que de lo que menos se ocupan y preocupan es de servir a los ciudadanos, porque antes deben ocuparse y preocuparse de servir y agradar a sus jefes, ya que gracias a ellos tienen empleo y hay que conservarlo a toda costa porque “la calle está dura”.

Los puestos son limitados y la demanda por conseguir un puesto en el Estado es fuerte –el sector privado formal en América Latina no crea los suficientes puestos para los cienes de miles o millones de personas que cada año se incorporan a la fuerza laboral- de modo que se inventan nuevos puestos para atender la demanda de los que reclaman que no se les benefició con empleo al inicio de la toma del poder. El gasto estatal sigue aumentando para satisfacer tales demandas. Y si no es posible contratar a más personas, se recurre al conocido expediente del cheque cobrado sin presencia en el trabajo –los empleados fantasmas-. Como escribieron Mendoza et. al en “Fabricantes de Miseria“: “El Estado no tiene dolientes: quienes manejan el dinero de los contribuyentes, en América Latina, parten de la base de que al ser ese dinero de todos no es de nadie, y por consiguiente se puede repartir o vender alegremente si con ello se consiguen votos”. Aquí decimos “lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta”.

Y así, el resultado es que vemos las deficiencias en la atención pública en salud, la pésima calidad de la educación en las escuelas, colegios, institutos y universidades públicas, lo engorroso, lento y a veces incomprensible de los requisitos para realizar trámites gubernamentales, la lentitud de la policía y la justicia para resolver crímenes y disputas

Pero la demanda de obtener un beneficio del Estado nunca se satisface, por la misma razón de que el Estado no tiene dolientes. A las oficinas de los altos funcionarios del Estado, ya no digamos del Presidente, fluye una fila de gente buscando algún tipo de beneficio. Empresarios buscando favoritismo para vender algo al inmenso sistema de compras públicas o arreglos bajo la mesa para ganar licitaciones de proyectos de obras públicas o protección frente a la competencia de bienes y servicios importados. Amistades, simpatizantes partidarios o recomendados buscando preferencia en los beneficios de algún programa estatal o para contratación en una licitación de consultoría. A veces la orden llega “desde arriba” o por la intercesión de otro alto funcionario.

Así, las licitaciones públicas son un remedo. De antemano está seleccionado el ganador. Como resultado, las compras y obras públicas alcanzan un costo mayor del que normalmente tendría, pues un porcentaje adicional queda en el bolsillo del proveedor y otra en el bolsillo del funcionario. La calidad de las mismas es muchas veces inferior y el tiempo para realizarlas también se alarga.

Al final, el perjudicado es el pueblo, quien recibe menos por los impuestos que paga. Los beneficiados pronto constituyen una nueva clase de ricos que destapan su nuevo estatus trasladándose a vivir en mansiones, adquiriendo propiedades y negocios y exhibiendo sin vergüenza su derroche.

Y aunque muchos sospechan del mal manejo de los recursos públicos, aquellos que se benefician directamente de dádivas, puestos, concesiones y contratos con el Estado, están muy contentos y propugnan por más intervención del Estado.

Para otros, las sospechas son vistas como un mal menor y también propugnan por más Estado por motivos ideológicos. Estos últimos ven al Estado como el gran redistribuidor social de las ganancias que los capitalistas extraen con la explotación a los trabajadores. 

Son muchos los que tienen la visión idílica del Estado como el benefactor de la sociedad. Son menos los que ven al Estado como el gran recaudador que extrae el dinero de los bolsillos de los ciudadanos, dejándoles menos dinero disponible para consumir e invertir y que piensan que una parte importante del dinero recaudado es dilapidado o invertido ineficientemente.

Los siguientes párrafos de Carlos Ball aducen que la pobreza, en buena parte, es causada por los políticos y burócratas:

El verdadero problema latinoamericano es bastante más profundo y mucho más difícil de combatir porque los enemigos del bienestar y la prosperidad son las instituciones mismas: nuestros gobiernos, nuestras leyes, nuestros sistemas judiciales politizados, nuestras constituciones y una educación pública que a lo largo de varias generaciones ha deformado la manera de pensar y de actuar de la ciudadanía. Lejos de promover la responsabilidad individual, la propaganda política en la educación pública enseña a los niños que el gobierno es el tío rico y bondadoso que siempre estará allí para ayudarles, cuidarlos y hacer posible su felicidad.

El inmenso crecimiento de los gobiernos latinoamericanos es el resultado de la concentración del poder político y económico en manos de políticos y burócratas. De allí provienen las decisiones que nos empobrecen, con la concesión de privilegios especiales a grupos sindicales y empresariales que utilizan sus conexiones políticas para destruir la competencia, lo cual golpea la libre iniciativa y elimina la libertad de elegir de los ciudadanos. Los salarios mínimos producen desempleo; los altos impuestos del estado bienestar impiden el ahorro, mientras que los servicios públicos recibidos a cambio son infames y cada día peores; los controles de precios producen escasez; la politización del sistema monetario empobrece a la ciudadanía entera y fomenta la huída de capitales, mientras que la redistribución de la riqueza ha sido el mayor de los fraudes porque sólo los políticos y sus amigos se han beneficiado. Carlos Ball, Director de la agencia AIPE y académico asociado del Cato Institute. El empobrecimiento de América Latina. Marzo 2003.

El problema va mucho más allá, pues no solamente se gasta o invierte ineficientemente, sino que una parte importante va a las manos de corruptos ligados al poder político, que de la noche a la mañana aparecen como dueños de grandes empresas y se constituyen en los nuevos miembros de las oligarquías empresariales que impiden el funcionamiento de la economía de mercado y estancan el progreso económico, lo cual es frecuente en Latinoamérica.

Una reciente (abril 2019) investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) revela cómo la corrupción no solamente produce la pérdida de ingresos fiscales, sino también tiene un costo social.

Dependiendo de su extensión, la corrupción puede tener un efecto profundamente perjudicial en las finanzas públicas, ya que los gobiernos recaudan menos impuestos y pagan en exceso por bienes y servicios o proyectos de inversión. Pero el costo de la corrupción es mayor que la suma de dinero perdido: las distorsiones en las prioridades de gasto socavan la capacidad del estado para promover un crecimiento sostenible e inclusivo. Drenan los recursos públicos de la educación, la atención médica y la infraestructura efectiva, los tipos de inversiones que pueden mejorar el desempeño económico y elevar el nivel de vida de todos.

… Nuestra investigación sugiere que los ingresos son más altos en los países percibidos como menos corruptos; Los gobiernos menos corruptos recaudan 4 por ciento del PIB más en impuestos que aquellos en el mismo nivel de desarrollo económico con los niveles más altos de corrupción.

Si bien la corrupción puede ocurrir en casi cualquier lugar, es más frecuente en algunos puntos críticos. Uno involucra recursos naturales, especialmente petróleo y minería. Las enormes ganancias asociadas con la extracción de recursos naturales son fuertes incentivos para el pago de sobornos, o incluso la captura estatal, donde las políticas y leyes públicas están influenciadas por prácticas corruptas para asegurar el control sobre la riqueza natural de un país. De hecho, los países ricos en recursos tienden a ser más corruptos porque luchan con instituciones más débiles y poca responsabilidad en el uso de su riqueza natural.

La corrupción también es frecuente entre las empresas estatales, donde la administración puede ser susceptible a la influencia indebida de los funcionarios públicos y los funcionarios electos. Como resultado, las empresas estatales en sectores vitales como la energía, los servicios públicos y el transporte son menos rentables y eficientes en países con más corrupción. Varias sondas de corrupción de alto perfil que involucran a tales empresas subrayan el riesgo de abuso de los recursos públicos, incluidos Petrobras en Brasil, Elf Aquitaine en Francia (antes de que se privatizara) y Eskom y Transnet en Sudáfrica. La investigación sugiere, además, que la corrupción es una de las principales razones por las que las empresas privadas tienden a ser más productivas que las empresas estatales. Sorprendentemente, en países donde la corrupción es menos frecuente,

Las compras gubernamentales de bienes y servicios son otro punto caliente, en parte debido a las grandes cantidades de dinero involucradas; La contratación pública representa el 13% del PIB, en promedio, entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que representa 36 economías avanzadas. Las adquisiciones relacionadas con la inversión pública son particularmente susceptibles porque los grandes proyectos a menudo tienen características únicas, lo que hace que sea más difícil comparar costos y más fácil ocultar sobornos e inflar costos.

Esta es la razón por la cual la gran corrupción generalmente se asocia con proyectos complejos y costosos, como equipos de construcción y defensa. En comparación, es más difícil cobrar sobornos en los salarios de los maestros y trabajadores de la salud. Como resultado, es probable que el gasto en educación y salud sea menor cuando la corrupción es alta, por lo que es menos probable que mejore la productividad de los trabajadores y el nivel de vida. Entre los países de bajos ingresos, la proporción del presupuesto dedicado a educación y salud es un tercio menor en los países más corruptos (ver gráfico).

No debería sorprender, entonces, que los puntajes de las pruebas tienden a ser más bajos en los países donde la corrupción es más frecuente. Si bien los estudiantes en países más corruptos pueden pasar tanto tiempo en el aula como los de otros países, la calidad de la instrucción es peor. No se trata solo de gastar menos en educación. En algunos países, el acceso a trabajos de enseñanza en las escuelas públicas está influenciado por sobornos o conexiones. El ausentismo de los docentes es una forma generalizada de corrupción menor en varias economías en desarrollo, y un estudio en Brasil encontró evidencia de que cuando las transferencias federales a los gobiernos locales para gastos de educación se pierden parcialmente debido a la corrupción, las tasas de deserción son más altas y los puntajes de las pruebas empeoran. IMF. The Cost Of Corruption

Las evidencias de que el Estado en América Latina es un gran despilfarrador de recursos salieron a luz con la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de su informe insignia  “Mejor Gasto para Mejores Vidas. Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018) que muestra que cada año, la ineficiencia en el gasto de los Gobiernos de América Latina y el Caribe genera un despilfarro total de 220.000 millones de dólares, el equivalente a un 4,4% del PIB. “Esa cifra, bien invertida, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema en la región” asegura Alejandro Izquierdo, economista jefe del BID.

El despilfarro de recursos no es más que una contabilización de la corrupción gubernamental.

“América Latina gasta US$450.000 millones en compras públicas. Pocas actividades públicas ofrecen mayor tentación o más oportunidades para la corrupción. La inversión pública es particularmente vulnerable a la corrupción y el malgasto representa un porcentaje mayor de las adquisiciones totales en América Latina que en la OCDE y funciona con instituciones más débiles. El malgasto de fondos públicos en sobornos y presupuestos abultados parece ser enorme, pues llega a aproximadamente el 26% del costo de los proyectos. El malgasto total en las adquisiciones es de un promedio de alrededor del 17%, lo que equivale a un malgasto del 1,4% del PIB.

El malgasto en salarios es otro tema clave. América Latina tiene una de las brechas salariales público-privadas más altas del mundo a favor de los trabajadores del sector público. Considerando que parte de la brecha no está justificada, cerca del 14,2% del gasto salarial para el país promedio es malgasto. Por último, las filtraciones de los subsidios a la energía, los programas sociales y el gasto tributario equivalen al 65% del gasto focalizado teórico. [Se le llama filtraciones al costo de los subsidios y transferencias que favorecen a personas que no son pobres] En total, en las adquisiciones, la nómina salarial y las transferencias focalizadas, el monto promedio total del malgasto asciende a cerca del 4,4% del PIB y del 16% del gasto público promedio. Esto equivale a US$220.000 millones, un monto entre el PIB de Perú (US$190.000 millones) y el de Chile (US$250.000 millones), dos de las economías más grandes de la región.”

Banco Interamericano de Desarrollo. “Mejor Gasto para Mejores Vidas. Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018)

El informe es revelador y contundente. En América Latina, más recursos para el Estado significa más recursos desviados por la corrupción para beneficiar a unos cuantos corruptos y perjudicar a la mayoría. Pero también significa menos recursos disponibles en el bolsillo de las personas para consumir o para ahorrar e invertir. Menos recursos para expandir la demanda y la producción.

La corrupción daña a los pobres desproporcionadamente, desviando fondos asignados para el desarrollo, minando la capacidad gubernamental de proveer servicios básicos, alimentando la desigualdad y la injusticia, y desalentando la inversión y la ayuda extranjera. La corrupción es un elemento clave en el bajo desempeño económico y un obstáculo principal para el desarrollo y la reducción de la pobreza”-  Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, en su discurso sobre la adopción por la Asamblea General, de  la Convención contra la Corrupción. New York, 31 Octubre 2003.

Aun así, muchos continúan proponiendo más gasto social, para lo que se necesita más impuestos o más deuda, y el papel activo del Estado –es decir de los políticos y burócratas de que habla Carlos Ball, responsables de la corrupción de que habla Kofi Annan- en la redistribución del ingreso, poniendo como ejemplo los logros de los países nórdicos.

Por otro lado, no se dan cuenta de que, para crear un estado benefactor y reducir las desigualdades de ingresos, estos países primero tuvieron que desarrollar el capital humano y la productividad ascendente de las empresas que les permitiera alcanzar el nivel de riqueza necesario para luego empezar a distribuir los beneficios a la población. Todo esto acompañado de niveles de corrupción muy bajos y alto nivel de eficiencia en la administración pública.  

No entender esto lleva a los países al estancamiento económico, creciente endeudamiento, inflación, desempleo y pobreza. Tal ha sido el caso de varios países latinoamericanos durante los gobiernos de izquierda en Argentina, Brasil, Ecuador y Chile. En todos los casos se observa el mismo patrón, aumento desmedido de impuestos a las empresas, aumento desmedido del gasto público teniendo como destino subsidios indiscriminados al consumo, e incremento del déficit fiscal que debió ser financiado con deuda pública.     

No queda casi nada por añadir, excepto señalar el incomprensible e idílico convencimiento de aquellos que propugnan por más Estado en países con sistemas deficientes de educación y altos niveles de corrupción, como solución para reducir la pobreza y la desigualdad.

Dejo al final estas reflexiones entresacadas de la vasta obra de Arthur Seldon.

    1. “La propiedad privada es una potente institución de trabajo. La propiedad pública es … poder político acorralado por un puñado de no propietarios irresponsables”.
    2. “El mercado capitalista … pone el poder (poder adquisitivo efectivo) directamente en manos del hombre y la mujer comunes para que lo usen donde lo deseen … Es por eso que el mercado es más esencialmente democrático que el gobierno”.
    3. “Cambiar la propiedad identificable privada en propiedad pública no identificable es destruir los incentivos para protegerla, conservarla, mejorarla y hacerla productiva al usarla de manera rentable en la fabricación de bienes y servicios por los cuales los consumidores pagarán”.
    4. “A medida que el gobierno se ha inflado … Ha socavado el instrumento que podría haber hecho más por el hombre común”.
    5. “Dondequiera que se use, el gobierno es tan decepcionante o peor, ineficiente, inexplicable y corrupto, que es mejor no usarlo en absoluto, excepto para las funciones donde se deben tolerar todas sus fallas para obtener los servicios requeridos … En resumen, el precio del gobierno es tan alto que debería evitarse siempre que sea posible “.
    6. “El estado se ha mostrado como el falso dios de todos los que lo han buscado”.
    7. “El proceso político … se ha convertido en el amo más que en el servidor del pueblo”.

19 semillas de sabiduría del mejor escritor de economía del que nunca has oído hablar

Arturo J. Solórzano
Abril de 2019

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