Este ensayo es un resumen de una presentación preparada para el III Congreso Nacional PYME, que se llevó a cabo en Julio de 2004 en Managua, Nicaragua. Persigue proponer acciones encaminadas a lograr el desarrollo sustentable de las empresas, partiendo del análisis de factores comúnmente relegados a segundo plano y a veces ignorados entre estudiosos del tema, formuladores de políticas y ejecutores de programas de desarrollo.
Los programas de asistencia a las PYMEs
La historia de los programas y proyectos dirigidos a fomentar el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas, conocidas por las siglas de MIPYMEs o PYMEs, en Nicaragua ha sido una historia de fracasos más que de éxitos, de impactos y logros limitados, de escasa eficiencia y dudosa eficacia. Prueba de ello es que a pesar de millones de dólares gastados en estos programas, las PYMEs en Nicaragua -las excepciones son contadas- continúan siendo en su mayoría empresas de escaso crecimiento que se mueven al ritmo del consumo local y frágiles ante la competencia. Menos aún, las PYMEs no han podido ser la base de un fuerte sector exportador.
Por qué los programas y proyectos que dicen ser dirigidos a fomentar el desarrollo de las PYMEs en Nicaragua han tenido tan grises resultados? Si echamos una mirada a los principales componentes de estos programas, la inmensa mayoría se concentran en proveer asistencia técnica y capacitación -entrenamiento- a los dueños de PYMEs y algunas pocas veces a los empleados de las mismas. Los contenidos varían desde la enseñanza de técnicas y el uso de tecnologías de producción, la capacitación en la administración de negocios, contabilidad, publicidad, mercadeo, ventas y otros temas; el fomento de la cooperación y asociación -una prioridad para el desarrollo de los “clusters”-; la implementación de eventos que ayuden a la comercialización, tales como ferias, expo-ventas, ruedas de negocios, etc.; financiamiento preferencial -y hasta donaciones- para inversiones que cumplen con determinados requisitos; sólo para mencionar los componentes más relevantes en estos programas.
Los estudios de diagnóstico que estos mismos programas ejecutan, indican que esos son los problemas que hay que resolver: los pequeños empresarios necesitan aprender a manejar sus negocios eficientemente, necesitan financiamiento en condiciones preferenciales, necesitan información sobre tecnologías, necesitan mejorar la calidad de sus productos, necesitan implementar tecnologías limpias, necesitan acceso a los mercados, necesitan organizarse para superar las limitaciones de la escala de producción, etc.
Los programas de asistencia a PYMEs intentan resolver problemas que son la manifestación visible de causas que están detrás de los mismos, en lugar de atacar la causa del problema. Más adelante volveremos sobre esto.
¿Alguien podría cuantificar los beneficios obtenidos por la implementación de los programas de asistencia a las PYMEs? ¿Cuántas nuevas empresas se han creado? ¿Cuántas han crecido en tamaño, en ventas, en empleo? ¿Cuánto ha sido el incremento en la producción? ¿Cuánto ha sido el valor agregado a la economía nacional? ¿Cuántos empleos nuevos se han creado? ¿Cuánto ha sido el ingreso por exportaciones que se ha generado? Para mencionar solamente algunos de los indicadores más relevantes que podrían indicar la medida del éxito o el fracaso de estos programas.
Buscando las respuestas
La “Estrategia Nacional de Desarrollo de la MIPYME” (ENADES-MIPYME)1 identifica ocho tipos de obstáculos que le impiden a las PYMEs su crecimiento y desarrollo. Sin embargo, al analizar dichos obstáculos, vimos que dichos obstáculos solamente son la expresión superficial de los obstáculos de fondo.
¿Por qué los dueños de PYMEs -hechas las excepciones- no saben manejar sus negocios eficientemente, no cuentan con financiamiento, no tienen acceso a información sobre tecnologías, no tienen acceso a los mercados, no saben cómo -¿o no le dan la importancia requerida a?- mejorar la calidad de sus productos, implementar tecnologías limpias, organizarse para superar las limitaciones de la escala de producción, etc.?
Aquí veremos por qué los programas de asistencia a las PYMEs intentan resolver problemas que son la manifestación visible de causas que están detrás de los mismos, en lugar de atacar las causas del problema, logrando a lo sumo aliviar los síntomas sin llegar a curar la enfermedad.
Cultura empresarial
Además del nulo o escaso conocimiento de tales aspectos, la gran mayoría practica una cultura empresarial contraria al éxito: contratar empleados por ser parientes o amigos, no por su mérito, lo cual conduce a la baja productividad y competitividad; poco respeto hacia los demás: baja calidad de los productos o servicios, mal servicio al cliente, no se respetan los contratos de venta; verticalismo en la toma de decisiones o falta de trabajo en equipo; nula o escasa planificación, que se traduce en desdén por el mejoramiento, el ahorro y la inversión, la investigación y el entrenamiento propio y del personal, sólo para mencionar algunos elementos de nuestra cultura empresarial. En síntesis para la mayoría de los micro y pequeños empresarios -igual que sucede con los agricultores- sus “empresas” nacieron y se manejan más como un medio de obtener un ingreso para sí mismos y su familia, que como una empresa en el sentido convencional de la palabra.
Los acontecimientos históricos han moldeado las características culturales de las personas y la sociedad nicaragüense. La manera en que nuestra economía y sistema institucional funcionan actualmente es el resultado de la evolución que han tenido desde los tiempos de la Colonia. Los valores culturales heredados de los conquistadores españoles, mezclados y matizados durante el mestizaje posterior con los pueblos indígenas locales, y en la región atlántica con esclavos arrancados del continente africano, dieron lugar a un conjunto de actitudes y comportamientos característicos de la actual sociedad nicaragüense.
Cuando hablo de valores quiero significar aquellas actitudes y comportamientos que valoramos como correctos, y que se basan en nuestros conocimientos, creencias y costumbres, en resumen, en nuestra cultura.
El Güegüense, obra teatral que muestra algunas de las facetas que ya hace siglos caracterizaba valores culturales del nicaragüense, nos muestra el engaño y la burla como actitudes a las que recurre el personaje. De ahí que la famosa “guatusa”, ese gesto vulgar y de mal gusto, se haya convertido en un símbolo. La hipocresía, el fingimiento, la simulación y la mojigatería son prácticas que se derivan de la mentira, que están enraizadas en lo profundo de la cultura de gran parte de los nicaragüenses.
Pero ¿qué tiene que ver esto con la economía y las empresas? Aparentemente poco o nada. Sin embargo, veremos que tiene implicaciones claves. ¿Confiaría Ud. en alguien que le miente? ¿Lo haría Ud. su socio? ¿Haría Ud. socio de su negocio a alguien que no conoce? ¿Puede dejar Ud. a sus trabajadores sin supervisión, confiando en que harán bien su trabajo? –Sólo el ojo del amo engorda al caballo– ¿Está Ud. totalmente seguro de que le pagarán el dinero que prestó en el día convenido? ¿Cuántas veces ha dado Ud. un adelanto en dinero para que otros le presten un servicio o le suministren un producto y luego no recibe lo que esperó? – Músico pagado no toca buen son– ¿Dice Ud. toda la verdad sobre su producto o servicio a sus clientes? –Más vale pájaro en mano que cien volando– [las frases entre guiones son algunos refranes muy populares en Nicaragua].
El hecho de mentir, de engañar, de prometer algo y no cumplirlo tiene consecuencias devastadoras en los negocios. Si no hay confianza en las demás personas, se limita enormemente la capacidad para hacer negocios. Veamos algunos ejemplos:
Al desconfiar de las personas preferimos que en nuestra empresa trabajen familiares, amigos o personas que alguien de confianza nos ha recomendado. Es lo que conocemos como nepotismo, o favoritismo arbitrario. ¿Cuál es el resultado del nepotismo en las empresas? El personal no está ahí por sus méritos, sino por sus conexiones, por tanto no es el más calificado para desempeñar los puestos en el negocio. ¿Y qué pasa cuando el personal no es el adecuado? Ineficiencia general, mala calidad, mal servicio al cliente y baja competitividad.
El nepotismo tiene nefastas consecuencias en la economía y la sociedad. ¿Para qué alguien va a esforzarse en estudiar, en prepararse para luego recoger los frutos de su esfuerzo, si lo que cuenta más son las conexiones, no el mérito? El nepotismo desincentiva el deseo de superación personal y promueve en las personas vicios de comportamiento negativos como la adulación calculada, el servilismo, el clientelismo, el soborno y la corrupción.
Otro resultado de estos valores culturales es el desincentivo que conlleva para la cooperación inter-empresarial. La desconfianza -y con razón- hacia todos los que no están en su círculo de familia y amistades, impide desarrollar emprendimientos más allá de las propias capacidades. De ahí que una de las características principales de las empresas sea el de integrar todos los procesos dentro de la unidad empresarial, porque se descarta la posibilidad de que algunos procesos se puedan contratar con otras empresas, debido a la dificultad para el cumplimiento de los compromisos y contratos que puedan hacerse. Al no existir una cultura que honre ante todo la palabra empeñada, el incumplimiento y rompimiento de contratos es algo corriente.
¿Cuántas veces Ud. ha prometido algo que luego no cumple, a veces a sabiendas que no podía cumplirlo cuando lo prometió, aun tratándose de cosas pequeñas de la vida diaria? … la famosa “guatusa” [el gesto obsceno que se hace con los dedos de la mano y que en otras partes del planeta lo llaman “higa”, indica desaprobación de algo o se usa cuando se finge, se dice algo que no es cierto o no se está dispuesto a cumplir] está presente en el comportamiento del nicaragüense. A veces las promesas se hacen con ligereza, sin reflexionar en la capacidad de cumplirlas, y no se establece un plan o con el propósito de hacerlas realidad. –firmar me harás, cumplir jamás– Esto lleva no es más que falta de respeto por lo demás. Falta de previsión del futuro. Falta de hábito de planificar. Lo importante es lo que pasa en el momento, mañana ya se verá. No interesa qué pueda pensar la persona cuando lo que le ha prometido Ud. no lo ha cumplido. Lo importante es que Ud. logró lo que quería en el momento, sin importar las consecuencias futuras.
La impuntualidad es otro comportamiento relacionado con estos valores. Si establecemos una cita y llegamos tarde a ella o si prometemos entregar un producto en un plazo convenido, además de quedar como mentirosos, estamos dando muestras del poco respeto que los demás se merecen, sin importarnos las consecuencias -para los demás y para nosotros mismos- de nuestra tardanza. También demuestra la falta de previsión y planificación, la primacía del ocio sobre el trabajo y el escaso valor que damos al tiempo. El reloj se usa más como un objeto decorativo que como un instrumento para controlar el tiempo. Hay personas que los lucen y ni siquiera saben como leerlo.
La cultura de impuntualidad, la ocupación de puestos por conexiones y no por mérito, y la falta de confianza en los demás también impide el trabajo en equipo, pilar fundamental de la empresa moderna. De ahí el verticalismo en la toma de decisiones -mi empresa es mía y nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer- en contraposición con el trabajo en equipo, que implica reconocer las capacidades de los demás, el respeto por el tiempo de los demás, la disciplina y la cooperación.
Estas actitudes, que se convierten en patrones de comportamiento ampliamente aceptados como normales, son valores culturales que impiden el desarrollo de los negocios. De ahí que prive el individualismo como patrón en el sector empresarial y es parte de la explicación de por qué no se han podido desarrollar en Nicaragua aglomerados de empresas interdependientes unas de otras, sistemas de cooperación inter empresarial -en los que las PYMEs son la mayoría- que han resultado ser importantes motores del desarrollo económico en otras zonas del mundo.
Estos sistemas, bautizados como distritos industriales o clusters de desarrollo, no son simples mecanismos contractuales de ventas y suministro de productos o servicios entre empresas. Requieren para su aparición y desarrollo de la existencia de un substrato intangible que haga posible su funcionamiento: la confianza, la puntualidad, el cumplimiento de contratos, y el respeto por el derecho de los demás, valores muy débiles en la cultura nicaragüense.
El respeto por el derecho de los demás es tal vez uno de los valores que más se ha deteriorado en nuestra cultura. Esta falta de respeto está presente en todos los ámbitos de la sociedad y es otro de los factores que impiden el desarrollo. Se manifiesta en otros aspectos de la administración de los negocios. ¿Qué es sino producir o vender productos de baja calidad y prestar un mal servicio al cliente? Cuando se fabrica un mueble con madera húmeda que luego se va a deformar, cuando un banco obliga a la gente a hacer largas y exasperantes filas, cuando un restaurante sirve un refresco que es más agua con hielo y azúcar, cuando no se especifica el peso o los ingredientes en la etiqueta de un producto, en todos estos casos hay un desprecio al derecho de las personas a recibir un buen producto o servicio, por el que están pagando dinero!
La tolerancia es inversamente proporcional a la competencia. A más competencia, los consumidores tienen más opciones para escoger y así aprendan a distinguir aspectos de calidad y a reclamar sus derechos. La globalización, que conlleva más competencia, va cerrando los espacios a aquellas empresas que no se interesan por el derecho de sus clientes a recibir productos y servicios de calidad.
Otra actitud propia de nuestra cultura es la de gozar hoy sin importar mucho lo que pase mañana, de priorizar el ocio, el entretenimiento y el placer antes que el trabajo, de ver el trabajo como un mal necesario más que como una fuente de satisfacción -una canción popular dice que “el trabajo lo hizo Dios como castigo”. Esto es reforzado por el fatalismo y la indulgencia tradicionalmente inculcados por la religión católica.
El catolicismo ha hecho mucho énfasis en la promesa de una vida eterna para los pobres y la negación de ella para los ricos -como ilustra la parábola de la aguja y el camello- como si hacerse rico significara un pecado en sí mismo. De ahí deriva una corriente de pensamiento que cree que lo que una persona obtiene otro necesariamente lo pierde y una actitud de resignación ante la pobreza porque “de los humildes será el reino de los cielos”.
Otra influencia dañina ha sido el marxismo, aunque sus teorías no son muy creíbles entre los empresarios, pero sí en los trabajadores. Según esa corriente, los ricos lo son porque le han quitado el fruto de su trabajo a los trabajadores y por eso estos son pobres. Un juego de suma cero que se aplica a las personas y se extrapola a las relaciones entre los países: hay países ricos porque han robado su riqueza a los que son pobres. La teoría de la dependencia, que presentaba a América Latina y otros países de la “periferia” del sistema capitalista como una víctima de los países ricos y desarrollados del “centro” no hizo más que reforzar el fatalismo con un análisis falso que intentaba culpar a otros de nuestros propios fracasos e incapacidades, producto de los vicios y valores culturales prevalecientes.
Lo que es pecado es hacerse rico ilícitamente, no mediante el trabajo diligente. El fatalismo está presente en la cultura popular de dejar todo a un Dios que supuestamente está decidiendo hasta los más mínimos detalles de nuestras vidas, dejando poco espacio a nuestra autonomía como personas para fijarnos objetivos y metas. “Si Dios quiere” es una de las frases de cajón en las conversaciones populares. Por el contrario, no se enfatiza lo que otras partes de las sagradas escrituras expresan en la dirección opuesta: “Dios dio libre albedrío a las personas” es decir, capacidad para tomar sus propias decisiones y “la fe mueve montañas”, en otras palabras, la convicción, la resolución, el entusiasmo, la confianza en lo que podemos hacer para lograr tales metas u objetivos.
Con el desdeño de la importancia de planificar para el futuro, de vivir el hoy, sin preocuparse mucho por mañana -Dios proveerá- ¿qué negocio podrá tener éxito con esta mentalidad? ¿Podrá esta actitud fomentar la inversión, la investigación y el desarrollo? Quien piense que una empresa puede crecer -o al menos sobrevivir- improvisando. Más temprano que tarde quedará fuera del juego.
La cultura y los modelos empresariales
Además de tales valores que impiden el progreso y el desarrollo, las empresas nicaragüenses adolecen de otros lastres que resultan del modelo de empresa individual, familiar o de sociedades cerradas. Este modelo empresarial está determinado por la forma cómo se crean, cómo se organizan y se administran las empresas. Son empresas de propiedad individual o familiar -y en el caso más “avanzado”, de sociedades con amigos y conocidos-. Son empresas cerradas a la inversión de extraños, y por tanto, a la fiscalización de extraños.
En este tipo de empresas, por el mismo hecho de ser cerradas a la participación de extraños, se refuerza la práctica de valores culturales que conducen al fracaso, tales como la desconfianza, el autoritarismo y el nepotismo. De ahí se derivan una serie de problemas y debilidades ya antes analizados que desembocan en la falta de competitividad de estas empresas y sus limitaciones para desarrollarse.
Una gran debilidad de la empresa cerrada es su limitación para crecer y aumentar su escala de producción, ya que está cerrada al limitado aporte de capital que pueden hacer sus socios. La opción tradicional para invertir cuando los socios no pueden aportar más capital, es recurrir al financiamiento bancario. Los bancos e instituciones de micro finanzas han sido en los países de economías subdesarrolladas, los principales y a veces los únicos proveedores de capital para las empresas y negocios. También han sido uno de los pocos sectores empresariales que siempre tienen ganancias.
Siguiendo con la característica cerrada de las empresas, por el sólo hecho de ser propiedad de una persona o de un círculo reducido, la empresa no está sujeta a la fiscalización de extraños -salvo los organismos recaudadores y normadores- y carece de transparencia en su gestión. ¿Le interesa a Ud. que puede sucederle a determinadas empresas cuando Ud. no tiene invertido ni un centavo en ellas?
Somos un país subdesarrollado porque tenemos empresas subdesarrolladas. Los países que han logrado desarrollarse lo han hecho principalmente porque una parte importante de sus empresas han superado el modelo de empresa familiar o de sociedades limitadas a amigos y conocidos. Si bien las empresas individuales, familiares o de sociedades cerradas constituyen la mayor parte de los negocios en las economías desarrolladas, las empresas de sociedades abiertas constituyen el sector más dinámico, el que más crece y que más aporta a la economía. Son este tipo de empresas las que pueden crecer, desarrollar economías de escala para servir mercados más amplios, tanto en el país como en el ámbito internacional.
Una gran debilidad de la empresa cerrada es su limitación para crecer y aumentar su escala de producción. Para crecer se requiere invertir y para invertir se requiere capital. Las empresas familiares y de sociedades cerradas están limitadas en su crecimiento por falta de capital. La opción tradicional para invertir son sus ganancias acumuladas, pero cuando estas son insuficientes y los socios no pueden aportar más capital, la opción que queda es recurrir al financiamiento bancario, con la consecuente carga de intereses que afectan el costo de operación. Los bancos y otras instituciones financieras han mostrado ser el sector económico que más crece de manera sostenida en la economía nacional. Solo basta revisar las publicaciones de la institución que los regula para ver el alto crecimiento que han tenido sus activos y sus ganancias. Tal crecimiento ha sido en parte a expensas de las ganancias de los demás sectores, es decir de los intereses que cobra por los préstamos, con tasas altísimas mientras paga tasas ridículas por los ahorros. Las tasas de interés se sustentan en gran parte en la capacidad de pago y en el riesgo que conlleva la actividad económica de los usuarios del crédito. Estos riesgos son altos cuando se manipula la información que se provee al prestatario para obtener el préstamo, inflando la capacidad de pago prevista. Por eso, los préstamos personales y para las micro y pequeñas empresas tienen un interés más alto. Sin embargo, el margen entre tasas activas y pasivas es el más alto en comparación con los demás países de la región centroamericana. En conclusión, el crédito para las pequeñas empresas no puede ser una fuente para la inversión en actividades con márgenes de ganancia modestos o reducidos, sino solamente para negocios de alta rotación de inventarios y altos márgenes de ganancia, que generalmente se dan más en el comercio, siendo esta una de las explicaciones del atraso en el desarrollo económico de la agricultura y la manufactura y especialmente donde predominan las pequeñas empresas.
Por el contrario, las empresas abiertas a la inversión de extraños tienen la ventaja de que pueden obtener el capital que necesitan mediante la venta de acciones de participación, que cualquiera puede adquirir, sin costo financiero de intereses, lo cual les hace tener precios más competitivos, en relación a aquellas que se financian con préstamos bancarios. En los países desarrollados, las bolsas de valores han jugado un papel fundamental pues movilizan el ahorro de millones de personas que invierten en acciones empresariales, impulsando así el desarrollo económico. Pero, por qué alguien confiaría su dinero para comprar acciones de una empresa? Obviamente, se necesita conocer la situación financiera de la empresa, por lo que un requisito para emitir acciones es publicar dicha información debidamente auditada. De ahí resulta que los mercados de capital promueven la transparencia, como requisito esencial para que los inversores puedan tener confianza en sus decisiones de inversión. Esto también beneficia a los gobiernos pues así es más difícil esconder información para evadir impuestos, lo cual es una práctica recurrente en las empresas familiares y de sociedades cerradas.
¿Cuál es uno de los signos de tener una economía desarrollada sino contar con una bolsa de valores? Estas son centros donde se compran y venden diariamente acciones de participación en el capital de las principales empresas que determinan el comportamiento de la economía. Las bolsas de valores donde se comercian acciones de participación en empresas son hoy -y desde hace tiempo atrás-, un símbolo y un indicador de las economías desarrolladas. Realmente, en los países subdesarrollados, las bolsas de valores donde se transan acciones empresariales, o bien no existen, o son incipientes, o se limitan a transacciones de títulos y valores emitidos por instituciones públicas y esporádicas ofertas de acciones empresariales, como es el caso de Nicaragua.
Para las empresas de sociedades abiertas en los países desarrollados, el dinero para la inversión proviene principalmente de la venta de acciones y no de los bancos. Las empresas que se manejan bien y logran la confianza del público -los miles de accionistas- son las que consiguen el éxito, a aquellas que se manejan mal, el público las castiga y fracasan. Los tenedores de acciones siempre buscarán comprar las acciones de las empresas más rentables y exitosas, elevando el valor de las mismas en la bolsa de valores. Por el contrario, buscarán como deshacerse de las acciones de empresas con baja rentabilidad o en peligro de fracasar, precipitando la baja del precio de dichas acciones. Esta es la manera cómo los accionistas premian y castigan a las empresas. Este es el principal acicate para la competitividad, no las políticas gubernamentales. De esta manera las empresas se ven obligadas a contratar a sus gerentes y empleados por mérito y no por conexiones y parentesco; a invertir en la innovación y mejora constante del producto o servicio, a controlar la calidad; a brindar un buen servicio al cliente, etc., para maximizar las ganancias y de esa manera lograr el incremento del valor de sus acciones que se cotizan en la bolsa, atrayendo más y más inversionistas. Esa es la lógica empresarial moderna. Lo demás es historia.
¿Pueden las cerradas empresas nicaragüenses competir con las empresas de participación accionaria abierta de países altamente desarrollados? Tenemos la opción de ver pasar esa locomotora que se llama globalización o subirnos a ella. Todo depende de si empezamos ahora a cambiar nuestro modelo empresarial o persistimos en el empeño de atacar molinos de viento, resolviendo problemas superficiales y accesorios, curando síntomas sin eliminar la causa de la enfermedad.
Si no cambiamos este modelo empresarial obsoleto, equiparándonos a la manera en cómo se crean y manejan las empresas de avanzada en el primer mundo, Nicaragua estará -en un mediano plazo- condenada a continuar en el subdesarrollo.
La manera de cómo hacerlo es educando a la juventud, preparándolos para practicar los valores culturales compatibles con el éxito y capacitándolos en las técnicas para iniciar y manejar empresas de sociedades abiertas. Existen formas de hacerlo, pero el espacio para este ensayo no permite entrar a este tema.