El ABC del Comunismo: Extractos

Del examen del desenvolvimiento del orden social capitalista podemos sacar las conclusiones siguientes: el número de los capitalistas disminuye, pero éstos se hacen cada vez más ricos y poderosos; el número de los obreros aumenta siempre y también aumenta la unión de los mismos, si bien no en la misma medida; el diferente tenor de vida de los capitalistas y los obreros se hace cada vez más resaltante; de aquí que el desarrollo del capitalismo conduzca inevitablemente al choque entre estas dos clases, es decir, a la revolución comunista.

Como hemos visto, el capitalismo se cava su propia fosa, dando origen a sus propios sepultureros, los proletarios, y en proporción con su desarrollo, aumenta el número y la fuerza de sus enemigos mortales. Pero el capitalismo, no sólo cría a sus enemigos, sino que prepara también el terreno para la nueva economía comunista. ¿De qué modo? A demostrar esto vamos. Hemos visto antes (véase 11, El capital) que el capital crece de día en día. El aumento del capital permite una ampliación de la producción. Este aumento del capital, este acrecentarse en una sola mano se llama acumulación o concentración del capital.

También hemos visto, (Lucha entre la grande y pequeña industria) que con el desarrollo del capitalismo se destruye la pequeña y media producción. La propiedad de los pequeños y medios capitalistas va por caminos diversos a terminar en los bolsillos de los grandes bandidos. El capital que antes estaba dividido entre varios propietarios ese concentra ahora en las manos, en el puño que ha vencido en la lucha. Este recoger el capital que antes estaba disperso se llama centralización del capital. … En realidad, los obreros trabajan para la sociedad entera, y el trabajo está, como suele decirse, socializado. Pero la administración y el provecho pertenecen al capitalista.,,, El capitalismo, no sólo produce sus propios enemigos y conduce a la victoria comunista, sino que también crea la base económica para la realización del régimen comunista.

… Ya vimos por qué la sociedad capitalista tenía que morir (hoy la vemos morir ante nuestros ojos). Muere porque existen dos factores que determinan su fin: la anarquía de la producción, que da lugar a la competencia, a las crisis y a la guerra, y el carácter de división de clases de la sociedad, que, inevitablemente, produce la lucha de clases.

… Está claro que la nueva sociedad tiene que estar mucho mejor coordinada que el capitalismo. Apenas el choque de las fuerzas antagónicas haya quitado de en medio al capitalismo, surgirá sobre las ruinas de éste una sociedad que no conozca estos antagonismos. Las características del sistema de producción comunista son las siguientes:

  1. La sociedad estará organizada, es decir, no existirá ni anarquía en la producción, ni concurrencia, ni crisis.
  2. No existirá división en clases, esto es, la sociedad no estará más dividida en dos partes que se combaten mutuamente y no será, por tanto, posible que una sea explotada por la otra. Una sociedad en que no existan clases y en que toda la producción esté organizada no puede ser otra que la sociedad comunista, en la cual todos trabajan solidariamente.

¿Qué significa esta expresión de «la sociedad por entero»? Significa que ninguna clase aislada puede ser propietaria de estos medios, sino todos los individuos que forman esta sociedad. En tales condiciones la sociedad se transforma en una grande y sólida cooperación de trabajo, en la que no puede existir ni desparramo en la producción ni anarquía. En dicho orden la organización de la producción es posible. La concurrencia, en cambio, ya no es posible, porque en la sociedad comunista todas las fábricas, oficinas, minas y cualquier clase de empresa, no son sino otras tantas dependencias de una gran oficina nacional que abarca toda la economía. No hay que decir que una organización tan grandiosa presupone un plan general de producción. Desde el momento que toda la industria y la agricultura forman una inmensa cooperativa única, naturalmente que se necesita pensar cómo hay que distribuir la mano de obra entre las industrias aisladas, cuáles y cuántos productos son necesarios, cómo y dónde haya que distribuir las fuerzas técnicas, etcétera. Todo esto tiene que estar preestablecido, al menos aproximadamente. Con sujeción a este programa hay que obrar. En esto consiste la organización de la producción comunista. Sin un plan y dirección común, y sin una contabilidad exacta, no puede haber organización. En la sociedad comunista existe precisamente un plan de este género.

El sistema de producción comunista no presupone la producción para el mercado. Se produce para satisfacer las necesidades de la sociedad. Por tanto, no existen mercancías, sino sólo productos. Estos productos no son recíprocamente cambiados, no son ni vendidos ni comprados, sino simplemente acumulados en los almacenes comunes y distribuidos a los que los necesitan. El dinero será cosa superflua.

… Se oye decir con frecuencia que en la sociedad futura se realizará el derecho de cada uno al producto íntegro de su trabajo: todo el mundo recibe lo que ha producido. Esto es erróneo y, además, jamás podría ser realizado, porque si todos recibieran lo que han producido no sería posible ni desarrollar ni agrandar y mejorar la producción. Una parte del trabajo prestado debe ser siempre empleada en mejorar la producción.

,,, En la sociedad comunista no existirán clases. El que no haya clases quiere decir que tampoco habrá un Estado. Hemos dicho antes que el Estado es la organización del dominio de clase. El Estado siempre se emplea como medio de opresión de una clase contra otra. El Estado burgués está dirigido contra el proletariado, y el Estado proletario, contra la burguesía. Pero en la sociedad comunista no habrá latifundistas ni capitalistas ni asalariados: sólo habrá hombres, compañeros. No existirán clases, y, por tanto, tampoco lucha de clases ni organización de clases. No siendo necesario tener freno alguno, el Estado se convierte en superfluo. Ahora, alguien podrá preguntar: ¿cómo puede funcionar una organización tan grande sin una dirección? ¿Quién elaborará el plano de la economía colectiva? ¿Quién distribuirá las fuerzas de trabajo? ¿Quién calculará los ingresos y los gastos sociales? En una palabra, ¿quién se cuidará de todo el orden social?

La respuesta a todas estas preguntas no es difícil. La dirección central residirá en las distintas oficinas de contabilidad y en las oficinas de estadística. En ellas, día por día, se llevará cuenta de la producción y de las necesidades; se establecerá dónde la mano de obra tenga que ser disminuida y dónde aumentada, y cuánto haya que producir de un artículo y cuánto de otro. Y puesto que todos estarán acostumbrados al trabajo colectivo desde la infancia y todos comprenderán que es necesario y que la vida es mucho más fácil si todo se desenvuelve según un plan sistemático, no habrá nadie que se niegue a trabajar según las órdenes de estas oficinas de organización. No habrá necesidad de ministros, ni de policía, ni prisiones, ni leyes.

A la manera como en una orquesta todos siguen la batuta del maestro, así seguirán el plan de producción, trabajando según él. Este orden de cosas tendrá lugar en el régimen comunista ya desarrollado y consolidado, después de la victoria completa y definitiva del proletariado. Antes deberá la clase obrera luchar largamente contra sus enemigos, sobre todo con la herencia del pasado, como el ocio, la negligencia, los instintos antisociales y criminales. Será necesario que pasen dos o tres generaciones educadas en las nuevas normas para que puedan suprimirse las leyes y los castigos, la autoridad del Estado y todos los residuos del pasado capitalista. Si hasta entonces el Estado obrero será necesario, en cambio, en la sociedad comunista, ya desarrollada también, desaparecerá el poder estatal del proletariado. El proletariado se confundirá con las demás clases porque todos, poco a poco, habrán sido atraídos en el trabajo colectivo, y después de veinte o treinta años surgirá un nuevo mundo con otros hombres y otras costumbres.

En la sociedad comunista todo parasitismo seta abolido. Todos los valores que en la sociedad burguesa son consumidos y destruidos por los capitalistas, en la sociedad comunista se utilizarán para las exigencias de la producción. Desaparecerán los capitalistas y sus lacras, los curas, las prostitutas, etc. Todos los miembros de la sociedad realizarán un trabajo productivo.

El sistema de producción comunista determinará un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, de modo que el trabajo que cada uno tendrá que ejecutar en la sociedad comunista será mucho menos que antes. La jornada de trabajo será cada vez más breve, y los hombres se libertarán de las cadenas con las que la Naturaleza les tiene atados. Cuando baste a los hombres emplear sólo poco tiempo para procurarse lo necesario para la vida material, podrán dedicar una gran parte del tiempo a su desarrollo espiritual. La civilización humana alcanzará un grado jamás soñado. La cultura será general, y no cultura de clase.

,,, Para poder realizar el orden social comunista, el proletariado tiene que ser dueño de todo el poder y de toda la fuerza estatal. El no puede destruir el viejo mundo hasta que no tenga el poder en sus manos y se haya convertido, por un cierto tiempo, en clase dominante. Se comprende que la burguesía no abandonará su posición sin lucha. Para ella el comunismo representa la pérdida de su posición dominante, la pérdida de la libertad de sacar el sudor y la sangre a la clase obrera, la pérdida del derecho a las ganancias, a las rentas, a los intereses, etc. Por todo esto la revolución, comunista del proletariado, la transformación comunista de la sociedad encuentra una resistencia encarnizada de los explotadores. El poder proletario tiene por misión el romper implacablemente esta resistencia. Como ésta, inevitablemente, ha de ser muy fuerte, el dominio del proletariado tiene que asumir la forma de dictadura. Bajo el nombre de «dictadura» se entiende un rígido sistema de gobierno y la máxima resolución en la represión del enemigo. En tales circunstancias no puede tratarse de «libertad» para todos los individuos.

Bajo la dictadura del proletariado, que sólo es un fenómeno transitorio, los medios de producción pertenecen, como es natural, no a toda la sociedad, sino al proletariado, a su organización estatal. Los medios de producción son transitoriamente monopolizados por la clase trabajadora, es decir, por la mayoría de la población. Por tanto, todavía no pueden existir relaciones de producción verdaderamente comunistas. Sigue persistiendo la división de la sociedad en clases; todavía existe una clase dominante, el proletariado, el monopolio de los medios de producción por parte de esta nueva clase y un poder estatal que suprime a sus enemigos Cuando la resistencia de los antiguos capitalistas, latifundistas, banqueros, generales y obispos haya desaparecido y la idea comunista haya ganado la mente y el corazón de la mayoría de los productores, el régimen de dictadura proletaria morirá sin necesidad de revolución.

… la propiedad privada de los medios de producción, ha de ser sustituida con la propiedad social; esta transformación debe quitar a la burguesía los medios de producción y de cambio (expropiación). Pero, ¿quién puede y debe realizar esta expropiación? Naturalmente que no una persona aislada. Si la pudiese realizar una persona aislada, o aun un grupo aislado, tendríamos, en la mejor de las hipótesis, un reparto, y en la peor, una simple rapiña. Por esto es natural que la expropiación de la burguesía tiene que ser llevara a cabo por el poder organizado del proletariado. Y este poder organizado no es otro sino el Estado obrero dictatorial.

… La dictadura es un arma en manos del proletariado. Quien está en contra de la dictadura, teme las acciones decididas, le disgusta hacer daño a la burguesía y no es un verdadero revolucionario. Cuando la burguesía esté vencida definitivamente, no tendremos ya más necesidad de la dictadura proletaria. Pero mientras se combate la lucha por la vida o la muerte, la clase obrera tiene el sacrosanto deber de suprimir implacablemente a sus enemigos.

… El proletariado ejerce su dictadura mediante la conquista del poder estatal. ¿Pero qué significa la conquista del poder? Muchos creen que arrancar el poder a la burguesía es cosa tan fácil como hacer pasar, a modo de prestidigitador, un reloj de un bolsillo a otro. … En esta lucha el proletariado tiene la misión de atacar, de destruir el estado burgués. Como la fuerza principal del estado burgués reside en el ejército, para poder aniquilar a la burguesía es necesario minar y destruir el ejército burgués.

… Para que pueda vencer en un país el proletariado es menester que éste sea compacto y organizado y que tenga un partido comunista, el cual tiene por misión el poseer una comprensión exacta del desarrollo del capitalismo, de las condiciones políticas y de los intereses reales ds la clase obrera, a quien tiene que dirigir en la lucha.

… Es, pues, natural que el objeto de este partido sea la revolución comunista. Para llegar a esa meta, el partido del proletariado debe ser intransigente. Su misión no es la de parlamentar con la burguesía, sino aniquilarla y romper su resistencia. Este partido tiene que poner en evidencia la antítesis irreconciliable entre los intereses de los explotadores y de los explotados.

¿Qué posición debe tomar nuestro partido frente a la pequeña burguesía? Por lo que arriba hemos dicho, nuestra posición está clara. Debemos demostrar por todos los medios a la pequeña burguesía que toda esperanza de una vida mejor bajo el capitalismo es una mentira y un autoengaño. Tenemos con paciencia y constancia que hacer comprender al campesino medio que él debe pasarse resueltamente al campo del proletariado y luchar junto a él. Tenemos que demostrarles que con la victoria de la burguesía ganarían sólo los grandes campesinos usureros, que se convertirían en nuevos latifundistas. En una palabra, tenemos que traer a todos los trabajadores a que se entiendan con el proletariado y llevarlo al terreno de la clase obrera. La pequeña burguesía y el proletariado están llenos de prejuicios, que son hijos de sus condiciones de vida. Nuestro deber consiste en hacerles ver con evidencia el estado real de las cosas, esto es, que no hay esperanza bajó el capitalismo para la condición del artesano y del campesino trabajador.

… La revolución que se está desarrollando se convertirá en una revolución mundial, por las mismas razones por las que la guerra imperialista se convirtió en guerra mundial. En todos los países, la guerra causó destrucciones terribles, produjo la carestía y la esclavización proletaria, determinó la lenta disgregación y el caos capitalista, trayendo la disolución de la disciplina del látigo en el ejército y la oficina. Y con la misma implacable fatalidad conduce a la revolución comunista del proletariado.

Nada puede parar la disolución del capitalismo ni el avance de la revolución mundial. Toda tentativa de volver a la sociedad humana a las antiguas vías del capitalismo está condena a priori al fracaso.

… La única salvación de la Humanidad está en el comunismo. Y puesto que sólo el proletariado puede realizarlo, aparece éste como el verdadero libertador de la Humanidad de los horrores del capitalismo, de la explotación atroz, de la política colonial, del hambre, del embrutecimiento, de todas las monstruosidades del capitalismo financiero y del imperialismo. Esta es la gran misión histórica del proletariado. Este podrá sufrir derrotas en batallas parciales y hasta en países enteros, pero su victoria final es tan inevitable como fatal la derrota de la burguesía.

… Pero si para la victoria del comunismo es necesaria la victoria de la revolución mundial y la ayuda recíproca de los obreros, esto significa que la condición indispensable de la victoria es la solidaridad internacional de la clase obrera. … La solidaridad internacional no es para los obreros un juego o una bella palabra, sino una necesidad vital, sin la cual la clase obrera estaría condenada a la derrota.

… El proletariado debe aprender de la burguesía. Debe destruir la patria burguesa y no defenderla ni contribuir a su engrandecimiento, Pero en cambio tiene el deber de defender su patria proletaria hasta derramar la última gota de su sangre.

… Después de la revolución de octubre y la instauración del poder sovietico, Rusia se convirtió en el punto de apoyo principal del movimiento internacional. Para distinguirse de los socialtraidores el partido volvió a adoptar el antiguo nombre glorioso de Partido Comunista. Bajo la influencia de la revolución rusa se formaron partidos comunistas en muchos países. El «Spartakusbund» cambió su nombre por el de Partido Comunista de Alemania. Se constituyeron partidos comunistas en Hungría, en Austria alemana, en Francia y en Finlandia. En América el «centro» expulsó a la izquierda, que se constituyó en partido comunista. En otoño de 1919 se fundó el Partido Comunista de Inglaterra. De la unión de estos partidos surgió la Internacional Comunista. En marzo de 1919 tuvo lugar en el Kremlin, el antiguo palacio del zar en Moscú, el primer Congreso Internacional Comunista, donde se fundó la Internacional Comunista. En este Congreso tomaron parte representantes de los partidos comunistas ruso, alemán, austríaco, húngaro, sueco, noruego, finlandés y de otras naciones, además de algunos compañeros franceses, americanos e ingleses.

… La III Internacional tomó el nombre de Internacional Comunista en recuerdo de la unión de los comunistas, cuyo jefe fue Carlos Marx. Con su acción, la Internacional Comunista ha demostrado seguir las normas de Marx, o sea seguir el camino revolucionario que conduce al derrumbamiento violento del orden capitalista.

… Engels dice en el prefacio al «Manifiesto Comunista» que bajo el término «Socialismo» (en su tiempo) se entendía el movimiento de los intelectuales radicales, mientras el término «Comunismo» denotaba el movimiento de la clase obrera. Hoy se repite el mismo fenómeno. Los comunistas se apoyan exclusivamente en la clase obrera, mientras que los socialdemócratas tienen su base en la aristocracia obrera, en los intelectuales, en el artesano y en el pequeño burgués.

Fuente: Nikolai Bujarin y Evgeni Preobrazhenski. EL ABC del Comunismo. 1920

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