Liberalismo y Neoliberalismo

En la actualidad pocas palabras han sido tan usadas por la izquierda como el “neoliberalismo”, identificando este término como una doctrina económica cuya aplicación sirve para enriquecer a unos pocos y empobrecer a la mayoría. Se identifica también con otro término, el “capitalismo salvaje” o el funcionamiento irrestricto del sistema de mercado sin intervención del Estado para corregir las fallas del mercado. La palabra neoliberalismo es usada como una etiqueta para significar cualquier tipo de política económica en favor del mercado como sistema para determinar los precios, que son las señales que orientan a productores para decidir qué producir y a los consumidores para decidir qué comprar, por tanto, que está en contra de la intervención del Estado para imponer precios, incentivos, subsidios y determinar así ganadores y perdedores. 

Para entender de qué estamos hablando cuando nos referimos al neoliberalismo debemos conocer el significado que dan los estudiosos de las ciencias sociales, no los charlatanes, a este término. En primer lugar, el término es un derivado de otro, el liberalismo.

¿Qué es el liberalismo?

Las ideas liberales se remontan al siglo XVII, con las obras de pensadores como Thomas Hobbes y John Locke, aunque el término no fue utilizado sino hasta el siglo XIX. El significado original se refiere a la preponderancia de la libertad individual, en tanto no entre en conflicto con los derechos de otros y el rechazo a todo aquello que trata de menoscabarla. Entre estos derechos está la propiedad privada y los derechos políticos como la libertad de expresión. La base del liberalismo está también en el pensamiento de Lord Acton (1834-1902), quien decía que “La libertad no es el poder de hacer lo que nos gusta, sino el derecho a hacer lo que deberíamos.”

Una definición de liberalismo que cuenta con amplio consenso se publica en Wikipedia:

El liberalismo se identifica como una actitud que propone la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas, fundamentada en el libre albedrío y en el principio de no agresión (vid. Escuela de Salamanca). Promueve, en suma, las libertades civiles y económicas y se opone al absolutismo, al despotismo ilustrado y al conservadurismo. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de derecho como la democracia representativa y la división de poderes.

Desde sus primeras formulaciones, el pensamiento político liberal se ha fundamentado sobre tres grandes ideas:​

    1. Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales inviolables, entre ellos, el derecho a configurar la propia vida en la esfera privada con plena libertad, y los derechos a la propiedad y la felicidad. Esto se basa en los tres derechos naturales de John Locke: vida, libertad y propiedad privada.
    2. El gobierno y, por tanto, la autoridad política deben resultar del consentimiento de las personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera privada de los ciudadanos.
    3. El Estado de derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas, impidiendo el ejercicio arbitrario del poder. Wikipedia. Liberalismo.

Otra definición bastante completa pero resumida la ofrece Economipedia:

El liberalismo económico es una doctrina que señala que la mejor forma de alcanzar el desarrollo económico y la eficiencia en la asignación de los recursos es a través de un mercado libre sin la intervención del Estado (regulaciones, impuestos, etc.)

El liberalismo económico tiene sus orígenes en el siglo XVIII como una respuesta a los privilegios de la nobleza, que poco aportaban a la sociedad, y al mercantilismo, que defendía la intervención intensiva del Estado en la economía.

De acuerdo al liberalismo económico, las fuerzas de oferta y demanda son la que de forma natural, nos llevarán a un equilibrio en donde los precios reflejan la escasez relativa de los bienes y se produce una asignación de recursos eficiente. Al mismo tiempo, la libre iniciativa de personas o empresas y la búsqueda de rentas impulsan el crecimiento económico.

Cabe mencionar que el liberalismo económico es la tendencia de pensamiento económico que promueve el libre comercio como la mejor forma de alcanzar el desarrollo económico. Esto, gracias a que aprovecha las ventajas comparativas de los países para alcanzar mayores economías de escala, promover la destrucción creativa y destruir los privilegios de grupos de interés protegidos por alguna regulación injustificada. Liberalismo económico

La democracia es uno de los principios del liberalismo. En la tradición liberal inglesa y norteamericana, la democracia debe proteger los derechos fundamentales de los individuos, limitando el poder de los gobernantes. El liberalismo pone por encima del Estado al individuo, no al revés como en las doctrinas socialistas y totalitarias.

El término actualmente tiene significados diferentes según el lugar. Por ejemplo, en América Latina se le asociaba con las ideas que rompían con el statu quo del sistema post colonial conservador basado en las haciendas agropecuarias, el mercantilismo, la vinculación con las autoridades religiosas, la discriminación del voto, entre otras características. Al liberalismo se le asociaba entonces con el impulso a la actividad manufacturera y comercial, el laicismo, ampliación del derecho al voto y adopción de usos y costumbres modernas. Posteriormente se van introduciendo las ideas del liberalismo europeo, consistentes en favorecer la operación de mercados libres de la interferencia del Estado, la doctrina del laissez faire, lo cual, en la práctica nunca se llevó a cabo, predominando siempre el control del mercado por oligarquías en contubernio con los gobiernos. En los Estados Unidos, el término liberal se aplica a las corrientes de centro-izquierda que propugnan por mayor intervención estatal, programas sociales o reclamos de las minorías como las de la comunidad LGTB. En Europa,| por el contrario, el término se asocia con los partidos y movimientos contrarios a la intervención estatal. En el Viejo Continente el término se reserva, por ejemplo, para aquellas personas que respaldan al Partido Democrático Liberal alemán (Freie Demokratische Partei o FDP), que a su vez serían llamadas libertarias (en referencia al Partido Libertario) en Estados Unidos. El liberalismo es pues, un amplio espectro de visiones.

En términos económicos, el liberalismo se basa en la propiedad privada y en el funcionamiento de la economía de mercado, con una interferencia mínima del Estado, justificable para corregir fallas y proteger los derechos de propiedad, libre comercio y libre contratación.

El liberalismo como filosofía moral establece la igualdad de las personas, por lo que se opone a todo tipo de desigualdad o trato diferente en las leyes. Pero como al mismo tiempo defiende la libertad económica, las personas, aunque iguales ante la ley, son libres de producir según sus capacidades, y de gozar del fruto del trabajo individual, produciendo diferentes resultados económicos en un sistema de mercado libre. De ello resulta la desigualdad de ingresos y riqueza. Es lo que se conoce como desigualdad de resultados. Sin embargo, el liberalismo no se opone a la transferencia de ingresos desde los que más generan a los que menos,  Por tanto, no se opone a la función del Estado para llevar a cabo esa transferencia.

En resumen, los liberales creen en un orden social espontáneo, próspero, con respeto mutuo, tolerancia, no agresión, cooperación e intercambio voluntario entre personas libres. La mayoría basan esto en los derechos morales básicos de vida de los individuos, libertad y propiedad, protegidas por un sistema de justicia creíble y fuerte. Favorecen la libre expresión, la libre asociación, el imperio de la ley y los límites al gobierno que previenen la violación de las libertades individuales por las autoridades.  Eamonn Butler. 101 Great Liberal Thinkers. 2019.

El liberalismo económico es definido en Wikipedia de la siguiente manera:

El liberalismo económico es un sistema económico organizado sobre líneas individuales, lo que significa que el mayor número posible de decisiones económicas son tomadas por individuos en lugar de por instituciones u organizaciones colectivas. Incluye un espectro de políticas económicas diferentes, … pero su base se basa en un fuerte apoyo a una economía de mercado y a la propiedad privada en los medios de producción. Aunque los liberales económicos también pueden apoyar la regulación gubernamental hasta cierto punto, tienden a oponerse a la intervención del gobierno en el mercado libre cuando inhibe el libre comercio y la competencia abierta.

El liberalismo económico está asociado con los mercados libres y la propiedad privada de los activos de capital. Históricamente, el liberalismo económico surgió en respuesta al mercantilismo y al feudalismo. Hoy en día, el liberalismo económico también se considera opuesto a los sistemas económicos no capitalistas como el socialismo y las economías planificadas. También contrasta con el proteccionismo debido a su apoyo al libre comercio y a los mercados abiertos.

Una economía que se gestiona de acuerdo con estos preceptos puede describirse como una economía liberal. Wikipedia. Economic Liberalism

Una corriente del liberalismo es el libertarismo, una filosofía política que sostiene que una persona debe ser libre de hacer lo que quiera en la vida, siempre que su conducta sea pacífica. Los libertarios sostienen que el gobierno debería dejarlo solo y su propósito principal es enjuiciar y castigar a las personas antisociales que inician la fuerza contra otros. Los libertarios son escépticos a la idea de que la sociedad obtiene más beneficios que perjuicios del Estado y es frecuente que defiendan la limitación o incluso la eliminación de este último.

En su ensayo “El mito del neoliberalismo”, Enrique Ghersi se refiere a cambios en el concepto tradicional de “liberalismo” en Europa.

Mientras en liberalismo anglosajón no tuvo mayor rivalidad con la religión -antes bien, en algunos casos estuvo fuertemente ligado a ella- el liberalismo continental europeo fue generalmente un enemigo de ella, especialmente en el caso de la Iglesia Católica.

En España, Francia, Italia y Alemania hablar de liberalismo, durante el Siglo XIX era evocar un materialismo racionalista totalmente incompatible con el catolicismo y claramente enfrentado con el poder temporal de esa iglesia.

Mutatis mutandi, tal conflicto se traslada a América Latina, donde en el Siglo XIX tenía predominantemente ese carácter anticlerical propio del liberalismo continental y no del anglosajón.

La influencia de la Ilustración y de la Revolución Francesa hicieron que el desarrollo de las ideas liberales viera como perteneciente al viejo régimen todo vestigio de religiosidad, enfrentándose consiguientemente los liberales con los creyentes. De alguna manera esto marcó el Siglo XIX latinoamericano, pues no se exagera si se dice que esa centuria estuvo caracterizada por la guerra civil entre liberales y conservadores.

Mientras tanto, en el mundo anglosajón, la palabra “liberal” ha tomado una acepción diferente.

Según el Merriam Webster Dictionary, “Para el siglo XVIII, la gente usaba el liberal para indicar que algo “no era estricto ni riguroso”. Los antónimos políticos de liberales y conservadores comenzaron a tomar forma en el siglo XIX, cuando los whigs y tories británicos comenzaron a adoptarlos como títulos para sus respectivos partidos.

Liberal se usa comúnmente como una etiqueta para los partidos políticos en varios países, aunque las posiciones que toman estos partidos no siempre se corresponden con el sentido de liberal que la gente en los Estados Unidos comúnmente le da.” En los Estados Unidos, la palabra liberal se ha asociado con el partido demócrata, mientras que las ideas conservadoras se han asociado al partido republicano. Sin embargo, los principios liberales tradicionales de libertad individual son más practicados por el partido republicano.

Esto puede corroborarse revisando el Cambridge Dictionary, que ofrece las siguientes acepciones para el término “liberal”, entre otras:

    1. Respetar y permitir muchos tipos diferentes de creencias o comportamientos.
    2. Creer o permitir mucha libertad personal
    3. Se utiliza para describir un sistema económico que permite que la industria sea libre de desarrollarse sin la participación del gobierno.
    4. Creer que la sociedad debería cambiar gradualmente para que el dinero, la propiedad y el poder se compartan de manera más justa.
    5. Tiende a enfatizar la necesidad de hacer nuevas leyes cuando sea ​​necesario debido a las condiciones cambiantes y depender del gobierno para proporcionar servicios sociales.
    6. Se utiliza para describir creencias políticas y grupos que apoyan una mayor libertad personal y un reparto más justo de la riqueza y el poder en la sociedad.

Como puede verse, las acepciones 4 y 5 son contrarias a los principios liberales, al igual que la acepción 6 en su segunda parte, el cual no puede conseguirse sin coartar las libertades individuales.

Mario Vargas Llosa se refiere así al concepto:  

“El liberalismo es una doctrina que no tiene respuestas para todo, como pretende el marxismo, y admite en su seno la divergencia y la crítica, a partir de un cuerpo pequeño pero inequívoco de convicciones. Por ejemplo, que la libertad es el valor supremo y que ella no es divisible y fragmentaria, que es una sola y debe manifestarse en todos los dominios —el económico, el político, el social, el cultural— en una sociedad genuinamente democrática. Por no entenderlo así fracasaron todos los regímenes que, en las décadas de los sesenta y setenta, pretendían estimular la libertad económica siendo despóticos, generalmente dictaduras militares. Esos ignorantes creían que una política de mercado podía tener éxito con Gobiernos represivos y dictatoriales. Pero también fracasaron muchos intentos democráticos en América Latina que respetaban las libertades políticas pero no creían en la libertad económica —el mercado libre—, que es la que trae desarrollo material y progreso.

El Estado pequeño es generalmente más eficiente que el grande: ésta es una de las convicciones más firmes de la doctrina liberal. Mientras más crece el Estado, y más atribuciones se arroga en la vida de una nación, más disminuye el margen de libertad de que gozan los ciudadanos. La descentralización del poder es un principio liberal, a fin de que sea mayor el control que ejerce el conjunto de la sociedad sobre las diversas instituciones sociales y políticas. Salvo la defensa, la justicia y el orden público, en los que el Estado tiene primacía (no monopolio), lo ideal es que en el resto de actividades económicas y sociales se impulse la mayor participación ciudadana en un régimen de libre competencia.

El liberalismo ha sido el blanco político más vilipendiado y calumniado a lo largo de la historia, primero por el conservadurismo —recuérdese las encíclicas papales y los pronunciamientos de la Iglesia católica contra él, que todavía perduran pese a la existencia de tantos creyentes liberales— y, luego, del socialismo y el comunismo, los que en la época moderna han presentado al «neo-liberalismo» como la punta de lanza del imperialismo y las formas más despiadadas del colonialismo y el capitalismo. La verdad histórica desmiente estas denigraciones. La doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y es la que ha hecho progresar más en las sociedades libres los derechos humanos, la libertad de expresión, los derechos de las minorías sexuales, religiosas y políticas, la defensa del medio ambiente y la participación del ciudadano común y corriente en la vida pública. En otras palabras, lo que más nos ha ido defendiendo de la inextinguible «llamada de la tribu».  Mario Vargas Llosa. La llamada de la tribu. 2018.

¿Qué es el neoliberalismo?

Entendido en qué consiste el liberalismo, el neoliberalismo significaría simplemente el “nuevo liberalismo”, ya que “neo” es la voz de origen griego que significa “nuevo” y que se usa en muchas palabras como neologismo, neonato, neorrealismo, neocriticismo, etc.

En el ensayo “El mito del neoliberalismo”, Enrique Ghersi revisa los orígenes de la palabra y los diferentes significados que ha tenido.

“Como suele suceder con las palabras que han hecho fortuna, es probable que “neoliberalismo” sea un término con varios orígenes distintos. Uno primero parece encontrarse en algunos escritos de von Mises; uno segundo es el que le atribuye a la creación colectiva de un coloquio convocado por Walter Lippman la autoría del término; uno tercero es el que lo vincula a la llamada economía social de mercado; y uno cuarto, a la escuela liberal italiana de las entreguerras.” Luego se dedica a examinar más en detalle cada uno de estos orígenes y significados.

A partir del análisis histórico, Ghersi sintetiza cinco conceptos del “neoliberalismo”: “el liberalismo después de la teoría subjetiva del valor, el pseudo liberalismo o socialismo encubierto, una nueva escuela liberal, el liberalismo despojado de anticlericalismo y una estrategia de mercadeo político.”  Luego pasa a examinar brevemente cada uno de ellos.

Luego apunta que “Sin embargo, el uso más notable y perverso del término en nuestros tiempos no ocurre al interior del liberalismo, sino fuera de él. En los lugares donde se lo utiliza, es la prensa, los políticos y los rivales del liberalismo quienes han hecho uso de él preferentemente, pero en sentido generalmente distinto de los anteriormente mencionados.

En efecto, el “neoliberalismo” es utilizado para caracterizar cualquier propuesta, política o gobierno que, alejándose del socialismo más convencional, propenda al equilibrio presupuestal, combata la inflación, privatice empresas estatales y, en general, reduzca la intervención estatal en la economía.”

El término se aplica por aquellos que son adversarios de tales políticas, independientemente de sus resultados.

Finalmente, concluye que “El sentido predominante que se le atribuye al término “neoliberalismo” es consecuencia de que los enemigos de la libertad han utilizado esa palabra como una sinécdoque, como anteriormente otros hicieron con la palabra social a la que convirtieron en una antífrasis. Y otros, antes aún, con la palabra liberal, a la que le pasó lo mismo.

Boas y Gans-Morse investigaron la evolución del término neoliberalismo y encontraron que ha sido más bien una etiqueta a la que se le aplican múltiples significados.

En los últimos años, el neoliberalismo se ha convertido en un eslogan académico. Sin embargo, en contraste con otros conceptos prominentes de las ciencias sociales como la democracia, el significado y el uso adecuado del neoliberalismo curiosamente han suscitado poco debate académico. Basándonos en un análisis de contenido de 148 artículos de revistas publicados entre 1990 y 2004, documentamos tres aspectos potencialmente problemáticos del uso del neoliberalismo: el término a menudo no está definido; se emplea de manera desigual a través de divisiones ideológicas; y se utiliza para caracterizar una variedad excesivamente amplia de fenómenos. Para explicar estas características, trazamos la génesis y evolución del término neoliberalismo a lo largo de varias décadas de debates sobre economía política. Mostramos que el neoliberalismo ha experimentado una transformación sorprendente, desde una etiqueta positiva acuñada por la Escuela Freiberg alemana para denotar una renovación moderada del liberalismo clásico, a un término normativo negativo asociado con reformas económicas radicales en el Chile de Pinochet.” Taylor C. Boas & Jordan Gans-Morse. Neoliberalism: From New Liberal Philosophy
to Anti-Liberal Slogan. 2009.

Uno de esos significados es el que le asigna Scott Sumner en un ensayo del 2008, una mezcla de libre mercado y generosas políticas sociales.

“En las últimas tres décadas se ha producido un cambio en todo el mundo de un aspecto de las políticas económicas socialistas. Este cambio no fue producto de poderosos grupos de intereses especiales ni fue provocado por un cambio de valores. En cambio, los problemas económicos de la década de 1970 llevaron a una visión cambiante del mundo sobre el efecto de las políticas intervencionistas. Las reformas económicas que siguieron a menudo dieron lugar a pocos o ningún cambio en el tamaño del gobierno (medido por la relación entre el gasto público y el PIB), pero dieron lugar a una ola masiva de privatizaciones, desregulación y reducciones en las altas tasas impositivas marginales. Llamaré neoliberalismo a esta mezcla de libre mercado y seguridad social igualitaria.

A riesgo de una simplificación excesiva, puede resultar útil distinguir entre tres formas de liberalismo económico. Los liberales clásicos favorecieron los mercados libres y el gobierno pequeño. Durante gran parte del siglo XX, los liberales estadounidenses y los socialistas europeos favorecieron la redistribución del ingreso y las políticas económicas intervencionistas (o estatistas). El neoliberalismo es entonces un híbrido posmoderno de capitalismo y socialismo del laissez-faire, lo que Tony Blair llamó “la tercera vía”. Espero mostrar que los regímenes de políticas neoliberales ahora tienen más probabilidades de ocurrir en países que tienen valores altamente liberales, definidos como que incluyen (entre otras cosas) un fuerte compromiso para promover el bien común. Casi todos los países se movieron al menos levemente en la dirección de los mercados libres durante las décadas de 1980 y 1990, pero los cambios fueron más efectivos cuando no se resistieron por grupos egoístas de intereses especiales.” Scott Sumner. The Great Danes: Cultural Values and Neoliberal Reforms, 2008. 

Por su parte, Kaiser y Alvarez refieren que se le adjudican diferentes significados en Alemania y en América Latina.

Hoy en día, en Alemania, el  concepto «Neoliberalismus» se refiere a la idea de «economía social de mercado» que concibiera Ludwig Erhard, liberal clásico responsable del milagro alemán de posguerra. Ahora bien, como dicen Boas y Gans-Morse, en América Latina —y luego en el resto del mundo— el término «neoliberalismo» se vino a asociar a las reformas económicas realizadas en Chile bajo Pinochet. La pregunta es: si el sistema de libertades económicas creado por los «Chicago Boys» —como se llamó a los reformadores chilenos— hizo de Chile el país más exitoso de América Latina, ¿por qué deben entonces rechazarse las ideas y reformas  que estos llevaron adelante?

…Lo cierto entonces es que las reformas promercado realizadas en Chile fueron un éxito más allá de las críticas que, justamente, se puedan hacer por el contexto autoritario en que se realizaron y las inexcusables violaciones a los derechos humanos cometidas en la lucha contra la insurgencia marxista.  Axel Kaiser y Gloria Álvarez. El engaño populista  2016. 

Sin embargo, a juzgar por la mayoría de los críticos que usan el término “neoliberal” para referirse a las políticas económicas recomendadas o utilizadas para revertir los efectos negativos de políticas aplicadas principalmente por gobiernos populistas de diferente signo ideológico, el significado más extendido  del término tiene un origen más reciente.  

A partir de 1980, a las ideas liberales básicas se van introduciendo otros elementos más concretos, principalmente relacionados al ámbito de la política económica y social. Estos fueron introducidos como una serie de recomendaciones que propusieron tres importantes organizaciones económicas con sede en Washington DC. A estas se le llamó el “Consenso de Washington”. Estas recomendaciones, basadas en los principios liberales, perseguían mejorar el funcionamiento de los mercados para impulsar el desarrollo económico, corrigiendo las distorsiones que muchos gobiernos habían introducido, al mismo tiempo que hacer más eficiente la inversión estatal en servicios sociales. 

Muchos críticos empezaron a referirse a esas políticas como “neoliberales”. Veamos cuáles eran esas políticas.

El Consenso de Washington

El concepto y nombre del Consenso de Washington fue presentado por primera vez en 1989 por John Williamson, economista del Instituto Peterson, un grupo de expertos en economía internacional con sede en Washington. ​ Williamson usó el término para resumir una serie de temas comunes entre instituciones de asesoramiento político económico con sede en Washington, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, Williamson incluía diez amplios grupos de recomendaciones políticas relativamente específicas:1

Las recomendaciones se publicaron bajo el título “Qué significa para Washington la Reforma de Políticas?” en abril de 1990.  El siguiente es un resumen de las mismas.

    1. Disciplina en la política fiscal, enfocándose en evitar grandes déficits fiscales en relación con el Producto Interno Bruto;
    2. Redirección del gasto público en subsidios («especialmente de subsidios indiscriminados») hacia una mayor inversión en los puntos claves para el desarrollo, servicios favorables para los pobres como la educación primaria, la atención primaria de salud e infraestructura;
    3. Reforma tributaria, ampliando la base tributaria y la adopción de tipos impositivos marginales moderados;
    4. Tasas de interés que sean determinadas por el mercado y positivas (pero moderadas) en términos reales;
    5. Tipos de cambio competitivos;
    6. Liberalización del comercio: liberación de las importaciones, con un particular énfasis en la eliminación de las restricciones cuantitativas (licencias, etc.); cualquier protección comercial deberá tener aranceles bajos y relativamente uniformes;
    7. Liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa;
    8. Privatización de las empresas estatales;
    9. Desregulación: abolición de regulaciones que impidan acceso al mercado o restrinjan la competencia, excepto las que estén justificadas por razones de seguridad, protección del medio ambiente y al consumidor y una supervisión prudencial de entidades financieras;
    10. Seguridad jurídica para los derechos de propiedad
Wikipedia. Consenso de Washington

 

En sus observaciones finales Williamson resume:

“Las políticas económicas que Washington insta al resto del mundo pueden resumirse en políticas macroeconómicas prudentes, orientación hacia el exterior y capitalismo de libre mercado. … La mayor parte del Washington tecnocrático cree que la falta de práctica de lo que se predica perjudica tanto a Estados Unidos como al resto del mundo.”

También dice que no hay un consenso sobre el tema del control versus liberalización de precios para estabilizar la inflación, uno de los más graves problemas en ese entonces; sobre la necesidad de revisar  “qué debe añadirse al asesoramiento de política de Washington para restaurar el crecimiento”, y la eliminación del incentivo fiscal actual para mantener el dinero en el extranjero que también ayudaría (al regreso de los capitales).

Una reflexión final: un hecho sorprendente acerca de la lista de políticas sobre las que Washington tiene una visión colectiva es que todas se derivan de la teoría económica dominante clásica, al menos si a estas alturas se permite contar a Keynes como un clásico.”

El Banco Mundial y el FMI, junto con otros organismos de desarrollo, encargaron una serie de estudios sobre el impacto económico de estos SAP que se establecieron como condiciones de préstamo y el precio de acceder al capital en la reestructuración de la deuda (Morley 1995). La mayoría de estos estudios nunca se publicaron porque tendían a demostrar que estos programas, si bien tenían éxito en el control de la inflación, no colocaban a los países en una senda de crecimiento estable. Por el contrario, Chossudovsky (1997) sostuvo que aumentaron las desigualdades y la pobreza, el descontento social y las protestas políticas que tendían a desestabilizar los regímenes neoliberales democráticos formados en la década de 1980. Esto condujo a la creación de un nuevo consenso en torno a una política social dirigida a la reducción de la pobreza, la necesidad de un activismo estatal de inclusión (conseguir precios correctos no, sino el equilibrio entre el Estado y el mercado) y la “buena gobernanza” descentralizada con la participación (la participación de la “sociedad civil” en el proceso de desarrollo) así como un nuevo “marco de desarrollo integral” en el que el ajuste estructural como un enfoque único- todos serían reemplazados por una nueva política en la que cada país “poseería” desarrollo propio (Banco Mundial 2001). Henry Veltmeyer & Raúl Delgado Wise (2018):Rethinking development from a Latin American perspective, Canadian Journal of Development Studies / Revue canadienne d’études du développement.

Posteriormente estas recomendaciones se han pulido y ampliado considerablemente. Hacia fines de la década de los noventa se añadieron elementos a esta lista conocidos como “de segunda generación”, que tenían un cariz más institucional y se enfocaban a problemas de “gobernanza eficaz”.

Versión “aumentada” del Consenso de Washington (elementos agregados a los 10 originales)

    1. Gobernanza corporativa.
    2. Combate a la corrupción.
    3. Mercados laborales flexibles.
    4. Observancia de los preceptos de la OMC.
    5. Observancia de los códigos y estándares financieros internacionales.
    6. Apertura “prudente” de las cuentas de capital.
    7. Regímenes cambiarios no intermedios.
    8. Bancos centrales independientes / metas inflacionarias.
    9. Redes de seguridad social.
    10. Metas de reducción de la pobreza.
Dani Rodrik. Una economía, muchas recetas. La globalización, las instituciones y el crecimiento económico, 2011

 

En Latinoamérica, la mayoría de los gobiernos que aplicaron varias de recomendaciones, en realidad no todas, lo hicieron a regañadientes, para poder tener acceso a los fondos del FMI y del Banco Mundial. Un objetivo principal de las mismas era tratar de asegurar que la nueva deuda adquirida por los gobiernos fuera bien invertida y que estos pudieran repagarla sin mayores problemas, para romper el círculo de endeudamiento insostenible en que habían incurrido en el pasado y que llevó a muchos gobiernos a declarar su total insolvencia.

Algunas de estas medidas afectaban los intereses de grupos oligárquicos, como las relacionadas a la liberalización del comercio exterior y de la inversión extranjera, subsidios a la producción y combate a la corrupción. La izquierda también era férrea oponente de la liberalización de las importaciones (aunque esta siempre implicaba acceso a bienes con precios más bajos) y de los subsidios a la producción que provocaban incrementos de precios. La privatización de las ineficientes empresas estatales fue adversada por los partidos y movimientos de izquierda ya que en muchos casos eran empresas subsidiadas por el Estado y su privatización originaría aumentos en los precios. En varios países, la privatización no fue realizada de manera competitiva y transparente; quedando en manos de oligarcas coludidos con los gobiernos. La izquierda en general se oponía a la inversión extranjera, aunque la misma creara más empleos, También se oponía a la desregulación que provocaba la reducción de la burocracia estatal y a la reducción del gasto público necesaria para reducir exagerados déficits fiscales. Todos en general, se oponían a la eliminación de los subsidios que no discriminaban entre ricos y pobres. Lo anterior es compartido por este especialista en finanzas internacionales:

Para lograr el desarrollo, el país debe insertarse en el proceso de globalización. Sin embargo, como ello requiere una mayor competitividad, se necesita eliminar los obstáculos a la actividad empresarial y bajar los costos de transacción. Inevitablemente, la modernización institucional y económica afecta a algunos grupos privilegiados que medraban con la ineficiencia e iniquidad del viejo sistema. Estos grupos aprovechan cualquier tropiezo en el nuevo modelo para desprestigiarlo y proponer el regreso al pasado. A fin de facilitar su guerra ideológica encontraron una conveniente etiqueta que pegan a cualquier intento de reforma: neoliberalismo.

La lucha contra el neoliberalismo no es por la justicia social, sino por el restablecimiento del caduco sistema populista que llevó a todos los países de América Latina a la grave crisis que todavía no está superada.” Zbigniew Kozikowski Zarska. Finanzas Internacionales. (2013).

De modo que la aplicación de las recomendaciones del Consenso de Washington tuvo una fuerte oposición, principalmente de los partidos y movimientos de izquierda en todo el sub continente.

Algunos de los críticos a tales políticas empezaron a utilizar el término “neoliberal” para referirse a las personas que defendían la implementación de esas políticas y se referían a las mismas como políticas “neoliberales”.

Como hemos visto, varias de ellas cambiaban el status quo al que estaban acostumbrados los gobiernos, los empresarios, los sindicatos, los consumidores y la sociedad civil en general. Acostumbrados a una economía con un Estado que subsidiaba a diestra y siniestra, a productores y consumidores, para lo cual incurría en altos déficit fiscales que debía de cubrir con endeudamiento. Acostumbrados a una economía artificialmente protegida de la competencia exterior, provocando ineficiencias, baja productividad y mayores precios para los consumidores. Acostumbrados a las restricciones a la inversión extranjera, fuente de empleos y de nuevas tecnologías. Acostumbrados a un Estado interventor e inventor de una maraña de regulaciones que sofocan la actividad emprendedora, plagado de funcionarios contratados por lealtad antes que por mérito. Acostumbrados a un Estado ineficiente que dilapida los recursos obtenidos de los impuestos y de las deudas contraídas, en contubernio con las élites oligárquicas.

Como habría de esperarse, estas medidas tenían que ser adversadas por todos aquellos que se verían perjudicados por ellas a corto plazo.

Toda medicina es amarga, pero necesaria para curar la enfermedad. Y en esto es importante enfatizar el factor tiempo. Si bien a corto plazo algunas medidas, como por ejemplo la eliminación de subsidios indiscriminados, perjudican a muchas personas, a mediano y largo plazo, especialmente los más pobres, se ven beneficiados. Los subsidios indiscriminados no distinguen si los beneficiarios son pobres o ricos. Su eliminación ahorra recursos al Estado para enfocarlos en gastos sociales que sí beneficien a los más pobres.   

Todas las medidas de política económica “neoliberales” recomendadas por el Consenso de Washington, de haber sido aplicadas por gobiernos y funcionarios honestos y técnicamente bien calificados, hubieran conducido a los países latinoamericanos a una transformación económica que los enrumbara hacia la prosperidad. Sin embargo, y esa fue la principal equivocación del FMI y del Banco Mundial, creer que los implementadores practicaban una ética y profesionalismo similar a los de los gobiernos de países desarrollados, los resultados fueron pobres. No tomaron en cuenta el factor cultural ni la naturaleza rentista de las élites en el poder. Muchas de las políticas propuestas fueron mediatizadas, otras no se llevaron a cabo y otras fueron aprovechadas por oligarquías corruptas vinculadas al poder. 

La demostración práctica de la pertinencia de estas políticas “neoliberales” para enrumbar un país hacia el desarrollo económico se puede corroborar en el caso de Chile, donde los denominados “Chicago Boys”, un grupo de jóvenes chilenos que había sido enviado a estudiar a la Universidad de Chicago, asesoraron al gobierno de Augusto Pinochet  en la implementación de las mismas, que fueron continuadas por los sucesivos gobiernos democráticos e hicieron de Chile el país de mayor crecimiento económico de América Latina. Obviamente, la izquierda oculta este ejemplo.

Actualmente, se culpa al capitalismo y al neoliberalismo de todos los males que sufren las sociedades latinoamericanas. La mayoría usa el término y no saben qué significa, equiparan el neoliberalismo con el funcionamiento de la economía de mercado y propugnan por más intervención estatal. Acusan al FMI de “imponer” a los gobiernos medidas de política económica que afectan negativamente a la población. No son medidas “impuestas”, son medidas recomendadas que los gobiernos acceden a implementar si quieren seguir gozando de los beneficios de préstamos blandos que el FMI otorga para estabilizar la balanza de pagos, o lo que es lo mismo, para financiar los déficits de moneda extranjera en que incurre el país cuando los flujos recibidos de divisas son menores a los que salen. La alternativa es devaluar el tipo de cambio y provocar inflación, que funciona como un impuesto indiscriminado que perjudica principalmente a los más pobres.

Las recomendaciones del FMI se basan en las políticas recomendadas por el Consenso de Washington y van dirigidas a evitar que los países caigan en crisis económicas provocadas por mayores egresos que ingresos, tanto externos como internos, que en definitiva son los causantes de las crisis. Por eso recomiendan reducir el déficit fiscal, redireccionar el gasto público eliminando subsidios indiscriminados e invertir en los puntos claves para el desarrollo, como son la educación primaria, salud e infraestructura, así como otras dirigidas a fomentar la producción para reducir el desempleo, como la liberalización del comercio exterior y de la inversión extranjera, entre otras. Ver cita anterior de las políticas del Consenso de Washington.

Los que atacan el neoliberalismo desconocen o pretenden desconocer que la economía de mercado, que exige la libre competencia entre las empresas y donde prevalece el más eficiente para producir lo que demandan los consumidores, no es la que funciona en Latinoamérica, sino una versión distorsionada, en la cual son los empresarios con conexiones políticas los que prevalecen, encareciendo precios y reduciendo la calidad, ahogando de esta manera a la competencia y provocando el estancamiento económico.

Un video que explica con seriedad en qué consiste el neoliberalismo y que acertadamente expresa que la economía de mercado y las políticas liberales no han existido en Latinoamérica puede verse en Neoliberalismo, aunque al final el que habla toma una posición “políticamente correcta” y relativista tratando de “quedar bien con Dios y con el Diablo” como dice el refrán popular.

A pesar de esta realidad, el neoliberalismo es el nuevo caballito de batalla, el nuevo enemigo, junto con el “imperialismo” que ha encontrado la izquierda para endilgarle la culpa de todos los problemas. El Presidente de México llegó a afirmar que el crecimiento de los divorcios era culpa del neoliberalismo.

En 2002, por ejemplo, Chávez diría, con esa inmoderación que lo  caracterizaba, que «el neoliberalismo es el camino al infierno»;[52] y en 2015, Evo Morales sostendría que «el neoliberalismo es el responsable de los problemas de Bolivia».[53] En México, por su parte, el candidato filochavista Manuel López Obrador llegó a afirmar en 2014 que el país estaba «podrido» como producto de treinta años de «neoliberalismo», sistema que, según él, generaba «esclavitud» y que, por tanto, debía ser superado de una vez.[54] Mientras tanto, en 2013, Rafael Correa advertiría de que en Ecuador no iba a permitir «ningún tipo de neoliberalismo»;[55] y, en 2014, en Chile, el senador de la coalición gobernante de la presidenta Bachelet, Jaime Quintana, aseguraba que el gobierno iba a poner «una retroexcavadora» porque había «que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal de la dictadura».[56] Cristina Fernández de Kirchner, por supuesto, tampoco perdió su oportunidad para dejar claro en 2014 que todo lo que hacía su gobierno lo hacía porque era antineoliberal. ….[57]

Referencias como estas se encuentran por miles a diario en el discurso político y académico de la región. Axel Kaiser y Gloria Álvarez. El engaño populista. 2016.

Un reciente artículo  de Joseph Stiglitz titulado “El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia es uno de esos ejemplos. Me he tomado el tiempo para refutarlo en mi blog con el artículo ”Fin del neoliberalismo? Un discurso ideológico”.

La lucha contra las ideas neoliberales es parte de la agenda de la izquierda internacional. Según Anthony R. Santana, quien en su blog publica el artículo “La Agenda de la Izquierda Internacional en Latinoamérica” dice:

Para exportar el “Socialismo del Siglo XXI” se organizó el “Foro de São Paulo”. Hugo Balderrama en su artículo “El Foro de São Paulo y su estrategia para imponer el socialismo” apunta sobre el objetivo principal del Foro: “En 1990, el ahora fallecido Fidel Castro y Lula da Silva fundaron el Foro de São Paulo. Según ambos personajes, el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda después de la caída del muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe.”

El Congreso Nacional Ciudadano (CNC), una red de organizaciones de la sociedad civil y líderes ciudadanos independientes de México, publica en su sitio web un resumen de la Agenda del Foro de São Paulo para instalar e implementar el comunismo, [en la que uno de sus puntos dice:] Reforzar la Lucha por los pobres con la bandera de la Corrupción y el Neoliberalismo.

Hoy se acusa al capitalismo y al neoliberalismo de producir una creciente desigualdad de ingresos y de riqueza. Si quiere saber más sobre este tema vea en este blog: Desigualdad y crecimiento económico.

Arturo J. Solórzano
Noviembre de 2019

Una respuesta a «Liberalismo y Neoliberalismo»

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