I. Consideraciones Generales
El fin último de la educación debe ser el de contribuir a elevar de manera creciente y sostenida los niveles de vida de la población. En el corto y mediano plazo, un objetivo central del Gobierno es la lucha contra la pobreza, la cual solamente se combate de manera duradera con la creación de empleos e ingresos para los menos favorecidos, siendo el papel de los recursos humanos clave en la creación de más empleos e mejores ingresos. De ahí la importancia de vincular las políticas educativas con las políticas de desarrollo económico y social.
La economía nicaragüense, como la mayoría de economías en el mundo, está enlazada al proceso de globalización, el cual se manifiesta en el sostenido crecimiento del comercio mundial y de la inversión extranjera directa, la integración creciente de los mercados de capital, la estandarización de los bienes y servicios y la integración de cadenas de valor internacionales, gracias a la disponibilidad de comunicaciones cada vez más baratas, rápidas y confiables, que a su vez aceleran la rapidez de los cambios tecnológicos, en un contexto de fuerte crecimiento de economías emergentes que está provocando cambios sustanciales en los niveles y la estructura de la oferta y demanda mundial y los precios de bienes de consumo, intermedios y de capital.
En este entorno, se vuelve fundamental el desarrollo de la producción agropecuaria, industrial y de servicios, para proveer productos de mayor valor agregado, de mayor contenido tecnológico y de mayor competitividad, fórmula que conduce al logro de tasas de crecimiento sostenido capaces de generar los empleos y los ingresos que el país requiere para reducir gradualmente los niveles de pobreza.
Lo anterior solamente es posible mediante la creación de nuevas empresas a una tasa muy por encima del nivel actual, así como mediante la ampliación de las capacidades de producción en las empresas existentes y el incremento en la competitividad (mejor calidad y menores precios) de los productos y servicios que actualmente ofrecen al mercado. Con políticas de fomento adecuadas, dirigidas a estos objetivos pero enfocadas en promover la creación y desarrollo de pequeñas empresas y su vinculación con las empresas grandes en cadenas de valor nacionales e internacionales, es posible lograr que los beneficios del crecimiento lleguen a un número mayor de nicaragüenses incorporándolos al empleo formal y mejorando sus salarios e ingresos.
Hasta ahora, las políticas de fomento a la producción se han enfocado en proveer capacitación, asistencia técnica y acceso al crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas, para ayudarlas a superar las deficiencias y debilidades de que adolecen. Sin embargo, las debilidades principales provienen fundamentalmente del bajo nivel de educación de sus propietarios y trabajadores. Esto incide directamente en el bajo nivel tecnológico, bajo nivel de calidad e ineficiencia de la producción que conduce a mayores costos y escasa capacidad de competir en el mercado.
Pero también, el bajo nivel educativo de la población y –para los que han tenido la oportunidad de educarse- una formación carente de los conocimientos, habilidades y destrezas que se requieren para crear nuevas empresas y nuevos bienes y servicios, ha conducido a que tengamos una baja tasa de creación y ampliación de empresas que conduce a una alta tasa de desempleo y sub empleo. La mayoría de las que anualmente se crean –por personas con mínima o nula preparación para ello- son microempresas en el sector comercio y servicios, con alto nivel de informalidad y alta tasa de fracasos en el corto plazo.
Con base en esta realidad, es de vital importancia que las políticas de educación estén estrechamente vinculadas a los objetivos de desarrollo económico y social. Bajo este enfoque, las políticas educativas deben dirigirse a mejorar la calificación de los recursos humanos, tanto en su capacidad y competencia para crear y administrar empresas, como en lo referente a la calificación técnica y científica. Se necesita contar no solamente con obreros, operarios, técnicos, empleados, funcionarios y trabajadores mejor calificados, sino también con gerentes, administradores, supervisores, jefes de planta de producción y empresarios con capacidades gerenciales, creatividad, espíritu y visión empresarial.
La inversión en el desarrollo del capital humano es condición imprescindible para diversificar y ampliar la producción, desarrollar o innovar nuevos productos y procesos, adoptar y aplicar mejores tecnologías, incorporar nuevos insumos y materiales, desarrollar mejores sistemas de organización de abastecimiento de insumos, de producción y de ventas, encontrar o crear nuevos mercados, y en síntesis, mejorar la productividad y la competitividad de las empresas y del sistema económico y social en general.
Para ello es necesario, más no suficiente, revisar los contenidos de los currículos educativos, sino también ampliar la cobertura del sistema de educación básica y media para que alcance a más jóvenes, promover la permanencia en el sistema escolar, ampliar y mejorar la infraestructura escolar, dotar a las escuelas de medios didácticos, computadoras, bibliotecas y laboratorios, formar y recalificar más maestros, mejorar los métodos de enseñanza, etc., todo lo cual necesita de mayor asignación del presupuesto estatal y es un gran reto para la nación.
El esfuerzo del Ministerio de Educación en la revisión del currículo educativo es un gran paso adelante. Los aportes que a continuación se presentan se han hecho con el objetivo de que puedan vincularse los resultados de la labor educativa con las prioridades y necesidades del país en términos de la calificación de los recursos humanos para el desarrollo económico y social.
Seguir leyendo en: